Hay algo de lo que carecen prácticamente todos los políticos, y no se diga, los presidentes: Es un valor humano que no está en su código de valores. Lo anulan, lo pulverizan y lo nulifican. Estoy hablando de la humildad.
La humildad es la virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo a ese conocimiento.
¿Hay alguna acción humilde que haya tenido el expresidente Andrés Manuel López Obrador o la ahora presidenta Claudia Sheinbaum Pardo?
Lo que hicieron y la manera en que actuaron los reyes de España ha sido ejemplar: La reina Leticia, de 52 años, y el rey Felipe, de 56 años, han visitado la entidad más devastada por el fenómeno DANA en España: Paiporta.
Estuvieron ahí, en medio del lodo, ensuciados por él; escuchado los reclamos de la gente. Y hemos visto en estas escenas que le han dado la vuelta al mundo a una reina quebrarse y llorar enfrente de la gente que clama justicia:
Ha dicho “perdón... Perdón”.
Y es que claro, ese numerito de la presidenta de México de exigir que España nos pida perdón queda ya muy lejos y suena a antiguo incluso.
Y es que, qué difícil es pedir perdón. Creo que es una de las cosas más difíciles de pedir.
Podemos pedir amor, podemos pedir un abrazo, podemos decirle a alguien que se vaya de nuestras vidas, podemos odiar, pero nunca nos es fácil pedir perdón... Y eso es de grandes.
Pero el presidente jamás le pidió perdón a los familiares de la Línea 12 del Metro de la CDMX; jamás ha pedido perdón por la tardanza e inacción en la pandemia. Imposible que pida perdón.
Solamente ha dicho que “lamenta mucho” que sucedan las cosas que le han dolido a todo el país.
Y es que lamentar no es lo mismo que pedir perdón. Son dos cosas muy diferentes.
Ya no se diga su imposibilidad de pedir perdón ante la tragedia de Otis pues todos sabemos que se fue a dormir sabiendo el desastre que se vendría para Acapulco.
Nadie nunca sale a pedir perdón. El perdón, esa palabra que significa no solamente ser humilde ante el otro sino tiene que ver con la grandeza humana.
En un gobierno al que han llamado erróneamente humanista el perdón no ha tenido cabida en el alma de nuestros gobernantes.
Los reyes de España nos recuerdan que nuestros políticos nos deben de pedir perdón por múltiples causas. Sería innumerable mencionarlas todas, pero deberían de hacerlo.
Me parece que incluso las imágenes de los reyes en medio del lodo y pidiendo perdón obligan a que nuestros políticos, sobre todo la presidenta de este país, deje de pedirle a otros que nos pidan perdón. Ella tendría que empezar por sí misma para con todos los mexicanos.
Señalar y culpar a otros de los errores ya es causa perdida. Se desgastó el truco para distraer de los errores de nuestros políticos.
Se deben de asumir no nada más como responsables sino humanos. ¿Es tan difícil? No lo creo. Un gesto de humanidad es una perla encontrada en medio del mar.
Y es que ya sabemos que ante los huracanes y desastres naturales, López Obrador se limitó a llegar limpio y seco a la base naval en Acapulco. Lejos y muy distante de los damnificados.
Claudia Sheinbaum dio un paso más: Estuvo con la gente en Acapulco pero lo de siempre, caminó una cuadra, abrazo a uno que otro damnificado y se acabó.
Seguramente el ambiente fue muy controlado, con militares rodeándola y evitando que la gente se desbordara en reclamos y gritos.
La humanidad es ese algo que le falta a muchos, es ese valor que te hace sentir que siempre puedes hacer un poco más por otros.
“Perdón, perdón”, esas palabras en boca de la reina Letizia, con el alma quebrada y llorando frente a los que se quedaron sin nada, quedarán guardados en la memoria de los Españoles para toda la vida.
Y si es que los reyes son muy queridos en España creo que lo serán aún más.
“Perdón”, esa palabra.
Es cuanto.