“Te has inventado un sustituto de la realidad, porque eres incapaz de enfrentarte a nada...”

Madeleine Stowe, ‘12 Monos’

Ovidio, Joaquín, Iván Archivaldo y Alfredo; los cuatro no tan pequeños hijos de El Chapo Guzmán ahora tienen precio, uno oficial. El gobierno estadounidense ofrece cinco millones de dólares por cabeza.

No es necesario entregarlos, basta ofrecer información confiable y verificable sobre su paradero. Where’s the catch? (como dirían los gringos): que esta información derive en su captura.

Cierto, no es nuestro gobierno el que ofrece la recompensa (ni el que se presta a ayudar a la detención); para la 4T pesan más ‘los abrazos y no balazos’ que 20 millones de dólares, si bien me temo que más bien lo que cuenta son otros asuntos inconfesables, pero bueno.

Arreglos de los que es mejor no hablar. Y por ello se recurrió de inmediato al distractor de la mañanera más laaaarga de lo que va del sexenio (bastante más de tres horas).

López Obrador y su equipo de comunicación social están convencidos de que tanta vacua palabrería es la forma de convencer de que los abrazos sí valen más. La verdad es otra: los dichos del presidente son los que valen cada vez menos…

Las columnas más leídas de hoy

También intenta incrementar el valor de afirmar que México, no una fuerza extranjera, será quien detenga a dichos presuntos delincuentes. Se esfuerza en vano cuando todo el mundo sabe (lo digo literalmente) que hace algo así como dos años, el cuerpo militar del Estado ya tenía a uno de los chapitos y ¡lo dejó ir! Sí, el Ejército Mexicano había capturado a Ovidio Guzmán, y López Obrador fue quien dio la orden de que lo soltaran.

Graciosamente (de vergüenza, más bien) aclaró que, si los mencionados jóvenes se encuentran en México, corresponde a las autoridades mexicanas su detención. La primera frase de la oración produce risa ya que es más que obvio que los hijos de Joaquín Guzmán Loera ESTÁN en territorio mexicano; vaya, ¡si a cada rato salen en la prensa disfrutando de jolgorios varios!

Eso sí, en lo que constituye ya una auténtica patraña, AMLO invoca su versión acomodaticia del concepto “soberanía” y tajante señala: “si están en territorio nacional, a quien corresponde detenerlos, es a la autoridad nuestra. No se permite que ninguna fuerza extranjera actúe en esta materia ni en ninguna otra en nuestro territorio. Nosotros tenemos que hacer nuestro trabajo.”

El problema es que el gobierno mexicano hace todo menos su trabajo (digo, a no ser porque por trabajo se entienda destruir al país). Pero gracias, señor presidente, por el recordatorio...

Y es que no se olvide, mientras ocurría la captura/liberación de Ovidio, López Obrador volaba (no en el TP01, pues habría tenido comunicación con tierra) rumbo a Oaxaca a una gira. Durante el trayecto, el mandatario nada supo y cuando fue interrogado al aterrizar, dijo que no sabía nada de nada.

Ahora en su marrullera más larga del sexenio, perdón mañanera, fue reiterativo de algo que luego habría confesado: él fue quien dio la orden de que lo dejaran libre entonces. Eso sí, no pudo evitar decir: “la historia dirá si se hizo bien o mal”.

Una pena pues perdió la oportunidad de hacer su discurso creíble, y ello por diversas razones:

El anuncio que hizo el gobierno de Estados Unidos al respecto de las recompensas ofrecidas se dio exactamente un día después de que se anunció el “Entendimiento Bicentenario para la Seguridad”, firmado entre ambos países. Entendimiento altamente comentado por Marcelo Ebrard, pero del cual en el fondo no se conoce nada. Mas, dado que el instrumento trata sobre seguridad, la recompensa ofrecida por los estadounidenses no parece ser ninguna ocurrencia, ni algo soltado al azar. No. Es algo planeado y seguramente acordado dentro del entendimiento signado.

Por otra parte, la respuesta dada por Andrés Manuel en la mañanera no iba dirigida solo hacia nuestros vecinos, también es la forma de mantener su oferta de abrazos no balazos hacia dentro.

Pero el problema es que la estrategia no ha servido. Los abrazos no han podido detener al crimen organizado, tampoco para explicarle a Joe Biden (o cualquiera que pregunte) por qué la violencia continua en México o que en tres años van más de 100 mil muertos producto del crimen.

No solo eso, en la perorata matutina López Obrador culpó al fentanilo y a los estadounidenses que lo consumen de que se trafique (o se diga que se trafique) con esa droga. En un país donde el olvido -que no Ovidio- ha sido persistente, no es lo pertinente olvidar el apoyo que se pretende dar de México a Perú pero no permitir que Estados Unidos tengan operaciones de seguridad en el nuestro territorio.

Ante la pésima política de seguridad desplegada estos tres años por la Curta Transformación, se entiende porqué Estados Unidos será el que haga todo por capturar a los chapitos. Saben que de este lado del Río Bravo ni se ha hecho, ni se hará nada para detener a los criminales o investigar a los supuestos criminales. Sean los referidos o los de otro cártel.

Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero