A la voz de “entre comentócratas orgánicos de derecha podremos despedazarnos, pero jamás nos haremos daño”, sus miembros ilustres parecen haber gritado al unísono: ¡fuera toda máscara! Esto al tocar el presidente López Obrador a uno de sus miembros, la señora María Amparo Casar.
Los abajofirmantes se han dado a la defensa de varios actos de lo más corrupto por parte de la aún presidenta de ese membrete irónicamente llamado “Mexicanos Unidos Contra la Corrupción”, de los tantos por cierto que ha utilizado la derecha neoliberal para sus oscuros fines, con el principal ‘logro’ de ya desde hace tiempo, haber desacreditado el término “sociedad civil”.
Y resulta que en pocos días se metió el gobierno (más bien fue el sólito) también con un sobresaliente aliado, un alto miembro del clero católico, metido hasta las narices justo a donde la Constitución les ordena no hacer: en política, casos puntuales los obscenos llamados a “no votar por el COMUNISMO”, apostando a la ignorancia de su feligrasía y del pueblo, que piensan ellos, no saben que tal concepto dejó de existir hace ya 35 años.
Los comentócratas de marras están desatados, aplauden y justifican el que un obispo haya mentido valiéndose de los medios masivos de comunicación, con el cuento de un secuestro, que luego se haya sabido, con pruebas irrefutables, que el señor se encontraba en un motel de paso, con un mozalbete, y un KIT (pagado con las limosnas de su grey) consistente en cocaína, VIAGRA, condondes, lubricantes sexuales y alcohol en dosis generosas.
Que qué tiene de malo, que cómo nos atrevemos, que si el señor obispo incluso ya nos perdonó, y no se que batería más de barbaridades disparadas desde no pocos micrófonos y plumas ilustres.
Otro caso es el de Ciro Gómez Leyva, que desacreditó en su programa al ejercicio estudiantil llamado ‘simulacro electoral’, dónde participaron de ese esfuerzo más de 400 universidades públicas y privadas de todo el país, habiendo votado más de un cuarto de millón de estudiantes.
¿Qué fue lo que tanto les irritó? Que su candidata (porque la tienen y es la señora Gálvez Ruiz) haya quedado en un muy humillante tercer lugar en dicha simulación electoral, con una Claudia Sheinbaum en modo aplanadora y un Álvarez Máynez también ya lejos del llamado frente opositor, colocado firme y sereno en un nada despreciable segundo lugar.
En fin, que la comentocracia neoliberal mexicana ha quedado en muy pocos días malherida, y que ya entrados en la tercera edad, si no ahorraron e invirtieron bien su dinero, pasarán unos últimos años de su vida de manera comprometida en lo económico, porque (y que ya lo entiendan), los años dorados en os que tenían sus llaves de plata de las arcas nacionales no volverán jamás, y una generación de jóvenes periodistas politizados y con una noción de la ética a años luz de distancia de la suya, está ya tomado espacios preponderantes en lo que a comunicación política en México se refiere.