Cuando olvida sus obsesiones ideológicas, qué buen periodismo hace el Grupo Reforma (diarios Reforma, en la Ciudad de México; El Norte, en Monterrey, y Mural, en Guadalajara).
Hoy tales periódicos han revelado que el panista Enrique Vargas robó a una mujer muerta 27 millones de pesos.
El robo se operó a través de un feo trinquete diseñado y ejecutado por el precandidato del PAN a la gubernatura del Estado de México.
Los detalles pueden consultarse en las páginas de internet de Reforma, El Norte y Mural; vale la pena hacerlo.
Aquí solo diré que Vargas a una difunta la estafó con 27 millones de pesos porque pagó 3 millones por una casa cuyo costo era 10 veces superior.
La comentocracia asegura que todos y todas en la política son iguales; en realidad, no es así: los hay peores, como Vargas, del PAN; si Delfina Gómez, de Morena, ha caído en conductas inadecuadas, lo realizado por su rival panista es muchísimo más grave.
Los hay peores, sí, y todavía más peores, como Alito Moreno, del PRI…
Que nadie se sorprenda cuando empiecen a aparecer transas de algunas persona de oposición del grupo de quienes han levantado la mano para buscar la candidatura presidencial de 2024; así es esto, y ni caso tiene quejarse.
¿Qué decir de las corcholatas de Morena? Si algo positivo ha tenido el adelantado juego de sucesión ha sido que se ha investigado el modus vivendi de quienes aspiran a la presidencia por el partido de izquierda.
Si no se ha publicado nada sobre el patrimonio de cada una de las corcholatas se debe a que no hay nada particularmente escandaloso, al menos yo no lo veo.
Después de tanto tiempo de estar bajo los reflectores de la opinión pública —teniendo, como tienen, tantos y tan poderosos enemigos—, algo malo ya habría salido relacionado con la riqueza de las corcholatas, y no ha ocurrido.
Quizá no se ha hablado de los inmuebles de las corcholatas para no elogiar a Morena, que tiene ahora un presidente, AMLO, quien ha vivido siempre como persona de clase media baja sin ambiciones económicas; ahora, el partido de izquierda puede presumir que al menos una persona entre sus militantes que pretenden llegar a Palacio Nacional vive en la honrosa medianía de la que hablaba Benito Juárez.
Ya se verá si quienes se han apuntado para el 2024 por la oposición pasan la dura prueba a la que les someterá la santa inquisición en que se convierten la sociedad mexicana, sus medios y sus redes sociales cuando alguien se atreve a decir que quiere la presidencia del país.
En la oposición hay biografías sin duda limpias, como la del gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, quien llegó hasta donde está después de haber sido investigado por compañeros de su partido y por rivales de otros institutos políticos, y aprobó el examen.
Pero si Kuri pasará la nueva prueba, no estoy seguro de que logren buenas calificaciones otras personas que se sienten capaces de pelear por la presidencia de México. Y es que, como en el bolero, todos y todas tienen un pasado... o varios pasados.