Nadie sabe a ciencia cuántas muertes se pudieron haber evitado si contrario a usar el “Detente”, a rechazar el uso del cubrebocas, y a actuar de forma negligente, este gobierno se hubiese accionado para diseñar estrategias de combate a la pandemia, para colocar al frente a los mejores y más doctos galenos en el tema, para adquirir indumentaria adecuada para los médicos que pelearon cara a cara para combatir al coronavirus y perdieron la batalla. Tampoco se puede advertir cuántos enfermos de cáncer pudieron haber sobrevivido si hubiesen contado puntualmente con sus quimioterapias. Y mucho menos se puede especular sobre cuántas personas continuarían con vida si contrario a disponer el método de “abrazos no balazos”, se hubiese actuado con mano firme y con una política distinta para combatir a la delincuencia organizada.
Lastimosamente, la estadística nos dice que hasta ahora, alrededor de 700 mil personas fallecieron a causa de COVID-19.
Y es que, aunque oficialmente se contabilizan 288 mil muertes por COVID en nuestro país, de acuerdo con una investigación del Institute for Health Metrics and Evaluation (HME) de la Universidad de Washington, el número de muertes en México a causa del coronavirus es tres veces mayor a la cifra que se reporta.
Desde el inicio de la pandemia el presidente le restó importancia, todo lo que pudo haber hecho mal, lo hizo. Invitó a la gente a salir a las calles, a comer en changarros, a no dejar de reunirse, a no usar el cubrebocas, a usar estampitas como protección para no contagiarse. En un principio no se decretó la sana distancia, no se aconsejó el encierro, no se anunciaron protocolos a seguir ni se dictaron medidas extraordinarias. Por supuesto, los más de 700 mil muertos por COVID no se le pueden atribuir a López Obrador, pero quizá se pudo haber hecho algo más.
Por otro lado, en lo que va de la presente administración bajo la égida de Andrés Manuel López Obrador 2 mil 190 niñas y niños con cáncer fallecieron. La semana pasada sus padres y los de otros menores enfermos de cáncer acudieron a la Fiscalía General de la República para ampliar la denuncia por presunto genocidio y falsedad de declaraciones en contra del secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, luego que un par de días antes el propio galeno reconociera en su comparecencia ante la Cámara de Diputados que hubo desabasto de medicamentos. Ya antes, en el 1 de Julio del presente, se había presentado una denuncia penal contra el subsecretario Hugo López-Gatell ante la Fiscalía General de la República (FGR) por los delitos de genocidio, comisión por omisión y discriminación, ante el desabasto de medicamentos y falta de quimioterapias.
En cuanto a homicidios dolosos, parece que no resultó la estrategia del presidente, quien una y otra vez se ha pronunciado por combatir la delincuencia organizada sin hacer uso de la violencia o algún otro método diferente al de “abrazos no balazos”. De diciembre de 2018 a septiembre de 2021, suman más de 100 mil 300 víctimas en el país a causa de este flagelo, de las cuales 99 mil 569 son homicidios dolosos y más de 2 mil 800 feminicidios, según las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Es el sexenio más violento en la historia del país.
“En octubre pasado la secretaria de Seguridad Púbica, Rosa Icela Rodríguez, presentó el informe mensual de incidencia delictiva, en el que destacó que en septiembre los homicidios dolosos y feminicidios tuvieron un descenso, sin embargo, en su discurso no mencionó que entre el 1 de diciembre de 2018 y el 30 de septiembre de este año se alcanzaron 100,344 muertes violentas: 97,532 homicidios dolosos y 2,812 feminicidios.
Con las cifras se confirma que aunque el gobierno federal asegura que se logró un punto de inflexión en el homicidio doloso, este delito ha alcanzado cifras históricas en los últimos 33 meses. Para expertos en seguridad pública, los datos confirman que la militarización del país por la que ha apostado el presidente Andrés Manuel López Obrador no está dando resultados.
Las cifras presentadas, confirman que a la mitad del camino del sexenio del presidente López Obrador, México ha tenido dos de los años más violentos y se prevé que 2021 se sume como el tercero. En 2019, los homicidios dolosos alcanzaron los 34,689 delitos, para 2020 se contabilizaron 34,558 y en los primeros nueve meses de 2021 suman ya 25,392.
Antes de que López Obrador tomara posesión como el primer presidente de México de un partido diferente al PRI y al PAN, el país nunca había superado los 31,000 homicidios dolosos en un año. Los últimos 11 meses del gobierno de Enrique Peña Nieto, se registraron 30,847 homicidios dolosos. Un año antes, en 2017, este delito alcanzó los 28,870 eventos y en 2016 los 22,542.
Desde antes de que iniciara su administración, López Obrador sostuvo que su estrategia para la pacificación atendería las causas que generan la violencia para lo cual hay una derrama de alrededor de 180,000 millones de pesos en la implementación de programas sociales como Jóvenes Construyendo el Futuro y Jóvenes Escribiendo el Futuro. Además, ha sostenido que no enfrentará la violencia con más violencia, idea que se resume en “abrazos no balazos”.(Expansión Política 21/10/21).
Este 2 de noviembre que en México se conmemora el Día de Muertos, no podemos dejar de preguntarnos, cuántas familias se enlutaron prematuramente en estos últimos años ya sea a causa de la pandemia, del desabasto de medicamentos o víctimas del crimen organizado; cuántos de esos muertos que aparecen en las fotografías que visten hoy millones de altares en nuestro país todavía no era su tiempo de partir; y cuánto dolor se habría evitado en otras condiciones, con otro gobierno, en otro país.
Ojalá nuestro presidente pueda reflexionar sobre sus acciones, sus estrategias, sus métodos, porque aún se puede evitar más muerte y mas dolor a las familias mexicanas.