“Siempre hemos sabido que los culpables del horror del mundo son los tibios de corazón. Malditos sean.”
ROSA MONTERO
“Las almas más despreciables son aquellas que vivieron sin merecer alabanzas ni vituperio, que no fueron rebeldes ni fieles a Dios, sino que sólo vivieron para sí.”
DANTE
“El extremismo en la búsqueda de libertad no es vicio. La moderación en la búsqueda de justicia no es virtud.”
BARRY GOLDWATER
Bastó un simple reproche de López Obrador para que Cuauhtémoc Cárdenas se deslindara de “Méxicolectivo”. Ante la pregunta: ¿Es Cárdenas su adversario?, AMLO respondió: “Sí, si está del otro lado”. Y después de eso, ya no se volvió a escuchar nada del Ingeniero Cárdenas Solórzano… Hasta ayer.
¿Dónde quedó ese aguerrido candidato de oposición? ¿En qué momento desapareció el candidato de izquierda que fracturó al PRI buscando ofrecer una alternativa para México?
Este ha desaparecido. El Cuauhtémoc Cárdenas que supo enfrentar al poder, ya no se ve. En un santiamén perdió el capital político que durante años estructuró y que permitió que la oposición lograra el triunfo en el 1997 en la colosal Ciudad de México.
Perdió aquel respeto que tenía de propios y extraños cuando prefirió claudicar y callar ante Andrés Manuel.
Poco importa que ayer en la celebración de la expropiación petrolera dijera —con tibieza, esto es— que Dos Bocas ha resultado tres veces más caro a lo presupuestado y que la política petrolera de la 4T está equivocada. Ya había perdido su voz al desdeñar al colectivo donde trabajó más de un año. Y lo dicho ayer solo fue ante algunos periodistas. Muy discretamente; casi un susurro para que nadie lo oyera.
Es una pena, porque cuando debió enfrentar directamente a López Obrador, prefirió echarse para atrás. Ahora todo lo que diga sale sobrando.
Una tragedia cuando se trata del sector energético y en un 18 de marzo. La medianía de quien supuestamente debería tener —aunque sea por herencia— una “voz autorizada” en la materia.
El silencio de Cuauhtémoc Cárdenas y ayer tan tibia aseveración solo avala el atropello; legitima el abuso de este gobierno. Es un espectáculo impávido ante la injusticia y lo vuelve cómplice de las desgracias cometidas por la 4T, escudados en una supuesta izquierda (la que él solía representar).
Pero corre en familia. También su hijo actúa de esa manera. No hace olas y ha nadado de muertito. Rayando en la cobardía. No producto del miedo insuperable, sino de la comodidad de no enfrentar a quien no se está de acuerdo.
Algunos dirán que hablar de la política energética o señalar las pifias de la 4T sería un suicidio ante un hombre tan poderoso como es López Obrador, pero siendo francos ¿qué tienen que perder Cárdenas Solórzano o Cárdenas Batel? A estas alturas ambos Cárdenas —pero sobre todo el de los casi 89 mayos— no deberían tener mayor tarea que exponer al obradorismo por NO ser de izquierda.
Lázaro Cárdenas presentó su renuncia a hace más de un mes, pero esta se acepta hasta el 17 de marzo. ¿Por qué? ¿Para guarecerse —tanto asesor como presidente— a la sombra de la figura del abuelo? Así parece.
Como coordinador de asesores de la Presidencia, Lázaro guardó un muy bajo perfil. Hoy que sabemos que AMLO no tendrá un nuevo coordinador, por lo que cabe la pregunta: ¿qué hizo —o no hizo— Cárdenas Batel para que hoy prefieran congelar la plaza? Les voy a decir: cuatro años sin hacer nada y sin ser escuchado. Estar o no estar en la nómina por lo visto da igual.
Y antes de que algunos digan, aclaro: congelar su plaza NO es al son de la austeridad. Falta de austeridad ha sido, en cambio, tener a funcionarios inservibles.
El problema de Lázaro es que no se planteó abandonar su zona de confort (4 años cobrando) aunque no le hicieran caso. Prefirió continuar ocupando la plaza ante la ofensa hecha a su padre; con una lastimosa indiferencia no se escuchó nada de él en aquellos momentos.
Por cierto: pamplinas que lo consideren para ser candidato al gobierno de la CDMX; eso solo es una cortina de humo más. Si el argumento es que Rosa Icela Rodríguez ‘no prende’ —o que Omar García Harfuch lo hace en demasía—, Lázaro en definitiva no es solución.
Ante el ocaso de lo que pudo ser, del “hubiera”, la peor traición es saber que pudimos haber hecho algo para cambiar las cosas pero la cobardía lo impidió.
¿En qué momento se pierden las agallas? ¿Cuándo se baja la cabeza y se acalla la voz? Tal vez los Cárdenas lo tengan claro. La historia del México de hoy no guardará recuerdo de ellos; solo habrán sido el hijo y el nieto de Lázaro Cárdenas. Su tibieza los borró de la historia.