Abuchear: “1. tr. Dicho especialmente de un auditorio o de una muchedumbre: Sisear, reprobar con murmullos, ruidos o gritos.” (RAE).
Abucheo: “m. Manifestación pública de desaprobación mediante ruidos o gritos: los actores se vieron obligados a abandonar el escenario ante el gran abucheo del público.” (W.R.)
Los abucheos constituyen un recurso del público después de no recibir el producto o servicio por el cual pagó, por ejemplo, en un estadio o en un auditorio. Así, los abucheos generalmente son espontáneos; se dan sin premeditación, al calor de los hechos, de un momento a otro.
Los abucheos tienen varios significados, aunque su sentido principal, como acto de desaprobación, se mantiene: al abucheo se le puede leer como protesta; como decepción; como rechazo; como desacuerdo; como crítica; como expresión de insatisfacción.
Se han dado abucheos para la Selección Mexicana de Fútbol; abucheos para un boxeador que se ve favorecido por los jueces, sin vencer ni convencer, en una decisión dividida. Abucheos para un equipo de beisbol que no ha dado resultados favorables.
En un acto público donde hay abucheos no hay una consigna, casi nunca, preparada o deliberada. Lo mismo hay abucheo para músicos, cantantes o actores que no gustan al público. Por algo sería.
Recientemente, se han registrado abucheos para políticos de todos los colores y tendencias ideológicas, ya sea porque no cumplen o porque no son de la simpatía de los asistentes a un acto público, pero casi siempre se debe a los pésimos resultados de gobierno. Cosa que ha sucedido en diferentes entidades de nuestro país. Si mal no recuerdo hubo abucheos en meses pasados en San Luis Potosí, Durango, en Coahuila, en Yucatán... E incluso en estados con gubernaturas aliadas al régimen de la “4T”.
Hace poco se escuchó un abucheo para el mismo presidente López Obrador en algún acto público, si mal no recuerdo en un estadio. Por lo tanto, los abucheos no van dirigidos exclusivamente a políticos de una bandera guinda, roja, azul, amarilla o naranja. No, aquí y allá los abucheos son democráticos o actos de auténtica democracia, van para todos por igual.
El pasado fin de semana, el domingo 21 de julio, hubo una visita a Querétaro del presidente López Obrador y de Claudia Sheinbaum, virtual presidenta electa del país, para supervisar avances de obras y programas del gobierno federal en la entidad. Durante el acto oficial realizado en la capital queretana, el respetable lanzó abucheos a la hora en que el gobernador Mauricio Kuri González se disponía a dar un mensaje. Fue una situación extraña, puesto que Kuri ha sido calificado positivamente en encuestas o estudios de opinión.
Fue tan escandaloso el abucheo que, tanto la doctora Sheinbaum como el licenciado López Obrador, tuvieron que interrumpir el acto para solicitar a los asistentes inconformes permitieran hablar, con respeto, al gobernador de extracción panista, y para que el público lo pudiera escuchar.
La expresión más emblemática del álgido momento, se dio cuando Sheinbaum señaló: “Las elecciones ya pasaron, ya no estamos en campaña…”
Hay dos versiones sobre los hechos del pasado domingo: una, indica que los inconformes serían simpatizantes o militantes del partido Morena y aliados políticos. Otra, dice que sólo eran ciudadanos en desacuerdo con la figura del gobernador y por sus resultados negativos al frente del poder ejecutivo estatal (de 2021 a 2024).
¿Por qué los abucheos no pueden representar una señal política espontánea? ¿Por qué los abucheos simbolizan, o no, una evaluación informal, coyuntural, de la ciudadanía hacia el desempeño de los gobernantes? ¿Por qué reducir a tales abucheos como un simple efecto de un discurso de odio?
Más preguntas: ¿hubo inconformidad de la ciudadanía queretana por los hechos lamentables que se produjeron, el 5 de marzo de 2022, en el estadio Corregidora, cuando hubo una dramática batalla campal entre aficionados de Gallos de Querétaro y del club Atlas de Guadalajara? ¿Dónde estaban las autoridades encargadas o responsables de la seguridad ciudadana en el estado?
¿O tal vez hubo inconformidad de la ciudadanía queretana porque se realizó un reemplacamiento de vehículos injustificable y caro al inicio de este sexenio? Esa recaudación, según el gobierno, sería destinada para aumentar los recursos para la seguridad ciudadana. ¿O hubo inconformidad de la ciudadanía queretana por la represión en contra de colonos que buscaban soluciones relacionadas con la privatización de los servicios de agua potable? En todos estos casos, el abucheo no sólo se ha dado en la plaza pública, sino en otros sitios, contextos y circunstancias sociales.
¿O tal vez hubo inconformidad de la ciudadanía queretana, que ha rechazado las obras llevadas a cabo en Av. 5 de Febrero (al menos por la forma y el fondo en que se han hecho), y que se han traducido en caos vial y sospechas de corrupción? ¿O las protestas son debidas al aumento de actos de delincuencia que en el pasado no se registraban en la entidad?
¿O tal vez hubo inconformidad de la ciudadanía queretana debido a que el gobernador Kuri es percibido como poco empático con la sociedad o demasiado ausente en relación con los problemas locales, ya que viaja con frecuencia al extranjero para buscar, se dice, más inversiones para la entidad?
Al respecto, la gente se pregunta: ¿por qué no invitar a los inversionistas a Querétaro? ¿Por qué gobernar desde el avión privado? ¿Es una manera de desconectarse del estrés que genera la gubernatura, el cargo político más alto en la entidad? ¿Por qué gobernar desde alguna oficina de un hotel fuera del país?
¿O la desaprobación ciudadana se debe acaso porque el poder legislativo local (con mayoría panista) acaba de aprobar, en “fast track” (rápido, de prisa o “al vapor”), una modificación al texto constitucional del estado, para que el fiscal anticorrupción (supuestamente autónomo), sea nombrado a modo, de ahora en adelante, por el jefe del ejecutivo estatal y con menor o casi nula participación ciudadana?
Sin embargo, en el caso de Querétaro, los “abucheos” como descontento también se expresaron no sólo ese día, ni ahí, sino de otra manera: en las urnas. El pasado 2 de junio, como se sabe, el partido mayoritario en la entidad, el PAN, sufrió un duro descalabro al término de la jornada político electoral. Junto con el priismo, partidos históricamente hegemónicos en Querétaro, el PAN perdió el control de algunas presidencias municipales, así como de posiciones en las cámaras de diputados federal y local. Prácticamente, a partir de septiembre próximo, el panismo no será mayoría en el congreso local. Hecho que no tiene precedente en la historia política de Querétaro.
Donde el río suena es que agua lleva. Hay que recordar que, desde 2021, el partido Morena se convirtió en segunda fuerza política en la entidad. Ese año, en que el empresario Kuri ganó la gubernatura, la candidata del partido Morena, Celia Maya, ocupó el segundo lugar en la votación estatal.
Los abucheos, rechiflas o protestas acaloradas son y deben ser parte de la democracia. No cabe duda. Y quizá deban de ser, con todo respeto, actos de simbolismo político que envían mensajes oportunos, certeros, acerca de la necesidad de un cambio.
Los abucheos en ambos casos o contextos son eventos que habrán de tomarse en serio, porque representan, en todo caso, el derecho que tiene la ciudadanía, la sociedad, la gente, el público, el pueblo a ser escuchados, a manifestarse libremente, a plantear sus desacuerdos, pues es, después de todo, el ejercicio de un derecho de protesta pública consagrado en la constitución.
A veces, por si fuera poco, los abucheos, las protestas y las manifestaciones ciudadanas de descontento, pueden significar el anuncio o la solicitud implícita de una eventual revocación de mandato.
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