El lunes por la noche en el programa La Hora de Opinar, transmitido por Foro TV y conducido por Leo Zuckermann, Héctor Aguilar Camín expresó una opinión sobre los candidatos de la oposición que dejó entrever lo que existe en el imaginario de los intelectuales. El historiador dijo que Santiago Creel era un político consolidado. En otras palabras, sin decirlo expresamente, dejó entrever que consideraba que el panista sería un buen candidato para encabezar la alianza opositora en 2024.

Dicho diferentemente, los intelectuales de altos vuelos aspiran a que un “político consolidado” con formación tecnocrática, y quizá formado en una prestigiada universidad extranjera, resulte candidato de la alianza tripartita.

Sin duda es deseable. En este tenor, suscribo la idea muchos mexicanos que el mejor presidente de México sería un hombre o mujer con una destacada trayectoria académica y profesional; preferentemente, que domine el inglés y que conozca la complejidad de la política internacional.

En este sentido, candidatos como Ricardo Anaya, Enrique de la Madrid o Santiago Creel resultarían ideales para dirigir los destinos del país. Conocen las problemáticas del país, tienen experiencia política, son instruidos y serían, en opinión de muchos, buenos jefes de Estado.

El problema, empero, es más profundo. Lo que no ha comprendido la oposición es que, para vencer a Morena y a la propaganda lopezobradorista, no necesitan tecnócratas ni personajes egresados de universidades prestigiosas, y mucho menos, que dominen el inglés o el francés, sino un hombre o mujer que sea capaz de conectar con la mayoría del electorado mexicano, que sea popular, que hable un lenguaje común y que llene las plazas públicas.

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Increíblemente, las cúpulas partidistas, los medios de comunicación y los analistas aún piensan en personajes como Santiago Creel como opciones viables para derrotar a Morena. Como he señalado, no queda duda de las credenciales académicas y políticas de muchos de ellos. Sin embargo, no han encontrado un candidato cuyo carisma rivalice con la propaganda oficial.

En suma, la oposición, rumbo a 2024, no cuenta con candidatos que pudiesen ni remotamente contener a la maquinaria oficial. Ciertamente ni Marcelo Ebrard ni Claudia Sheinabaum, y mucho menos, Adán Augusto López pueden ser descritos como candidatos carismáticos, pero cuentan en su favor la omnipresencia de AMLO y el contagio de su narrativa.

La alianza está hoy huérfana de candidatos que puedan ganar. ¿Cuándo se dará cuenta la oposición de que sus opciones resultarían derrotadas ante cualquier candidato de Morena? No lo ven… ¿o no quieren caer en la cuenta?