Aún no logro entender el porqué, afortunadamente con mi cuenta en X he podido apoyar muchísimos casos de padres desesperados buscando medicamentos y atención para sus hijos con cáncer. Y también he podido contactar a personas, sobre todo a mujeres con cáncer de mama, que del mismo modo buscan desesperadamente apoyo para sus tratamientos, y que al no obtenerlos por medio de los sistemas de salud gubernamentales, acuden a la sociedad para que entre unos y otros tendamos puentes de ayuda para otros.
De alguna manera, y gracias a Dios (perdón para los no creyentes), he logrado ayudar y resolver muchos casos gracias a que, insisto, por alguna razón, la gente cree en mí y en mi entera disposición para a través de mi cuenta en X poder hacer algo por alguien más.
Pareciera que estoy autoelogiándome, o como quien dice “aventándome” porras, no es así, créanme, pero a lo que quiero llegar es que mientras veo que AMLO inaugura hasta con cierta prisa ya por estar en la recta final de su sexenio obras que él le llama “faraónicas” como el Tren Maya, el Tren de pasajeros del Itsmo, carreteras que no llevan a ningún lado y ahora la “reactivación” de la aerolínea Mexicana de Aviación, me siento perdida entre tantas inauguraciones porque entre todas no hay una sola que vea que beneficie al tema más importante que nos atañe, no solo como mexicanos sino como seres humanos: el de la salud.
Y es que sin salud, nada se puede gozar, ni de aviones ni de trenes ni de estaciones o carreteras ni de andenes ni de aeropuertos. Sin salud no hay nada.
El cuento del presidente de la creación de la farmacia más grande del mundo y que estará en manos de militares, lejos de darme esperanza, me hace sentir que las muertes por cáncer y otras enfermedades serán mucho más rápidas e incontrolables en nuestro país.
Y pasan los días con sus noches y sigo sin descubrir algo de lo que dice López Obrador que ha creado cual si fuera un Dios, que verdaderamente pueda ser útil para los mexicanos.
Insisto, que el tema de salud debería de ser prioridad y ahí deberíamos de ver las obras, el desarrollo, el abasto, el acceso a servicios de salud de primera.
Supongo, algunos adoradores obradoristas dirán que no sea yo impaciente, que hay que darle tiempo al presidente, que los sexenios pasados dejaron un desastre y quién sabe cuánta maroma más podrían argumentar para justificar que estemos a meses de que termine su sexenio y no haya cumplido con la promesa más delicada y frágil de todas que nos hizo a todos: El derecho a la salud.
Pienso que Claudia Sheinbaum, quien estoy segura va a ganar la Presidencia, no podrá cubrir con tantas expectativas y promesas que se ha encargado de construir el presidente de todos los mexicanos en el imaginario público.
Me imagino a una Claudia Sheinbaum como una muy posible presidenta en el 2024 preguntándose: “¿Y yo qué voy a hacer para construir y además abastecer a la farmacia más grande de el mundo?”, por ejemplo.
Me la imagino extremadamente angustiada y poco entusiasmada, sabe que el reclamo de las personas será mucho más fuerte y agresivo que el reclamo que hoy por hoy se le hace a AMLO por no responder ante muchísimos cuestionamientos y las deudas que tiene con nosotros por no cumplir sus promesas felices de antaño.
En la mañanera de hoy, por ejemplo, la encargada de la Comisión Nacional de Personas Desaparecidas, Guadalupe Reyes, no supo contestarle a un reportero que comúnmente se dedica a cuestionar a este gobierno y a quién extrañamente le dieron la palabra de nuevo pues hace días también le cedieron el micrófono, ante la pregunta de cuántas personas hay hasta el día de hoy, 27 de diciembre, desaparecidas en México.
La señora titubeó para responder, haciendo cuentas en voz alta, como cuando una va al mercado para ver cuánto le falta, o cuánto le sobra para comprar la comida. Finalmente, doña Guadalupe no supo contestar.
Era tan simple y tan profundo como que tuviera noción de la cifra exacta y actualizada de personas desaparecidas en México. Ese es su puesto y esa es su función y no la pudo responder.
Entonces, si ante un hecho así no hay claridad y respuesta, conocimiento y eficacia, pues entonces seguimos en el entendido de que el tema de salud sigue en el rezago y en el estancamiento.
El problema es que la gente enferma sola no se cura, y hay enfermedades que avanzan sin piedad si no son tratadas.
Pero mientras, hay que distraer a la gente con inauguraciones de trenes y pachangas y discursos plagados de mentiras para que así suavecito nadie se vaya dando cuenta de que los temas que deberían de ser abordados con rapidez y precisión, están quedando en el olvido.
Tristemente, me queda muy poca esperanza. Y esa es la que nunca hay que perder, pero la estoy perdiendo porque no estoy tan segura que con la llegada de Sheinbaum las cosas avancen.
Tampoco creo que pudieran avanzar las cosas con una Xóchitl Gálvez como presidenta, porque por doquier ambas encontraran el famoso tiradero del que tanto se quejó el líder de la nación que dice, le dejó Felipe Calderón, porque, ¡ah!, para los anaqueles de la historia del presidente de México, don Andrés Manuel López Obrador, nunca existió Enrique Peña Nieto en este país. Fueron seis años de un peñismo invisible para el presidente.
La ciudadanía es la que tendrá que hacer un enorme esfuerzo por ejercer presión y pedirle cuentas a todo aquel que se ostente como el gran líder que salvará a la nación de la casi omisión y ausencia de servicios para la salud y tantas otras necesidades.
De mi parte, mientras tenga vida, también alzaré la voz exigiendo que cumplan con lo prometido o que renuncien si no pueden.
Se vale decir “no pude, no puedo, no podré”. Pero es tal la arrogancia y la soberbia de nuestros políticos que prefieren callar que no están pudiendo, antes de aceptar que no pudieron.
Siempre sueño, ya lo saben.
Para todos aquellos que se alegran por estas inauguraciones presidenciales, les deseo de corazón que tengan salud y acceso a ella de manera fácil y pronta, para que puedan disfrutar de todos estos festines populacheros.
Es cuanto.