“Nada es lo que parece.”

DICHO POPULAR

“A lo largo de los años hubo muchos momentos en los que el destino me preparó quiebros insospechados, sorpresas y esquinazos imprevistos que hube de afrontar a matacaballo según fueron viniendo. Alguna vez estuve preparada para ellos; muchas otras, no.”

MARÍA DUEÑAS

Mucho se especula sobre que Lorenzo Córdova se lance a ser candidato a la Presidencia de la República ahora que concluya su responsabilidad al frente del INE. Lo leemos en los diarios; lo escuchamos en espacios de opinión y análisis político.

No hay pocos simpatizantes de la oposición que verían eso con buenos ojos. Mi opinión es que se estarían equivocando.

Creo que el Dr. Córdova no contendría por diversas razones. La primordial es su defensa ferviente de la ley, de la democracia, del INE y de los tiempos electorales. Pero, por si eso fuese poco, sabe además que, de contender en el 2024, pondría en bandeja de plata el que la 4T clame: “¡Se los dijimos! Él no fue un juez imparcial mientras fungió como consejero presidente del instituto electoral”. Por supuesto, eso a nadie le daría más gusto que a López Obrador.

Afortunadamente, entonces, ante las puyas y señalamientos del primer mandatario, quien insiste que Lorenzo buscará un cargo político cuando termine su periodo en el INE, este último ha descartado por completo postularse rumbo al 2024. Ha reiterado, en cambio, que regresará el 4 de abril a su cubículo del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Si bien nunca ha dejado de ser un académico, una vez en la UNAM, Lorenzo tendría —ahí sí— posibilidades de contender por la rectoría de la máxima casa de estudios.

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Ello representaría una nueva ruta digna y a la vez retadora en su carrera. Después de todo, el hoy consejero ya probó por varios años lo que es desempeñar un puesto de altísima responsabilidad, así como dirigir una institución de gran calado, capacitar a decenas de miles de individuos y defender su autonomía.

Habría quien en la UNAM viera en él un importante activo; conoce los vericuetos de la vida pública y siempre ha mostrado su orgullo y lealtad a la institución. Sabe de comunidades y de diálogos plurales, donde todos y todas caben.

Pero la que realmente decide en el proceso de sucesión de la rectoría es la Junta de Gobierno de la UNAM. ¿Verán a Córdova Vianello con posibilidades? Seguramente algunos sí. Otros más, escuchando a una comunidad universitaria decididamente pro López Obrador, optarían por otro candidato que no sea la nueva “némesis” del tabasqueño.

Y, por supuesto, es posible también que, comparado con otros candidatos a rector (el doctor Leonardo Lomelí, secretario General de la Universidad; el doctor Luis Álvarez Icaza, secretario General Administrativo; la doctora Guadalupe Valencia, actual coordinadora de Humanidades; entre otros varios) quienes conocen bien las entrañas de la UNAM, él se perciba con menos conocimientos sobre la realidad que impera actualmente en la institución. ¿O es que el proceso nos guarda sorpresas?

En fin, puntos a favor tendría, indudablemente; también aspectos en contra.

Me pregunto, para concluir, si parte de los golpes que López Obrador le propina al INE se deben a que a toda costa busca evitar que Lorenzo formule y presente un programa de gobierno para esa casa de estudios. AMLO sabe bien que con Córdova como rector la Universidad, esta no estaría a merced de gobiernos cuatroteístas. Andrés Manuel está buscando inmiscuirse en el proceso de la UNAM y, por la misma razón, no quiere que Lorenzo coqueteé con la idea de ser rector.

Ya veremos cómo se desarrollan las cosas. Por lo pronto lo único cierto es que Lorenzo no busca —ni nunca ha pretendido— ser árbitro y a la vez jugador electoral.