ASIENTO RESERVADO
En ocasiones, más antes que ahora, muchas personas buscamos algún bar para ir a ahogar nuestras penas.
Pero ya he visto tantas series de Netflix y ahora la masacre en Querétaro, que se me están quitando las ganas de ir a ahogarme en un bar.
Y no es por miedo a que me toque una bala, sino más bien porque podría no estar consciente en el momento en que sucediera algo.
Todo marchaba bien en Los Cantaritos el sábado pasado. Era una noche común, en un estado que si algo presume es su tranquilidad. Las personas convivían como pudieron haberlo hecho cualquier otro fin de semana anterior.
Hasta antes de la semana pasada, había pensado que Querétaro era un buen lugar para vivir. Y no he cambiado de opinión, pero me queda claro que el hecho de que sea un estado pacífico, no significa que no haya cárteles viviendo ahí.
El secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, informó que los criminales –que terminaron quemando la camioneta en la que llegaron a Los Cantaritos– iban por una persona, un presunto delincuente, de quien yo no daré más detalles porque están todos en internet.
A mí lo que me preocupa es que los criminales hayan matado a personas “de bien”, como les llama el gobernador Mauricio Kuri.
Fueron más las víctimas inocentes que las presuntamente “culpables”. Y ahora: ¿en qué momento de país estamos como para juzgar a quién sí y a quién no pueden matar?
Me preocupa que prácticamente a la mitad de los 100 días del plan de seguridad del gobierno federal, ya hayan matado a 10 personas en Querétaro, a otras más en el Estado de México y así súmele cada estado y los delitos que no se registran.
Como un mexicano “de bien”, puedo decir que no quiero que fracase la estrategia de seguridad y que tampoco quiero que los criminales anden como Juan por su casa matando personas.
No merecemos un país así. Ni antes ni ahora ni nunca.