Nuestro país se encuentra acechado por grandes e impresentables enemigos al interior y fuera de el, y lo peor es que, como en la primera mitad del siglo XIX, atravesamos un periodo de inestabilidad y debilidad del gobierno con un Estado desdibujado por la cancelación de la vida institucional y democrática.

México enfrenta grandes retos internacionales, empezando por la desconcertante política de Donald Trump, que mantiene la parte comercial y económica en ataque permanente, aunado a que por temas como la relocalización o la producción y comercialización de fentanilo e infiltración de agentes de China y Rusia, nos hemos convertido en la manzana de la discordia entre China y Estados Unidos.

En lo nacional, el control que mantiene el crimen organizado en vastas zonas del territorio y la constante disputa entre grupos ha ido generando un Estado de emergencia en seguridad.

Complicidades e imposiciones

No se habría llegado a esta situación sin la complicidad de una clase política corrupta, con gran ambición de poder y sin principios que se reunió para conformar un partido político, Morena, cuya cabeza más visible es AMLO, de quien cada día se presentan más evidencias de su relación con el crimen organizado.

AMLO dedicó su sexenio a la destrucción de la vida institucional y a conformar un gobierno cómplice de compadres, familiares y oligarcas, y la consumación de todo ello fue la reforma al poder judicial.

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La preparó, imponiendo a la magistrada Yasmín Esquivel, la misma que plagió su tesis de licenciatura, la que reservó la información de la construcción del segundo piso para ocultar las irregularidades, esposa de uno de los principales contratistas de AMLO, que fungió como su asesor, José Maria Rioboo.

También impuso a la magistrada Loretta Ortiz, quien fue esposa del finado Agustín Ortiz Pinchetti, que fungió como fiscal electoral y quien libero a Pío López Obrador, o qué decir de la magistrada Lenia Batres, quien carece de la estatura, capacidad y preparación para el cargo, pero es hermana del porro de Martí Batres. Ahora sigue la elección de jueces y magistrados por voto directo y finalmente tendrán control absoluto del poder judicial.

Otra institución, que gozaba de aprobación y confianza y que ahora se cae a pedazos es el INE, a partir de que impusieron a Guadalupe Taddei, muy cercana a AMLO y al gobernador Alfonso Durazo, el que fuera presidente del Consejo de Morena, hoy con más de cinco familiares en cargos federales y legislativos.

Ya con el control del INE, AMLO logró imponer a gobernadores y hacerse de una mayoría absoluta en los congresos federal y estatales. Lo había advertido cuando le rechazaron las reformas al poder judicial, la energética y cuando en 2021 perdió la mayoría del Congreso y la CDMX, que en la elección del 2024 conseguiría la mayoría y que sólo necesitaría un mes para imponer su llamado Plan C, el autoritarismo, y lo cumplió.

Otra de sus imposiciones fue dejar al Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero para que le cuidara las espaldas a él y a sus cómplices del partido y de las organizaciones criminales que nadie toca ni con el pétalo de una rosa.

Control autoritario

Morena gobierna en 23 estados, su aliado el PVEM en 2, y su aliado tras bambalinas, Movimiento Ciudadano en otros 2, en otras palabras, tiene el control de 27 entidades federativas. De los 27 gobernadores, sin excepción, todos tienen señalamientos judiciales o periodísticos por su relación con el crimen organizado y más del 80% de los legisladores están igual.

Bajo este esquema de gobierno la corrupción ha crecido de manera exponencial y el compadrazgo y nepotismo están peor que en cualquier otra época. Las obras faraónicas e inútiles significaron un golpe al erario y un gran negocio para familiares, amigos y empresas cercanas a los hijos de AMLO, a miembros destacados de la 4T o a cuates y oligarcas como Slim, Miguel Rincón, Olegario Vázquez, Carlos Hank, Daniel Chávez y todos los que fungieron como su grupo asesor, a quienes además, les perdonó sumas millonarias de impuestos o los rescató, como lo denunció Mexicanos Contra la Corrupción.

En pocas palabras, los más grandes enemigos de México, no están afuera, se encuentran dentro del territorio nacional. Ya no pueden culpar a la oposición, porque ya no existe, ya no pueden culpar a los gobiernos anteriores, porque son ellos mismos y, como no se veía desde Plutarco Elías Calles, tienen “carro completo”.

Ya no hay forma de ocultarlo, la situación de México hacia el exterior no sería tan grave si el pasado sexenio el presidente se hubiera dedicado a algo más que la destrucción, la complicidad y la compra de voluntades. La pregunta es ¿hasta cuándo seguirán destruyendo, hundiendo a la población en la pobreza y generando temor por la violencia y la represión?

X: @diaz_manuel