#SonoraPower
Ya se sabe que mi estado, Sonora, es el epicentro de una lucha por el control de rutas de trasiego de drogas, precursores químicos para fabricar drogas sintéticas y por el mercado de narcomenudeo, entre diversos grupos del crimen organizado y que Cajeme en especifico, pero también Guaymas y Empalme y por momentos Hermosillo son el foco rojo de esa disputa.
En ese contexto la semana pasada se presentó en Ciudad Obregón (Cajeme) una de las facetas del plan de reconciliación, que busca ir al origen de las cosas y partir de herramientas como la promoción de la lectura, el arte y el deporte como estrategias para cambiar la perspectiva de las nuevas generaciones.
Para lanzar el plan estuvo en el centro de Ciudad Obregón la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, se hizo acompañar del gobernador Alfonso Durazo Montaño y del alcalde Javier Lamarque Cano; en sí los llamados “Fandangos por la lectura” son un acto sencillo, enfocado a mostrar lo divertido que puede ser leer y como recuperar la cultura, nos puede llevar a una mejor convivencia.
Creo que es un plan interesante, que puede dar buenos resultados en el mediano y largo plazos, claro está, sí se les da continuidad.
Cuando le pregunte a la esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre la efectividad de esa estrategia de oponer los libros a las balas, solo me respondió que es importante leer un libro y escribir poesía, y no me cabe duda que es una opción sensata, pues poner a un grupo de personas que no han tenido otra opción en la vida a disfrutar de un buen libro, es algo que puede cambiar el panorama e incluso la vida.
De hecho la doctora Gutiérrez Müller expresó que la propuesta son libros para propiciar la paz, leer para propiciar la paz, y eso es importante en un centro urbano como Cajeme, donde el tejido social se dañó, y la convivencia parece por momentos ser imposible.
Esa estrategia ha funcionado en otros lugares de México como Tijuana y Ciudad Juárez y en muchos otros lugares del mundo, sin embargo para ser efectiva debe dar también alternativas para la vida de las personas, que ser delincuente no valga la pena, que haya caminos para optar por la pacificación y dejar atrás esa violencia que hoy lástima al sur de Sonora.
El gobernador Durazo Montaño comprometió ahí que su gobierno lanzará el programa de promoción de la lectura más grande en la historia de Sonora, y sin duda estará muy bien. La lectura nos abre ventanas a mundos que no sabíamos que existían, y nos llevan de viaje, nos abren la mente y nos permiten soñar.
Ciudad Obregón lamentablemente es una ciudad con pocas opciones para que las personas se desarrollen y muchos deben optar por emigrar a Hermosillo u otros lugares para progresar.
Sin embargo contrapuestas a los sueño están las realidades, y en este caso se enfrenta esa realidad del Sonora que antes nadie quiso ver, la de marginación e incluso hambre, de descomposición social y familiar, donde hay personas para las que la vida no vale nada.
En esa realidad del “Sonora profundo” lo mismo hay homicidios que raptos de mujeres, feminicidios y violaciones, de hecho mi estado ocupa el nada honroso segundo lugar en feminicidios y el el lugar 6 en fosas clandestinas, fosas en las que además se ha encontrado a un número no determinado de mujeres, asesinadas por el crimen organizado.
El día en que se realizó el evento de “Fandangos por la Lectura” (martes 14 de diciembre) hubo 5 asesinatos en Cajeme, y de entonces a la fecha se han contabilizado otros 10; de hecho a la fecha en que la doctora y el gobernador visitaron la Plaza Zaragoza en el centro de Ciudad Obregón la cuenta iba en 465 homicidios dolosos, lo que para una ciudad de tamaño medio como Cajeme es un mundo.
Ciudad Obregón es de hecho —y con mucho— el centro de la violencia en Sonora, la cuarta ciudad más violenta de México y los asesinatos se dan ahí a plena luz del día, en centros comerciales y no parece haber despliegue de la Guardia Nacional, y el Ejército que disuada a los sicarios de persistir con esa orgía de sangre.
De la Policía Municipal o de la Estatal mejor ni hablo, porque lamentablemente no disponen ni de elementos ni de recursos para enfrentarse a los grupos de sicarios.
Lo de Cajeme es expresión de lo que ocurre en Sonora, hace 1 mes se dio un ataque armado en Guaymas, en pleno Palacio Municipal, el objetivo de los sicarios eran fuera de duda las autoridades municipales, que encabeza la presidenta Karla Córdova, se habla del ahora ex comisario Andrés Cano Ahuir, quien finalmente fue separado del cargo, y sustituido justo ayer lunes por otro militar, en este caso Eladio Amaya Muñiz.
Del ataque en Guaymas ya casi no se dice nada, pero hubo víctimas civiles, personas como Marisol que no la debían ni la temían; ahí salieron a relucir armas de alto poder, granadas de fragmentación y ametralladoras contra indefensos, y a la fecha es hora que las investigaciones no dan resultados.
Hoy Guaymas sigue en estado de sitio, la vigilancia y la seguridad las asumió la Marina por una parte, pues al haber instalaciones portuarias ahí, se asume como instalación estratégica, el resto está a cargo de la Guardia Nacional, mientras las corporaciones municipal y estatales hacen de auxiliares.
Me queda muy claro que el problema sí tiene que ver con jóvenes sin opciones en la vida, pero también con el interés monetario de poderosos grupos del crimen organizado, a los que eso de los libros contra las balas les importa muy poco y que siguen reclutando a jóvenes sin opciones para su ejercito de pistoleros.
El gobierno de la “Cuarta Transformación” ha emprendido planes y proyectos para sacar del hambre y la marginación a cientos de miles de sonorenses, comenzando por el plan de justicia para la Nación Yaqui y siguiendo con las becas Benito Juárez, los programas de bienestar y muchos otros, que es también otro modo de ir al origen del problema.
Sin embargo a la luz de los hechos, lo que ocurre en Cajeme, en Guaymas y otros lugares del estado, requiere de acciones inmediatas y directas de seguridad pública que vayan a mucha mayor profundidad y que acaben de una vez con la impunidad que se ha instalado en Sonora.
Yo abogo por los libros, pero también por una estrategia efectiva para acabar con la violencia que ha tomado a mi estado como rehén.