En sus columnas publicadas en Milenio, Joaquín López Dóriga se expresa con bastante decencia de Claudia Sheinbaum. Inclusive, la elogia con frecuencia. Supongo que lo mismo hace en su noticiero de Radio Fórmula —no lo escucho: me marea su voz, excesivamente rumbosa para mi gusto—.

Creo que Joaquín es objetivo al aplaudir a Claudia: la presidenta ha iniciado muy bien su gobierno y el periodista mencionado simple y sencillamente lo reconoce.

Aclaro que de ninguna manera pienso que López Dóriga se exprese en tan buenos términos de la presidenta Sheinbaum buscando un beneficio personal. En mi opinión López Dóriga lo hace porque es lo correcto, y nada más.

Mujer de reconocida calidad ética y bien educada, si Claudia lee o escucha a Joaquín seguramente agradecerá el trato justo y hasta laudatorio del colaborador de Milenio y Radio Fórmula, sin que esto signifique compromiso de ningún tipo.

Pero, junto con la gratitud, cuando la presidenta Sheinbaum atiende los comentarios de Joaquín López Dóriga, también debe molestarse, y mucho: Claudia debe sentir como propias las críticas durísimas, por lo tanto inaceptables, que el periodista dirige al expresidente Andrés Manuel López Obrador.

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Más molestia debe sentir Claudia —sin dejar de agradecer los comentarios positivos, por extraño que esto pueda parecer— debido a que Joaquín, para darle solidez argumentativa a sus elogios, los acompaña de fuertes cuestionamientos a Andrés Manuel.

“Sheinbaum, por inteligente y prudente, hace muy bien esto que López Obrador, por necio y palurdo, hacía muy mal”. Esta es la síntesis de algunos, no pocos, artículos recientes de López Dóriga.

Aunque, insisto, aprecie las opiniones positivas de Joaquín, no puede Claudia dejar de molestarse, y muchísimo, por las infamias que el periodista de Milenio y Radio Fórmula lanza para intentar —sin éxito, por cierto— dañar el prestigio de Andrés Manuel.

No es que AMLO mantenga su poder: lo perdió cuando salió de Palacio Nacional; ahora manda Sheinbaum, y solo ella. Lo que pasa es que —analicemos las cosas con mínima lógica— si Claudia agradece algunos apuntes de Joaquín, no debe costarnos demasiado trabajo imaginar el nivel enorme de agradecimiento de ella respecto del político tabasqueño de dimensiones históricas con el que trabajó durante toda su carrera política, respaldo sin duda fundamental para el éxito de Andrés Manuel, que desde luego este correspondió asesorando a la hoy presidenta para que lograra avanzar en el complejo mundo de la lucha por el poder.

En fin, siempre me ha parecido una vulgaridad utilizar las críticas contra alguien para darle fuerza a los elogios dirigidos a otra persona. Algo tan elemental no ha logrado entenderlo López Dóriga. A sus 77 años de edad y casi seis décadas ejerciendo el periodismo, él no ha madurado todavía. No en eso.