La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, presentó su informe de los primeros 100 días en el cargo, un evento que, si bien buscaba consolidar su liderazgo en la capital, dejó más dudas que certezas sobre la dirección de su administración. En medio de un Auditorio Nacional repleto de simpatizantes, lo que más destacó no fueron los anuncios de obras ni los compromisos cumplidos, sino la ausencia de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien optó por priorizar una gira en Oaxaca.

Este gesto político no es menor. La relación entre Brugada y Sheinbaum ha sido un punto de especulación desde el inicio de este gobierno, y la ausencia de la presidenta en un evento clave podría interpretarse como un mensaje de distancia política. Aunque Sheinbaum envió a un representante, su falta de presencia física resonó más fuerte que cualquier palabra de respaldo.

En el plano administrativo, el gobierno de Brugada ha sido poco vistoso y ha carecido de acciones que realmente luzcan. Si bien se mencionan proyectos como la remodelación de la Línea 3 del Metro, la expansión de ciclovías o las Unidades de Transformación Social (Utopías), ninguna de estas propuestas logra capturar la imaginación ni generar un cambio transformador en una ciudad tan compleja y diversa como la capital, tampoco se acerca al proyecto progresista que demanda una metrópoli como la capital mexicana.

Puede ser en parte, al equipo cerrado que ha conformado la mandataria. Fuentes cercanas al gobierno han señalado que Brugada y su círculo de confianza han optado por trabajar con un grupo reducido de colaboradores, lo que ha limitado las posibilidades de incorporar nuevas ideas o enfoques innovadores. Es un error estratégico: en una urbe con los retos y dimensiones de la Ciudad de México, se necesita apertura, inclusión y una visión que trascienda los modelos de gestión tradicionales.

Pareciera ser que la jefa de Gobierno ve a la gran metrópoli capitalina con la misma óptica que vio y gobernó la alcaldía de Iztapalapa; y es que aunque su gestión en esa alcaldía tuvo aciertos, las problemáticas y necesidades de una delegación no son comparables con las de una megalópolis global. La falta de un enfoque más ambicioso y de políticas que respondan a los retos de una capital internacional deja la impresión de que la ciudad está siendo gobernada con una visión limitada y localista.

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La Ciudad de México no necesita un gobierno que administre las carencias, sino uno que las supere. En el camino hacia el Mundial del 2026 y otros retos globales, la capital requiere liderazgo, creatividad y capacidad para construir una narrativa que inspire confianza y esperanza. Hasta ahora, el gobierno de Clara Brugada no ha logrado articular esa visión. Tiempo al tiempo.

La ausencia de la presidenta Sheinbaum podría ser un indicio de que las fisuras políticas dentro de la Cuarta Transformación empiezan a salir a la luz, y Clara Brugada no puede darse el lujo de gobernar desde el aislamiento. Si no corrige el rumbo, su gobierno corre el riesgo de ser recordado como una oportunidad perdida en el momento en que la ciudad más grande del país necesitaba un liderazgo a la altura de su grandeza.