Hugo López-Gatell es un personaje que subió a la escena pública por las peores razones posibles. De ser un desconocido funcionario de escritorio pasó a convertirse en una figura relativamente importante dentro del gobierno federal. Sus conferencias vespertinas, donde informaba diariamente sobre la progresión de la pandemia, le condujeron a ser conocido por todos.

Yo he opinado reiteradamente que la prensa nacional fue implacable contra López-Gatell, cayendo en ataques desproporcionados contra un funcionario que cometió errores. Sin embargo, insisto, el gobierno de AMLO, al igual que el resto del mundo, se enfrentó a un virus desconocido que se expandía rápidamente.

No comparto, pues, aquellos apelativos de “doctor muerte” ni que sea acusado de ser el responsable “directo” de las lamentables pérdidas de vidas humanas provocadas por el Covid-19. Sin embargo, en tanto que funcionario público, debió ser cesado desde que se descubrió, entre otras pifias, que las mascarillas sí reducían efectivamente el riesgo de contagio.

Y ahora, según trascendió la semana pasada, López-Gatell buscará la candidatura de Morena a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. ¿En serio? ¿Cree seriamente el subsecretario que tiene posibilidades reales de echar a un lado al popular Omar García Harfuch, cuyos buenos resultados al frente de la policía capitalina están bien documentados? ¿Cree López-Gatell que los habitantes de la Ciudad de México, quienes sufrieron en carne viva los estragos de la pandemia depositarían su confianza en el funcionario responsable de la estrategia contra el covid-19? La respuesta es bastante obvia.

Quizá las verdaderas intenciones de López-Gatell son otras. Tal vez en realidad no aspira a la candidatura, sino simplemente a provocar ruido en un sector del partido con el propósito de negociar con Mario Delgado una salida decorosa en 2024. Es posible que aspire a una diputación, o si se quiere, a una senaduría. O mismo, que el subsecretario, dada su formación, espere una ratificación en la próxima administración federal bajo Claudia Sheinbaum.

En todo caso, las aspiraciones de López-Gatell de ser el candidato de Morena a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México se antojan asaz delirantes y poco serias. Se trata, si uno se deja llevar por la tentación de la especulación, de un mero teatro montado dirigido a obtener, por parte de la dirigencia morenista, una concesión que permita que el funcionario continué trabajando, pues difícilmente más de cinco capitalinos votarían por él.