¿Existen los Ovnis? Sí. Yo así lo creo. Pero no nada más yo. Ayer tres militares estadounidenses retirados testificaron en una audiencia en la Cámara de Representantes de Estados Unidos sobre la existencia de  fenómenos “anómalos no identificados” y advirtieron que los avistamientos constituyen un problema de seguridad nacional y que el gobierno americano ha guardado silencio ante ello.

Lo más sorprendente: Un oficial de inteligencia de la Fuerza Aérea de EU afirmó que las autoridades de su país tienen en su poder tanto naves extraterrestres como cuerpos no humanos o no terrestres.

En síntesis: Se acepta a nivel mundial la existencia de Objetos voladores no identificados y la existencia de cuerpos o tripulantes de estos objetos.

¿Me sorprendió tal noticia? La verdad es que al contrario. Sentí que a mi única hermana y a mí se nos hizo justicia.

Y es que mi hermana ya fallecida y yo tuvimos hace muchos años contacto con una nave espacial.

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No sabría llamarla de otra forma, porque en realidad era una nave espacial, o quizá para describirla mejor les diría que tuvimos contacto con un platillo volador. Esa era su forma.

Sucedió cuando yo tendría unos 10 años, mi hermana tendría unos 25. Vivíamos en un tercer piso de un departamento  en la colonia Narvarte, en la CDMX, en la calle de Chichen-Itzá.

Aquel día, ya era de noche y mi padre aún no llegaba a casa. Por lo general él siempre llegaba puntual después de su larga jornada laboral, pero ese día, ya era muy tarde y no llegaba.

Mi hermana y yo nos encontrábamos preocupadas por él, recuerden que en ese entonces (año 1983) no contábamos con ningún medio de comunicación, así que no podíamos saber sobre su paradero.

Recuerdo que ambas nos asomamos por la ventana a ver si venía, como si por hacerlo adelantásemos su llegada a casa.

En el instante en el que nos asomábamos, una especie de platillo volador se posó flotando frente a nosotras. No estaba por encima de nosotras ni en el cielo, estaba frente a nosotras, en una calle cualquiera de una gran ciudad.

No estábamos en medio del campo, ni en un lugar inhóspito. Tampoco estábamos en las alturas de algún gran edificio, era el tercer piso nada más.

Y ahí, frente a nosotras, nos lanzó una luz blanca y unos 5 segundos después remontó a las alturas con una velocidad que no sabría describirles.

En fraccion de segundos aquella nave ya no estaba ahí, había salido disparada hacia el cielo sin dejar huella ni rastro.

Obviamente mi hermana y yo consternadas nos volteamos a ver preguntándonos si no habíamos imaginado aquella escena, pero no… no era producto de nuestra imaginación.

Por supuesto mi padre llegó un rato después y corrimos a contárselo a él y a mi madre, pero no nos creyeron.

Yo le decía a mi hermana que al menos las dos habíamos visto tal cosa y eso me daba alivio. Había alguien que siempre me creería y era ella.

En ese entonces no tuvimos forma ni acceso ni conocimiento de donde poder reportar ese avistamiento.

Por supuesto, me volví muy fan de Jaime Maussan desde hace muchos años. Un personaje quien ya es sabido por todos ha estudiado durante años el fenómeno Ovni.

A raíz de ese encuentro, he tenido muchísimos avistamientos más, pero siempre he encontrado naves espaciales surcando el cielo y en segundos desaparecen.

Es como si yo tuviera un sexto sentido que me hace voltear a verlos justo cuando van pasando. Como un especie de radar.

En el 2003, mi hermana y yo fuimos diagnosticadas con cáncer de mamá y un amigo que sabe bastante del tema Ovni me dijo que había leído en algún lado que las personas que han tenido contacto con naves espaciales o extraterrestres, tiempo después enfermaban o pasaban por sucesos trágicos.

La verdad es que no se si esto tuvo que ver para que ambas desarrolláramos cáncer de mama en el mismo año. Cabe resaltar que mi hermana y yo no éramos biológicamente compatibles pues mi madre la había adoptado, así que por temas genéticos no iba el asunto.

Luego al estudiar la licenciatura en psicología, hicimos nuestras prácticas en el psiquiátrico La Florida, también en CDMX, y conversé con un señor de la tercera edad quien me aseguraba que había sido abducido por una nave espacial pero que su familia creía que estaba loco y por eso lo habían internado ahí. Yo lo miré a los ojos y solo le pude decir: “Yo sí le creo”. Nunca más volví a ver a aquel señor.

Hoy mi hermana cumple 7 años de su partida, y yo sigo sobreviviendo.

Extrañamente ella enfrentó su cáncer de una manera muy particular: Mientras todos los médicos nos decían que su final sería terrible ella reía y cantaba… Tengo una prima hermana muy querida que me decía “tu hermana es una extraterrestre”. Siempre me dio gracia oírselo decir porque me remitía a aquel encuentro extraño en esa noche en la CDMX.

Hoy por hoy casi a mis 50 años no logro advertir o entender porqué se dio ese encuentro o qué era lo que buscaban en nosotras.

Durante años, mi hermana y yo nos encargamos de contar esta historia y para unos era nada creíble y para otros era totalmente creíble porque no había nada más una persona que había tenido ese contacto extraterrestre sino habíamos sido dos personas. Dos testigos.

Al morir mi hermana casi no me he atrevido a contar esta historia pues es imposible que alguien la crea.

Pero quise compartírselas ahora que el gobierno de EU, el país más poderoso del mundo, acepta la existencia de algo que aún no logran identificar.

Sé que mi hermana desde donde se encuentra hoy ya entiende el porqué y el para qué.

Yo sigo preguntándomelo todos los días.

Finalmente también se hizo justicia para mi hermana y para mi contra los que no nos creyeron.

Y el que ayer me haya empezado a seguir por Twitter (todavía no se le llama “X”) Jaime Maussan, me hace sentir doblemente que se nos hizo justicia para todo aquel que se rio con nuestra historia y no nos creyó.

Ya no busco que nadie me crea. Pero me encanta la idea de que se hable a nivel mundial de este tema, porque claro que existe y es real.

Gracias por haberme acompañado leyéndome hasta acá.

Es cuanto.