Es importante admitir que, desde una perspectiva política, no hay una fuerza que pueda hacer frente con el inminente apoyo popular que tiene Morena. Eso, además de ser un legado que se ha construido por años, constituye una gran responsabilidad que se edifica desde las instituciones de la administración federal. De igual forma, el legislativo se ha convertido en un gran aliado para seguir profundizando las políticas públicas que, a través de un marco legal en la constitución, ha permitido un avance sustancial en distintas materias. En vista del triunfo abrumador de Morena, hay condiciones para concretar los proyectos que presentó el presidente. Uno de ellos, desde luego, la iniciativa de reforma al poder judicial.
Dado que Morena hará valer su condición de mayoría calificada bajo el respaldo irrestricto que le ha otorgado la población a través del mandato popular se espera que, en el primer semestre de la administración que encabezará Claudia Sheinbaum, como presidenta electa, se avalen las cinco iniciativas que superarán cualquier resistencia de la oposición. Eso, en los hechos, pasará a partir del mes de septiembre, fecha en que tome protesta la nueva asamblea legislativa en San Lázaro. Eso quiere decir que, desde ambas cámaras legislativas, hay capacidad y liderazgos. Siendo así, el movimiento que liderará Sheinbaum lucirá fuerte y vigoroso. A lo que voy es que, con todo lo que está sucediendo a la par, se está conformando una estructura sólida que, evidentemente, tendrá larga vida.
Dentro de poco, sabemos, Mario Delgado entregará la dirigencia nacional de Morena con resultados muy positivos. En su lugar, claro está, llegará Luisa María Alcalde, actual secretaría de gobernación y pieza clave del engranaje. Ella, en unos meses más, se convertirá en la presidenta nacional de Morena para los próximos tres años. De hecho, una vez que asuma esa responsabilidad, tendrá la tarea de organizar no solamente las estructuras en los estados, sino de ir capitalizando el poder político para garantizar competitividad en las elecciones intermedias del 2027. Desde luego, será la primera prueba de fuego que, a la postre, traerá triunfos contundentes en la mayoría de las gubernaturas que se disputarán. Inclusive, es altamente probable que Morena, como se han dado las cosas, gane el mayor número de posiciones.
De manera paralela, sin duda, Morena tendrá todo el apoyo político de quien será la próxima presidenta constitucional de México. Ella, considerando el resultado del pasado 2 de junio, gobernará con gran legitimidad y respaldo ciudadano. Algo similar a lo que viene ocurriendo con el presidente López Obrador. Eso, todavía más, fortalecerá al movimiento de izquierda. De hecho, los altos índices de aprobación que tuvo el mandatario, en consecuencia, sumaron a favor de la unidad. Inclusive, Sheinbaum, a comparación de AMLO, sumó más votos a la causa de Morena. Es decir, se mantuvo la base o el voto duro del ejercicio democrático del 2018 y, de paso, se superó la meta al ganar terreno con seis millones de voluntades más.
Y qué decir de la fuerza que constituye Morena en ambas cámaras legislativas. En una y otra, de hecho, tiene grandes y destacados liderazgos que representarán al movimiento con madurez y experiencia. El arribo de Ricardo Monreal a San Lázaro, y el nombramiento inminente de Adán Augusto en el Senado de la República, son garantía para seguir profundizando las políticas públicas de la Cuarta Transformación. Justo en este momento, de igual forma, vienen empujando muchos cuadros que se han formado en el movimiento y que, en términos políticos, constituyen el relevo generacional que tanto ha hecho énfasis el presidente López Obrador. Eso, como se sabe, es certeza para continuar defendiendo la agenda que impulsará Sheinbaum desde Palacio Nacional.
Esa misma organización y planeación vendrá de los estados que gobierna Morena, por lo que además de tener un buen manejo, será una base de apoyo para el movimiento. En ese sentido, hay mandatarios estatales que, con quehacer y rendimiento, figuran en las primeras posiciones de desempeño por el trabajo que han llevado a cabo. En Michoacán, por ejemplo, Alfredo Ramírez Bedolla tiene más del 64% de apoyo de la ciudadanía. Dicho de otra forma, ha sabido capitalizar una política eficiente a lo largo y ancho del territorio Purépecha. En todo caso, son componentes que, al igual que los demás, suman a complementar el objetivo común de la llamada Cuarta Transformación. De hecho, Bedolla hizo posible lo que muchas administraciones pasadas no hicieron en muchos años. En pocas palabras, el gobernador de Michoacán, durante los tres años de su mandato, cumple al pie de la letra sus promesas de campaña.
Y con ese nivel que han mostrado los protagonistas de la Cuarta Transformación, muy pronto tomarán protesta los gobernadores electos que, para el caso, suman a la causa del movimiento de izquierda y su contribución al desarrollo. Eso, a su vez, pone de manifiesto la fortaleza que, años atrás, luchó contra viento y marea. Hoy, sabemos, las condiciones son distintas y, en ese sentido, Morena, o mejor dicho, el proyecto que encabeza Claudia Sheinbaum, está en pleno apogeo. Eso se notó en las elecciones de gobernador en algunos puntos del país. El ejemplo más claro radica en Chiapas. Recordemos que, hace casi dos meses, Eduardo Ramírez ganó con el 80% de los votos. Hay una razón muy simple: existen grandes expectativas para llevar al sur del país a otras latitudes de progreso. Y alguien que sabe tejer alianzas como Ramírez, es muy probable que tenga una labor exitosa al frente, especialmente cuando en un proceso de transición presenta mecanismos e instrumentos sofisticados para construir mejores condiciones en pro de la pacificación.
Y como la Cuarta Transformación es parte de la población civil y del devenir social, podemos augurar una larga vida para el movimiento de izquierda. En pocas palabras, muchos años en el poder público como la mejor alternativa para concretar las acciones que el pueblo de México necesita.