Después de varias semanas de incertidumbre, ayer se discutió en el Senado la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad hasta 2028. Bueno, algunos senadores y senadoras hicieron lo propio, sin embargo, otros personajes políticos utilizaron el estrado para insultarse de las maneras más grotescas que desde luego dejan muy mal parada, ante los ojos del mundo, a nuestra cámara alta.
Como siempre la primera fue Lilly Téllez, conocida por ser experta en insultar, le gritó desde la tribuna a su homólogo Gómez Urrutia: “¡Sentado y callado, y espere sus croquetas!”. Después con su vocación de provocadora le llamó “perros y hienas” a la bancada de Morena.
Ante esto la senadora Lucia Treviño la encaró en la tribuna diciéndole “Yo no soy hiena, respétame. Soy mujer como tú.” Pero Lucía no fue la única en responder: de manera machista, la morenista Roció Abreu le gritó a Téllez: “Les falla a sus propias amigas. Te manda saludos Marisa, por cierto, que desgraciadamente uno de sus amigas no les anda bajando sus maridos, la señora tiene mucho qué explicar”, después de haberla acusado de acostarse con medio Canal Azteca por ser una mujer de “‘ligerezas”. Evidentemente, hace tiempo se cruzó la línea de respeto en el Senado, pero no tendría que haber espacio para insultar mujeres con argumentos misóginos.
Desafortunadamente este no fue el único penoso episodio. Después, cual escena de telenovela, la priista Claudia Ruiz Massieu lloró al presentar su voto particular, pues honró la memoria de su padre José Francisco Ruiz Massieu, asesinado hace 28 años y hasta ahí todo normal. Lo extraño fue que de paso defendió al expresidente Carlos Salinas de Gortari, acusado de dicho crimen. Fue entonces cuando el senador acusado de abuso sexual, Félix Salgado, la increpó al manifestar que fue Carlos Salinas el asesino del padre de la senadora.
Así continuo la sesión pagada con dinero público, entre descalificaciones, gritos y señalamientos personales. Nada nuevo en un recinto donde se han lanzado sillas y golpes. Sin duda hay varios escaños que les quedan muy grandes a quienes los ocupan.