Seguí el debate en el Instituto Nacional Electoral. Extraordinario nivel de argumentación el de algunos consejeros y algunas consejeras que no estuvieron de acuerdo con la locura planteada por Lorenzo Córdova y Ciro Murayama: aplazar todo lo relacionado con la revocación del mandato presidencial.
Merecen el mayor de los reconocimientos Carla Humphrey, Norma Irene De la Cruz, Uu-kib Espadas, Martín Faz Mora y Adriana Favela.
Una vergüenza la manera en que Dania Ravel, Jaime Rivera, José Roberto Ruiz y Claudia Zavala defendieron la propuesta de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama.
Repitamos los últimos nombres que pasarán al basurero de la historia:
- Dania Ravel
- Jaime Rivera
- José Roberto Ruiz
- Claudia Zavala
- Lorenzo Córdova
- Ciro Murayama.
Son funcionarios absolutamente despreciables. Utilizaron toda clase de mentiras para apoyar algo realmente antidemocrático y en abierto desacato a una clarísima orden constitucional: posponer o suspender —por las puras pistolas de Córdova y Murayama— la consulta de revocación.
El tribunal electoral los pondrá en su lugar, claro que sí. Porque la consulta de revocación —pagada con el dinero del INE, naturalmente— deberá realizarse. Y se realizará, sin duda, porque más de 3 millones de mexicanos y mexicanas ya firmaron para exigir que se celebre.
Es la destrucción del Instituto Nacional Electoral. Lo están asesinando dos activistas de la derecha disfrazados de árbitros electorales, Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, quienes contaron con la complicidad de tontos y tontas útiles: Dania Ravel, Jaime Rivera, José Roberto Ruiz y Claudia Zavala.
En el PAN, antes de la votación, festejaban porque se suponía que la propuesta de Córdova iba a ganar 10 votos contra uno solo. No contaba el partido conservador con la dignidad de estas personas, a quienes no me cansaré de aplaudir:
- Carla Humphrey
- Norma Irene De la Cruz
- Uu-kib Espadas
- Martín Faz Mora
- Adriana Favela.
Será tarea de Humphrey, De la Cruz, Espadas, Faz y Favela encabezar la creación de una nueva autoridad electoral. Deberán hacerlo en coordinación con el poder legislativo.
El INE ya se murió —lo mataron Córdova y Murayama— y a partir de sus cenizas deberá surgir el nuevo modelo de organización de elecciones, que todos esperamos sea más honesto, más imparcial y, sobre todo, menos costoso para la nación.