Lilly Téllez y Germán Martínez llegaron al Senado por decisión de Andrés Manuel López Obrador. ¿Alguien lo duda?
María Lilly del Carmen Téllez García. Germán Martínez Cázares. Ella, periodista profesional de ideología conservadora, inclusive ultraconservadora en algunos temas como el aborto. Él, aliado durante muchos años de Felipe Calderón, no solo trabajó intensamente para concretar el fraude electoral de 2006, sino también para militarizar a México, de muy mala manera, durante el sexenio del marido de la señora Margarita Zavala. Amiguísimo de Genaro García Luna era don Germán.
¿Por qué Andrés Manuel López Obrador les regaló posiciones en el Senado? Qué error. En efecto, sin el apoyo de AMLO, generoso siempre con las personas que se le acercan con supuestas ganas de colaborar, ni Lilly ni Germán tendrían ahora tan relevantes cargos en el poder legislativo.
La senadora Téllez García y el senador Martínez Cázares gracias a la decisión de AMLO tienen buenos salarios pagados con dinero público; con tales recursos, ella y él contribuyen en sus familias para aligerar la carga de los gastos esenciales: comida, ropa, renta o hipoteca de vivienda, coches, colegiaturas de sus hijos, viajes y entretenimiento en general.
Ignoro qué tan significativa sea la aportación económica de Lilly y Germán en sus familias; tendrán empleos o actividades empresariales el esposo de ella y la esposa de él, pero sin duda no es bajo el sueldo de quienes integran el Senado: más de 100 mil pesos al mes. Bastante dinero por un trabajo fácil de realizar y, casi siempre, improductivo.
La senadora Téllez y el senador Martínez en su fuero interno darán las gracias a AMLO cuando adquieren mercancías para sus hijos en el Palacio de Hierro o en cualquier otro establecimiento comercial de la colonia Polanco.
En la campaña electoral de 2018 Lilly y Germán fueron muy amables con Andrés Manuel. Obsequioso, el senador Martínez decía: “Me gusta la terquedad de AMLO, no lo venció la derrota”, “López Obrador es el líder que el país requiere”. Lilly igual: Gracias @lopezobrador_ por la esperanza del cambio...¡Sonora te apoya!”.
{username} (@LillyTellez) February 1, 2018
Seguramente Lilly Téllez y Germán Martínez pensaron que iban a tener mucho poder y totalmente abierta la puerta de Palacio Nacional durante el gobierno de Andrés Manuel. No ocurrió así.
A Lilly el presidente la dejó en el Senado y no volvió a convocarla ni a tomar el cafecito , esto es, no la invitó a ningún cargo quizá porque no le vio capacidad administrativa; ella no soportó que sus expectativas no se cumplieran y se fue al PAN.
A Germán sí le dio AMLO la oportunidad de demostrar que era un funcionario competente: lo hizo director del IMSS; pero el senador Martínez un día se enojó porque las cosas no eran como él quería y renunció haciendo berrinche. Volvió al Senado y se pasó a la oposición formalmente sin partido, pero muy cercana al PAN, en el que siempre militó.
Tanto Lilly como Germán han sido muy mencionados en estos días a propósito de la comparecencia en el Senado de la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, quien acudió a la cámara alta acompañada de los secretarios de Defensa y Marina, Luis Cresencio Sandoval y José Rafael Ojeda.
La secretaria de Seguridad metió en un serio problema de imagen a Lilly al denunciar que la senadora había solicitado apoyo de la Guardia Nacional para proteger a su hijo menor de edad amenazado de muerte.
Lo indebido no es que Lilly Téllez pidiera proyección especial para su hijo, a quien no se le desea ningún mal, sino el doble discurso: al sentir amenazada a su familia, recurrió de inmediato a la estructura de seguridad del gobierno que, en el Senado, ella tanto cuestiona.
Después de lo expresado por Rosa Icela, la senadora Téllez estalló en Twitter. Dijo por ahí que el gobierno de AMLO es de mala entraña porque se le negó la protección especial a su hijo.
Entiendo la molestia, todos queremos lo mejor para nuestros hijos, pero no puede el gobierno asignar militares o policías a todas las personas que lo pidan. Simple y sencillamente no alcanzan los recursos, ni humanos ni económicos.
Tampoco existe una obligación legal para dar protección especial a familiares de quienes integran el Senado. Hay, sí, un presupuesto público para proteger a personas defensoras de los derechos humanos y a periodistas. Lilly no cae en tales categorías: ya no es periodista y nunca ha sido activista de los derechos humanos; ahora es política profesional y debe aceptar las reglas de su oficio, que no contemplan protección especial para integrantes del poder legislativo.
Si Lilly no fuera senadora, estos es, si siguiera practicando su oficio de comunicadora, habría recurrido a este mecanismo y obtenido apoyo.
Claro está, si a Lilly le pareció indebido que la Guardia Nacional no le apoyara, pudo quizá haber buscado un amparo. No soy abogado, pero con el apoyo de un litigante creativo probablemente habría logrado algo.
Ojalá Lilly haya tomado la decisión correcta, inclusive antes de solicitar apoyo de la Guardia Nacional: contratar ella misma un elemento de seguridad, sacrificando otros gastos, para cuidar a su hijo. Eso hizo la senadora Xóchitl Gálvez cuando gobernaba la demarcación Miguel Hidalgo en la Ciudad de México: sintió en riesgo a su hija y de su bolsa pagó seguridad.
AMLO, por cierto, cuando se enteró de las amenazas al hijo de la senadora, las condenó abiertamente. ¿Qué más podía hacer que no le obligara a actuar de la misma manera con cada persona de nacionalidad mexicana que se sienta insegura?
Germán Martínez, por su parte, habló en la comparencia de la secretaria de Seguridad y dijo un montón de cursilerías supuestamente valientes contra el general Sandoval. Ni a insultos llegaron sus palabras. Me dio pena su discurso tan amanerado —es decir, fingido, ensayado, actuado, pero de ninguna manera propio de una mujer—.
Según Jorge Castañeda la del senador Martínez fue “una espléndida pieza oratoria”. No manches, querido Güero. ¿Dónde quedó el Jorge que admiro, el intelectual que no se deja apantallar por merolicos como el aliado de Calderón?
Se le olvidó a Castañeda que Germán Martínez fue un colaborador importantísimo en el gobierno de Felipe Calderón, sí, el que metió a México en la absurda guerra contra el narco que sigue ensangrentando a nuestra sociedad, a la que hoy se busca pacificar con mucho esfuerzo de civiles y militares en cargos de responsabilidad en la 4T.
Hasta antes del cursi discurso de Germán yo pensaba que se atacaba con excesiva saña al general Sandoval. Ahora pienso que rabietas tan bobas terminarán fortaleciendo el prestigio de las fuerzas armadas.