Ya hemos visto de todo en esta viña del Señor. Y uno piensa que ya no hay más por ver. Que ya de todo ha pasado. Que no se puede caer más profundo.

Pero hoy sonó la alarma sísmica en la hermosa CDMX. Ahí apareció Don Marco Antonio Mosqueda, según el Jefe de Protección Civil de Palacio Nacional (ya cualquiera con chaleco se llama Jefe) a decir en medio de la alerta, con voz temblorosa, que por favor, ninguno de los presentes (es decir los periodistas) osara salirse, que se quedaran callados y sentados en sus lugares. Cuando por lo general siempre se pide evacuar. Cuando siempre la primera instrucción es desalojar el lugar en donde nos encontremos, que para eso es la alarma sísmica.

Pero Don Mosqueda se puso su chaleco y dijo tal cosa, con tanta seguridad que da pavor.

Puso en riesgo la vida de muchos periodistas. Pero, ahí no acaba la cosa, porque ahhh!! Uno como es muy bueno y humano, somos ese pueblo sensible y confiable; uno podría pensar: ~Bueno! ¡¡ Seamos comprensivos !! el nervio traicionó a Don Mosqueda, se asustó y no supo qué hacer… o quizá nunca tomó un solo curso de Protección Civil y ni idea tenia de los protocolos~ Hasta ahí , a pesar de que todo esto es ya de por sí muy delicado, hasta cierto punto podría ser medianamente perdonable.

¡ Ahhh! Pero Don Mosqueda no dejó de cometer errores y los periodistas lo rodearon una vez pasada la alarma sísmica muy enojados y, con todo el derecho del mundo, le cuestionaron el hecho de que no hubiera evacuado a los presentes.

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La respuesta de Don Mosqueda fue contundente y aterradora: “Como ustedes son periodistas y andan detrás de la noticia, mejor los mantuve sentaditos”.

Cuando vi el video de Don Mosqueda sentí mucho enojo, pero también una profunda tristeza.

Tristeza porque vivimos en un país donde diariamente son asesinados periodistas por incómodos, ahora desde el Palacio del Presidente, tampoco se les cuidó durante una alarma sísmica ni se les evacuó porque “eran periodistas y de todos modos no les iba a pasar nada” dijo Don Mosqueda. Prácticamente dio a entender que no hubo desalojo para los periodistas porque iban a hacer un mitote… Esto no es de dar risa. Esto es brutal, desgarrador, humillante y denigrante. Los periodistas, TODOS, los pagados por el presidente AMLO para que le avienten porras y los periodistas de verdad, TODOS, estuvieron en riesgo.

Aquellos que le aplauden y lo alaban todas las mañanas desde bien tempranito, madrugando y todavía obscuro para formarse para entrar por unos cuantos pesos... Como los periodistas de profesión. Esos que aman su labor y se entregan día a día, arriesgándose cada vez más.

Todos los periodistas hoy fueron uno solo: El periodista para el Presidente AMLO pagado o no, no importó, es más, se demostró que en casos de emergencia como hoy incomodan y estorban. Mejor sentados y callados.

Si yo fuera periodista, por mera dignidad dejaba de asistir a Las Mañaneras.

Y a Don Mosqueda le brindo una humilde sugerencia: Pudo haber habido un terremoto; le aconsejo que dado que Dios le dio otra oportunidad de vida se ponga a estudiar un curso intensivo de Protección Civil ante sismos y otro curso en humanidades. También le sugiero que de conservar su trabajo le agradezca al Presidente seguirlo teniendo, porque sinceramente, todo México vio y supo, que no se lo merece. Merecía el despido y nada más.

Y esos periodistas, esos que todos a la vez madrugan para arrancarle una palabra al Presidente esos, merecían estar protegidos y en una zona segura.

TODOS.

Es cuánto.