Es imposible razonar con el eternizado senador por el estado de Carolina del Sur, Lindsay Graham. El político con el nombre unisex ha sido uno de los principales “chickenhawks” (halcones pusilánimes) de la política intervencionista estadounidense durante las últimas décadas.

El pusilánime Graham busca proyectar la imagen de “líder militar” -quién sabe para compensar qué- pese a únicamente haber “servido” en las reservas de la Fuerza Aérea estadounidense algunos años, en donde no intervino en ninguna acción bélica de las muchas que lleva a cabo su país y en donde fue “ascendido”, gracias a sus influencias políticas, pese a que únicamente realizaba tareas simples (“light duties”) las pocas horas del año en donde asistía a su “entrenamiento”.

Todo esto puede leerse en el diario The Washington Post, propiedad del oligarca Jeff Bezos, en un artículo de nombre “Sen. Graham moved up in Air Force Reserve ranks despite light duties” (El Senador Graham subió de rango en las reservas de la Fuerza Aérea de EU pese a llevar a cabo tareas simples), por lo cual no se puede alegar que se trata de un ataque contra el carácter, si es que lo tiene, de Lindsay.

Existe un dicho dedicado a todos los políticos neoconservadores (“neocons”) estadounidenses: “No existe una guerra que no les guste”. Así es Graham, quién con su intervención directa del lado de los extremistas neonazis en Ucrania (cómo puede verse en innumerables fotos y publicaciones en sus redes sociales oficiales) puede ser considerado un criminal de guerra, cómo muchos otros políticos occidentales que han quedado impunes por sus intervenciones, tan solo por mencionar conflictos bélicos recientes, en Siria, Irak y Afganistán.

El senador Graham es sólo el títere de intereses económicos y armamentísticos de su país. Pero este tipo de hombres en el poder son los más peligrosos. En una trayectoria de declive de la unipolaridad estadounidense a una multipolaridad global, sujetos cómo Lindsey son los responsables de intentar recuperar “glorias pasadas” de países bélicos con intervenciones del denominado “micromilitarismo”, acciones que terminan en un desastre para quienes las inician y en una pérdida de vidas enorme para los involucrados.

El senador republicano quizás sueñe con que el ejército de su país intervenga en México so pretexto del “fentanilo y los cárteles”, pero Graham y el resto de los políticos que repiten su discurso tendrán que enfrentar la fuerza y capacidad de resistencia de más de 160 millones de mexicanos residentes en México y en los Estados Unidos.