“Los Derechos Humanos son para los humanos no para las ratas”, fue el polémico lema de campaña que en el año de 1999 entregó al exgobernador del Estado de México, Arturo Montiel Rojas, una cantidad importante de votos. El demagógico eslogan cobra vigencia a 22 años de distancia en el contexto de una de las declaraciones más recientes y no menos polémicas, emitida por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien reconoció -por primera vez el pasado jueves- que cuida a delincuentes: “Cuidamos a los elementos de las Fuerzas Armadas, de la Defensa, de la Guardia Nacional, pero también cuidamos a los integrantes de las bandas, son seres humanos”. No fue un desliz, él mismo lo admitió, y reiteró su postura en su conferencia Mañanera del viernes y la de este lunes 16 de mayo. No hubo error. No hubo confusión. No se tergiversó. No se editó. No se sacó de contexto. El mismo López Obrador que liberó a uno de los narcotraficantes más buscados por los Estados Unidos de América del Norte, y que saludó de mano a la mamá del considerado mayor narcotraficante en la historia de nuestro país y del mundo, ha confesado frente a las cámaras que es respetuoso de los derechos humanos de integrantes del crimen organizado, olvidando que el único derecho que el Estado está obligado a cumplir es un debido proceso, más no a protegerlos de la acción de la justicia.

Andrés Manuel no puede confundir la acción que le corresponde al Estado respecto a la impartición de justicia para escudarse y romantizar en los Derechos Humanos que, dicho sea de paso, su gobierno no garantiza a la ciudadanía en temas como seguridad, educación, salud, y la misma impartición de justicia, entre otros.

AMLO criticó severamente la estrategia de Felipe Calderón y en contraste, aseguró que su método para reducir la criminalidad sería “abrazos no balazos”, pero es más que evidente que su táctica ha fracasado rotundamente siendo que en menos de cuatro años de gobierno ya prácticamente igualó las cifras de homicidios dolosos ocurridos durante los seis años de la guerra al narco de Calderón.

Los homicidios dolosos en lo que va de su sexenio suman hasta este lunes 16 de mayo, 120 mil 358, que representan el doble de los registrados en los seis años de gobierno de Vicente Fox (60,280); y está muy cerca de alcanzar los 120 mil 563 que reportó el sexenio de Felipe Calderón, quien le declaró la guerra al narco.

López no desconoce esta estadística. El tabasqueño está perfectamente enterado de todos y cada uno de los ataques y humillaciones a miembros del ejército y de la Guardia Nacional; del horror que viven cientos y quizá miles de pequeñas comunidades en las que ya gobierna el crimen organizado; sabe de los enfrentamientos; los ajustes de cuentas; las extorsiones; los secuestros y asesinatos por cobros de derecho de piso; y conoce también que la violencia no se reduce a disputas entre bandos rivales y que en la refriega asesinan a miles de civiles ajenos a los grupos crimínales, responsables también de desapariciones de hombres y mujeres que se cuentan por decenas de miles en este país.

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El video que se hizo viral la semana pasada donde se observa en Nueva Italia, Michoacán, a una patrulla de 4 vehículos con soldados que huye de 7 camionetas de presuntos delincuentes quienes los retan a disparar, generó duras críticas por la humillación a los uniformados, pero mereció comentarios favorables del presidente, al considerar que actuaron adecuadamente.

“Me llamó la atención de que intelectuales o profesionales supuestamente progresistas, me cuestionaran (…) ¿cómo vamos a querer que alguien pierda la vida?, ¿cómo vamos a estar a favor de la ley del talión, de que ‘el que a hierro mata a hierro muere’, y el ‘diente por diente’, y el ‘ojo por ojo’? Si a esas vamos nos vamos a quedar chimuelos o tuertos todos”, subrayó López Obrador.

En otro video que también circuló profusamente en los últimos días delincuentes armados le perdonan la vida a militares para evitarle, dicen, problemas a su amigo el presidente municipal.

Luego entonces, no deja de llamar la atención hasta dónde los gobiernos grandes o pequeños están coludidos o apalabrados con el crimen organizado.

López Obrador no puede cuidar criminales, lo máximo que puede hacer por ellos es garantizarles el debido proceso. Pero no es su función liberarlos por decisión propia como hizo con Ovidio Guzmán. De hecho, ahora queda claro porqué soltó al hijo de El Chapo, no solo por temor sino por convicción, violentando toda norma jurídica. Y queda claro también cuál es su pensamiento real en cuanto a sus prioridades sobre lo que es la seguridad y la justicia, todo a su modo, su palabra como única ley.

El presidente ha insistido que la mejor manera de enfrentar la violencia es implementar políticas de bienestar que ataquen las causas de ésta y no responder la fuerza, ya que dijo, a su gobierno le preocupa proteger las vidas humanas, incluyendo las de los delincuentes y criminales.

“Así pienso, nada más que son dos posturas distintas, los que quieren resolver todo con la violencia: ‘quémalos con leña verde en el Zócalo’, y quienes pensamos que la paz es fruto de la justicia y que los seres humanos no somos malos por naturaleza, sino que son las circunstancias las que llevan a muchos a tomar el camino de las conductas antisociales”

AMLO

Por supuesto que nadie puede negar que el sistema mexicano tiene muchas fallas; vivimos en una sociedad injusta y desigual, en la que existe falta de valores, descomposición social y familiar y muchas otras carencias, pero bien lo dijo Arturo Montiel, -aunque después traicionara su dicho-, “los derechos humanos son para los humanos no para la ratas”. No son para quienes descuartizan, violan, mutilan, secuestran, asesinan, desaparecen gente, y destrozan familias y comunidades enteras.

Por más amloiísta que se pretenda ser, justificar la criminalidad y proteger delincuentes ya raya en lo irracional.

Salvador Cosío Gaona en Twitter: @salvadorcosio1

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