Yeidckol Polevnsky, como muchos otros miembros de Morena, se supera a sí misma. Emiten comentarios desproporcionados, irracionales, absurdos, incendiarios y fuera de toda realidad política. Ahora, Polevnsky expresó, en su cuenta de Twitter -reafirmado luego en un corto vídeo que circula en las redes sociales- que el rechazo hacia los médicos cubanos respondía al racismo y clasismo de los mexicanos; dos elementos, también demostrados – en opinión de la diputada- en la negativa de los médicos mexicanos de ser enviados a zonas marginadas del país.
Lo que quizá no ha comprendido Polevnsky (seguramente sí que lo entiende pero lo hace bajo una lógica política) es que los médicos mexicanos rechazan la contratación de cubanos por dos principales razones: argumentan que no existen trabajos suficientes para la ocupación de médicos especialistas nacidos y formados en nuestro país y por que el eventual arribo de cubanos provocaría un descenso en los salarios.
Otro elemento que esconde Polevnsky detrás de sus desatinados comentarios es la admiración que AMLO –y ella misma- sienten hacia el modelo de Estado cubano. Como he señalado reiteradamente en este espacio de SDPnoticias, la izquierda mexicana, desde el PRI de antaño hasta los llamados “progresistas” de Morena, mira aún hacia la Revolución cubana como un sueño político.
Lo que pierden de vista, sin embargo, es que el Estado castrista, ahora heredado por Miguel Díaz-Canel, ha demostrado su fracaso en términos de democracia, derechos humanos, y paradójicamente, en sus objetivos fundacionales de ofrecer a la población un piso parejo para el desarrollo integral de la población.
Como buena admiradora de la dictadura cubana, y en su incesante búsqueda de dividir a la nación mexicana en términos de color de piel, clase social, nivel educativo o preferencia política, Polevnsky, al igual que el líder moral de su partido, opta por comentarios incendiarios que, lejos de favorecer la unidad nacional y el enriquecimiento del debate de las ideas, polariza a los mexicanos. ¿Por qué lo hace? Sencillo. Sigue, pues, la estrategia política de AMLO y de sus correligionarios: azuzar a sus bases electorales mediante la polarización. Ello -según creen- favorecerá sus aspiraciones políticas, mismo si contribuye a la destrucción de México como nación.
Es una pena que México no cuente con hombres y mujeres de Estado capaces de ofrecer un debate de altura. Morena, en tanto que partido oficial, carece de una plataforma política. Su triunfo ha sido el resultado del hartazgo y de la penetración de discursos arrebatados. Expresiones desafortunadas como las de Yeidckol Polevnsky no contribuyen al debate público, sino que exacerban la profundización de una división nacional que hoy hipoteca nuestro futuro.