El lunes pasado Lorenzo Córdova se despidió como consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE). Como es bien sabido, el próximo 3 de abril concluirá su periodo al frente del organismo. Según él mismo ha declarado, no buscará un cargo de elección popular sino que se reintegrará como catedrático de derecho constitucional en la UNAM.
En realidad, apenas un puñado de mexicanos habría realmente identificado a Lorenzo Córdova años atrás. Con excepción de sus apariciones televisivas por las tardes durante las jornadas de los comicios para anunciar el desarrollo del conteo rápido y de los resultados electorales, la presencia mediática del funcionario era limitada.
Su protagonismo público inició con las diatribas lanzadas en su contra por AMLO. Día tras día, mañanera tras mañanera, el presidente mexicano, en su inagotable afán de restar legitimidad a la institución y tildarla como organismo elitista, llevó a Córdova a los titulares.
A partir de entonces – y no antes- Córdova se vio obligado a multiplicar sus apariciones en redes sociales, responder cuestionamientos, defender al INE, proteger su integridad, y en suma, empuñar la espada contra un jefe de Estado todopoderoso empecinado en destruir su reputación.
La andanada interminable de ataques en contra de Córdova por parte de AMLO y de otros impresentables de la 4T, como el incendiario Gerardo Fernández Noroña y simpatizantes como Epigmenio Ibarra, ha estado plagada de medias verdades y tergiversaciones.
En tiempos recientes, se le ha acusado de violar la Constitución por ganar más que el presidente. Como bien señalé en otra columna ¿no es la propia Cámara de Diputados con mayoría morenista la que aprueba los tabuladores de los salarios de los funcionarios del Estado mexicano?
Otra acusación en contra de Córdova ha estado relacionada con un “daño a la democracia mexicana”. Así lo escribió ayer Epigmenio Ibarra en su cuenta de Twitter, quien, con su chocante tono aleccionador al estilo salinista, no ha escatimado recursos discursivos para destruir al INE y apoyar incondicionalmente al mesías tropical en su aventura dirigida a sepultar la democracia electoral.
¿En verdad un ciudadano consciente cree que Lorenzo Córdova hizo daño a la democracia mexicana? Al final, es un funcionario que, de acuerdo con las limitaciones impuestas por la Constitución, las leyes y el reglamento interno del INE, hizo su trabajo dirigiendo al Consejo General hacia el respeto a la pluralidad de partidos y a la voluntad de la mayoría de los mexicanos.
En suma, Lorenzo Córdova se va, y probablemente no volverá a la vida pública. No es héroe, y mucho menos, el villano que han buscado hacernos creer AMLO y sus huestes. Es simplemente un funcionario de Estado que cumplió con su deber y que se vio envuelto en el torbellino de la política nacional, hoy protagonizada por un presidente autoritario y por una camarilla de oportunistas.