Téllez olvida todo lo que ella dijo e hizo para llegar al Senado de la República. Cree tal vez, que seguimos en los tiempos en que ella daba las noticias en TV Azteca y no existían más que algunos medios de información: lo dicho, ahí quedaba… Ahora, con solo una búsqueda, podemos refrescar nuestra memoria y como es el caso, refresco la de ella.

Lilly Téllez pausada, llena de calma, y en un tono maternal habla en su videocolumna. De manera mesurada y seria defiende a Xóchitl Gálvez. ¿De qué la defiende? “Del error que cometió con su título profesional”, aclarando, bondadosa, que “un error cualquiera lo comete”. Quiere sacar del fango a la candidata del Frente Amplio, pero Lilly olvida el refrán español: “Fango que se mueve, a demonios hiede”. El olor de los demonios de la deshonestidad académica siempre acompañará a la candidata de la alianza PRI, PAN, PRD.

Cuando daba las noticias Téllez alabó a Meade, entonces candidato para la presidencia de México del Partido Revolucionario Institucional. Afirmaba con un tono afable y lleno de admiración que Meade era “súper bueno como funcionario porque había sido secretario de Estado cinco veces; sí, cinco veces. Secretario de Energía, de Relaciones Exteriores, de Sedesol y por haber ‘dobleteado’ como secretario de Hacienda”. Que era un excelente padre, esposo y político…

En su momento, Lilly criticó con dureza al entonces candidato Andrés Manuel. Aseguró que era una persona con un “carácter muy especial”, que eso no lo ayudaba, que pecaba de soberbia y que su terquedad lo hacía un político demasiado rígido, que a veces involuntariamente sus reacciones parecían confirmar las acusaciones de sus enemigos.

“No tengo duda de que perdió ante Calderón”. “El Peje tuvo que aguantarse, pero no se quedó inmóvil, es un hombre de excesos”, “no es un peligro para México, es un peligro para él mismo”, “para sus propias aspiraciones políticas cuando le da rienda suelta a su intolerancia”.

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Así se expresó Téllez del ahora presidente de la república, quien por cierto le dio la oportunidad de llegar al Senado.

Lilly no se atreverá a negarlo, imposible que lo haga. Ella sabrá por qué dejó el periodismo para meterse en el laberinto político, donde supo moverse: “bajó las manitas” se despintó la frente de los colores tricolores y se fue, valiente, al equipo de aquella persona a quién ella juzgó como político duro, necio y soberbio, sí, se fue con Andrés Manuel, con la misma persona que ella catalogaba como “el peligro no solo para México sino para él mismo”; Téllez, con su labia convenció a López Obrador, y este altivo político, la aceptó en Morena y le dio la senaduría.

Lilly Téllez, después de estar en contra de proyectos de Morena y después de afirmar que estaba en contra del aborto, dejó a la 4T, se despojó del guinda y ya con el cargo en mano se fue al Partido Acción Nacional. Ella cambió otra vez de color, de rumbo, de tono, de personalidad, de convicciones.

Ya en el recinto vestida de azul, con las convicciones panistas, el ego de Téllez despertó, brotó, comenzó a circular por sus venas con rapidez, tornándose en odio hacia Morena, y sobre todo contra el presidente. Voces opositoras ensalzaron a Téllez.

Lilly “escuchó el canto de las sirenas” … estaba convencida que ella sería la próxima presidenta. Alguien importante le encendió la mecha, aire le echaron los opositores, ella ascendió, soñó, se vislumbró como dirigente del país, descalificando de manera agresiva a la que sabía sería su contrincante, Claudia Sheinbaum.

En sus discursos coléricos decía lo que haría y no haría como presidenta. No se daba cuenta que se veía autoritaria, voluble, indecisa y sin experiencia… Aquel o aquellos quienes la respaldaban —entre ellos el ex presidente Vicente Fox en uno de sus viajes alucinógenos o seniles— de pronto le dieron la espalda. La traicionaron, sí.

La mano negra de la oposición con X —la de Claudio X. González— decidió que Lilly no era la indicada. Téllez fue bajando el tono en sus discursos, los fue espaciando para perderse después entre las sillas del Senado, a esperar, como “venado lampareado”, a quién iban a nombrar como candidata o candidata del Frente Amplio por México… Ni Lilly merece la traición que sufrió en la derecha política.

¿A quién creen que defiende ahora la distinguida senadora de la república Lilly Téllez? A Xóchitl Gálvez… A la candidata en desgracia del confundido partido Frente Amplio. Porque Lilly, por el tono de su videocolumna, sabe que Xóchitl anda mal, de ahí que trate de apoyarla. Misión imposible a juzgar por las encuestas que ponen a Claudia Sheinbaum adelante de la señora X por más de 30 puntos de diferencia. Esa es la realidad de la oposición: se le viene encima una derrota histórica.

“Hablador que caerá por su propia boca” dijo, refiriéndose a Fernández Noroña. Téllez ha olvidado todo lo que ella ha dicho, impulsada nomás por sus intereses.

Ahora Téllez reaparece mesurada, defendiendo a Xóchitl Gálvez. Se despojó de su histrionismo, o cambió de personalidad. Las últimas veces que la vimos perdía el control, iba de un lado a otro; gritando desaforada, sin argumentos, contradiciéndose siempre. Ya no, qué bueno: se agradece la moderación.

Téllez dijo: “Que tal soy Lilly Téllez senadora de la república”, así se presentó en la video columna, tal vez queriendo dar credibilidad y seriedad a sus palabras.

Dijo la senadora: “Como si fuera un venado lampareado se le fueron encima a Xóchitl Gálvez por lo de su titulo profesional por un error de ella, sí pero un tipo de error que no cualquiera reconoce, ¿eh? Los que la acechan aprovechan que la percibieron sola y acusaron a su equipo de carecer de estrategias de control de daños, de falta de previsión y de ausencia de estructura para contención ante escenarios de riesgos frente a la opinión pública”.

Vaya que expresó una verdad la senadora Téllez: la candidata Xóchitl está sola, no la apoyan totalmente los partidos del Frente Amplio por México. ¿Por qué? Será que le perdieron la fe.

Añadió Lilly: “Xóchitl dio la cara, aceptó su equivocación, se dijo dispuesta a enmendar el error y también la crucificaron por ello; que si el lenguaje, que, si no fue a tiempo, que por qué esperó a que la entrevistaran, bueno, nadie es perfecto”.

“Xóchitl está iniciando una tarea de gran calado y el equipo está en ciernes, se irá conformando poco a poco, por lo pronto esos fatalistas propios y extraños que aseguraron que se desató una crisis ya difícil de librar, provocaron una reacción de la oposición, se apresuró el nombramiento de los voceros de Xóchitl y, claro, de inmediato Noroña salió con que no les tiene miedo. Ya veremos, es un hablador que va a caer por su propia boca. Y a los catastrofistas que predicen que van a bajar a Xóchitl de la candidatura presidencial a raíz del escándalo de la titulación, yo les respondo que no la conocen, ella tiene la fortaleza de carácter para mantenerse en la contienda”.

Ojalá, Xóchitl se mantenga en la contienda. Ojalá no la bajen sus propios aliados, los mismos que en su momento apoyaron a Lilly y luego le dieron la espalda. ¿No conocía la senadora Téllez a Alito Moreno, a Marko Cortés?

Por cierto, viene al caso una pregunta: ¿ya olvidó Lilly Téllez sus fuertes declaraciones cuando se acusó a la ministra Yasmín Esquivel de plagiar su tesis? Téllez la calificó como plagiaria y le exigió renunciar a su cargo. “Una plagiaria no puede presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Tiene que renunciar hoy mismo. Esta es la cara del engaño y la corrupción de Morena”, escribió. La falta académica de Xóchitl es del mismo nivel de inmoralidad, pero a esta sí hay que perdonarla. Absurdo.

Ya se verá qué pasa con Xóchitl, que necesitará un milagro para volver a la competencia. Por lo pronto, le faltarán voceros. Dos no aceptaron el cargo: Germán Martínez y… Lilly Téllez. Apoyarán a la candidata de la derecha, pero no se meterán de más a un equipo electoral que naufraga.