El enviado presidencial especial para el clima, John Kerry, estará hoy en México. El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) informó que acompañará a Kerry a la zona arqueológica de Palenque, Chiapas, y le mostrará, en un ejido, el programa “Sembrado vida”.
Mañana, Kerry estará en Londres para interactuar con sus homólogos gubernamentales y líderes del sector privado en los esfuerzos para abordar la crisis climática. Las reuniones del secretario Kerry son parte de los esfuerzos de diplomacia climática bilateral y multilateral de Estados Unidos antes de la COP26, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará del 31 de octubre al 12 de noviembre de 2021, en Glasgow, Reino Unido.
Tal vez convendría que tanto Kerry como AMLO leyeran, antes o después de su reunión, una nueva publicación de la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard, Reinventar la educación sobre el cambio climático, escrita por Ulla Hemminki-Reijonen y Halla Hrund Logadóttir.
Este documento revisa los diferentes esfuerzos que se han hecho sobre la educación en torno al cambio climático y las oportunidades para adoptar enfoques pedagógicos innovadores, como tecnologías inmersivas, métodos participativos y aprendizaje basado en el arte.
Las autoras exponen ejemplos de cómo la colaboración institucional y el apoyo de los formuladores de políticas públicas pueden facilitar la educación sobre el cambio climático y tener un gran impacto.
De hecho, habrá un proyecto piloto sobre el aumento de la participación en la educación sobre el cambio climático en la misma Escuela Kennedy de Harvard.
¿Cuáles son las lecciones principales al diseñar la educación sobre el cambio climático? Las autoras consideran tres:
- Permitir que los estudiantes experimenten el cambio climático en lugar de simplemente pedirles que lean sobre él.
- Priorizar los métodos creativos, transversales y participativos.
- Mejorar los aspectos sistémicos. Por ejemplo, apoyar e involucrar a los formuladores de políticas públicas y a las instituciones educativas para que colaboren.
Las autoras comunican en su ensayo una gran preocupación: el Ártico está cambiando. Se está calentando al menos dos veces más rápido que el resto del planeta, y ya se ven algunas de las primeras comunidades del mundo desplazadas por el clima.
En última instancia, desafortundamente, lo que sucede en el Ártico no se queda en el Ártico. A medida que la cima del mundo se derrite, todos sentiremos los impactos. El fenómeno del cambio climático es complejo y transversal por naturaleza, es uno de los problemas perversos de nuestro tiempo.
La naturaleza del cambio climático también plantea un desafío para los educadores: ¿Cómo podemos crear conciencia sobre la urgencia de este problema y todos los efectos que vendrán después? ¿Cómo podemos mejorar nuestra vida en comunidad para responder y adaptarnos al cambio climático en un futuro incierto?
Las autoras del estudio señalan cuatro desafíos:
1. Complejidad del tema
El primer desafío para la educación sobre el cambio climático es la complejidad del tema. El cambio climático implica abordar no sólo cuestiones científicas y ambientales, sino también cuestiones sociales, culturales y políticas. Nuestra comprensión y respuesta al cambio climático se construye socialmente, y cada persona tiene su propia perspectiva. Los estudiantes necesitan interpretar datos numéricos, enlaces, conexiones y consecuencias, y los educadores necesitan encontrar formas efectivas de apoyar su aprendizaje.
2. Horizonte de largo plazo
El segundo desafío es el horizonte de largo plazo. Para otros problemas ambientales, los efectos a veces son a corto plazo, si no es que inmediatos. En contraste, los efectos de las emisiones de hoy no se sienten hoy, sino a lo largo del tiempo, pasando décadas antes de que se revelen. Hoy, las comunidades experimentamos las consecuencias de las emisiones históricas. Por lo tanto, puede ser difícil para los estudiantes comprender la urgencia y el impacto del cambio climático en sus propias vidas, especialmente en lo que respecta a sus propias contribuciones.
3. Problema global
El tercer desafío es que el cambio climático no es un problema regional ni nacional, sino global. A menudo, las regiones muy afectadas, como la región ártica, pueden sentirse muy alejadas de la propia ubicación de un estudiante que no se encuentran en el Ártico. Es por eso que generar empatía por las transformaciones que ocurren en otras comunidades afectadas por el cambio climático puede ser difícil. De hecho, la apatía climática puede hacer que los estudiantes tengan menos probabilidades de tomar un curso sobre cambio climático en primer lugar.
4. Desesperanza
Finalmente, los estudiantes también pueden sentir que no hay esperanza o que son impotentes para ayudar en la situación con sus propias acciones. Más de dos tercios de los adultos estadounidenses tienen al menos un poco de “eco-ansiedad” o preocupación por el cambio climático y sus efectos, y casi la mitad de las personas de 18 a 34 años dicen que sus vidas se ven afectadas por el estrés causado por cambio climático. Las personas dicen que harían más para reducir su contribución al cambio climático, pero sienten que no tienen suficientes recursos o habilidades para hacer los cambios necesarios.
Más allá de admirar la belleza de Palenque y la extraordinaria riqueza de biodiversidad que los mexicanos tenemos en el sur sureste de nuestro país, AMLO y Kerry deberían también reflexionar sobre la necesidad de educar a nuestros niños y jóvenes sobre el cambio climático.
Una educación sobre el cambio climático impactante e innovadora puede ayudar a reducir la brecha de aprendizaje. Un experto en temas de educación, Fernando Reimers, lo sintetiza adecuadamente:
“La educación sobre el cambio climático debe incluir programas escolares y universitarios, así como educación no formal e informal. Necesita educar a los viejos y los jóvenes, los empleados y los desempleados, los líderes y seguidores, los empresarios y los trabajadores”
Más allá del programa de siembra de árboles, el gobierno de la 4T debería empezar por reconocer esta tendencia y comprometer más recursos para la educación sobre el cambio climático. Y, de pasada, tratar de darle un curso intensivo a los miembros del gabinete de energía que no han entendido el dramático impacto que tendría sobre el medio ambiente su innecesaria reforma constitucional en materia eléctrica.
Javier Treviño en Twitter: @javier_trevino