Tal vez es que soy psicóloga. Tal vez por lo mismo me interesa mucho el tema de la salud mental en las personas.

Creo fielmente que todas las personas necesitamos terapia psicológica en nuestras vidas, porque somos seres humanos que cargamos con dolores, heridas, infancias difíciles, perdidas, duelos, angustias y temores. También los psicólogos tienen que atenderse, por supuesto, de hecho es una consigna que se nos da a los que estudiamos esta carrera: Estar en proceso terapéutico.

Pero hay un sector en particular  de la sociedad que no considera ir al psicólogo ni a psicoterapia y ellos son nuestros políticos mexicanos.

Claramente se les nota que les hace falta atender sus emociones y  sobre todo aprenderlas a manejar.

Y no. No es que estén locas o locos.

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Ya pasó afortunadamente ese tiempo en donde se decía que ir al psicólogo era cosa solamente de los locos y de  los enfermos mentales.

Yo no sé si los carísimos asesores políticos que contratan los candidatos a la carrera presidencial del 2024 entre sus servicios les sugieran ir a psicoterapia.

Creo ciegamente que aquel candidato que nos pudiera comprobar que está asistiendo a psicoterapia es un candidato altamente capacitado e idóneo para ejercer sus funciones.

Porque no, no debe de ser emocionalmente fácil ser candidato. Ahí tenemos que el desgaste que sufrió Andrés Manuel López Obrador en todo este afán por llegar a la presidencia, claramente tuvo repercusiones en él.

Últimamente de todas las llamadas corcholatas y candidatos no corcholatas he visto varias escenas de estallidos de ira, explosiones y arrebatos, malas contestaciones a la prensa o a la ciudadanía, deditos señaladores y caras de berrinche y enojo.

Estos políticos claramente no han  sabido manejar bien sus emociones.

Y al arte de hacerlo se le llama Inteligencia emocional.

Ello se adquiere con sesiones en terapia e incluso con cursos sobre cómo manejar y gestionar  las emociones.

Estoy convencida que alguien que sabe manejar sus emociones, tiene mucho  terreno ganado.

Los políticos deben de entender que los reclamos y el enojo de la ciudadanía es natural y es merecida.

Sin embargo, se ofenden si se les cuestiona, ignoran si se les cuestiona, minimizan al que les cuestiona.

Ya ni hablar del propio presidente Andrés Manuel López Obrador que es el primero en encolerizarse ante el cuestionamiento y la confrontación.

No acepta, no escucha, no pide disculpas, no pide perdón.

Agrede y agrede porque así piensa que incendia al resto de sus  seguidores para que estos a su vez también agredan y agredan y así al infinito.

Yo no estoy cierta si algún político que vaya rumbo al 2024 me lea. No se si soy de su interés siquiera.

Pero si es que sí me leen, les pido que se animen y se aventuren a tomar psicoterapia.

Si ellos emocionalmente están bien, entonces su competencia será sana, equilibrada mentalmente y por ende también sabrán ejercer de manera adecuada sus funciones.

No cualquiera puede ser candidato a la presidencia.

Se necesita de temple emocional para no caer en los mismos lugares agresivos que ya conocemos, para no caer en el berrinche y la explosión.

Porque todas esas emociones y gestos ya la gente los detecta e identifica  muy fácilmente.

Hemos pasado por tantas cosas duras como país que nos hemos vuelto sensibles ante la vulnerabilidad de los candidatos .

En fin… quizá esto es cosa mía y no tenga yo la razón.

Pero al final de cuentas  ¿quién sí la tiene?

Es cuanto.