El 2022 termina. Debemos recordar algunos de los eventos que tuvieron lugar durante este año y que, de una manera u otra, determinaron el curso de la historia. Estos acontecimientos estuvieron marcados, en muchos casos, por condiciones adversas que han provocado muerte y sufrimiento. Sin embargo, también atestiguamos eventos que a muchos causaron ilusión y alegría.
No hay duda que, a nivel internacional, el evento más trascendente fue la invasión de Ucrania por parte de la Rusia de Vladimir Putin. Este personaje, antiguo miembro de la KGB, sueña aún con la otrora Unión Soviética, y en la persecución de su sueño de hacer resucitar las glorias pasadas, ha encabezado una ofensiva que no únicamente ha sacudido al este de Europa, sino al mundo entero.
Tras la invasión a Ucrania, y con la caída de la economía y de las exportaciones de este país, se ha disparado una inflación que, sumada a la situación provocada por la recuperación económica tras el fin de la pandemia de Covid-19, ha sido la principal causa de un aumento incontrolado de los precios a nivel mundial. Desafortunadamente para algunos países como México la inflación no ha venido acompañada de una recuperación económica importante, lo que representa el peor de los mundos para una buena parte de los Estados en el globo.
Otro evento que sacudió a la prensa internacional fue la muerte de la reina de Isabel II en septiembre. Con el deceso de la soberana se dio término a setenta años marcados por el derrumbamiento del Imperio británico, la Guerra Fría, la consolidación de un nuevo orden mundial, el advenimiento del capitalismo como principal doctrina económica, y en suma, una sucesión de acontecimientos que marcaron la historia del siglo XX.
Sumado a Ucrania y a la muerte de Isabel II, añadimos la consolidación de regímenes de izquierda en América Latina. Con el triunfo de Lula de Silva, Gustavo Petro y Gabriel Boric, en Brasil, Colombia y Chile, respectivamente, la región latinoamericana dio un paso decisivo hacia el fortalecimiento de una narrativa basada en el combate contra la pobreza y la desigualdad. Si bien cada país cuenta su propia historia, la teoría de las relaciones internacionales conocida como el “el efecto dominó” parece penetrar en la América española.
Ahora, las noticias alegres. El Mundial de Qatar, a pesar de los escándalos de corrupción en la FIFA provocados por la controversial designación del país árabe como sede del torneo, estuvo marcado por la alegría, la fiesta y el buen fútbol. No obstante la eliminación temprana de la selección mexicana en la fase de grupos, un gran número de nuestros connacionales gozaron plácidamente los partidos, y algunos tuvieron ocasión para viajar a aquella parte del mundo.
En México, empero, no recibimos buenas noticias. A lo largo del 2022 hemos visto la degradación de la política; con un presidente empecinado en la centralización de un poder que busca dejar sin espacios a una oposición que hoy representa a millones de mexicanos.
Con su andanada de ataques contra periodistas, la prensa libre y las instituciones autónomas del Estado mexicano, AMLO no ha cejado en su empeño de utilizar el discurso de su popularidad para impulsar reformas que provocarán un daño cuasi irreversible para la democracia mexicana; entre ellos, desde luego, la reforma electoral.
México y el mundo merecen un mejor destino en 2023. A pesar de los innumerables desafíos en un amplio abanico de materias, sucesos como el avance de la tecnología y el despertar ciudadano deberán ser el motor para detener el retroceso democrático, a la vez que facilitará el progreso económico y el mejoramiento de la vida de todos. Así debemos esperarlo.