En medio de las reacciones a la visita del presidente AMLO a Joe Biden en Washington, simpatizantes y opositores no han escatimado en loas y críticas al jefe del Estado mexicano. Mientras unos han asegurado que la reunión de trabajo fue exitosa y que AMLO “puso en alto” el nombre de México, otros columnistas y analistas le han criticado por una supuesta actitud servil ante el presidente estadounidense. Echando a un lado momentáneamente los pormenores de la reunión en la ñ, dedico unas líneas a las reacciones de Morena en nuestro país.

Los gobernadores de la 4T, es decir, del partido oficial y de los satélites, en su afán de demostrar una lealtad inequívoca hacia el líder espiritual del movimiento, publicaron una carta (de esas que suelen circular en redes) en la cual felicitan a AMLO por los éxitos obtenidos en Washington, entre los que destacan (según ellos) el planteamiento de un programa para atajar la inflación, la atención al problema migratorio, la defensa de una política exterior fiel a los principios constitucionales y haber “llenado de esperanza a los mexicanos que viven en Estados Unidos, este último en el numeral 4.

Este reconocimiento, firmado por los 22 gobernadores que integran la 4T en los estados, ha reafirmado nuevamente su compromiso con los “principios” de movimiento.

Sin embargo, he allí un problema. Este documento, el cual ha sido precedido por tantos otros de la misma naturaleza en momentos diversos, no únicamente trasluce la inquebrantable lealtad profesada por los gobernadores a AMLO, sino también lo que conocemos de antemano: la sumisión de los gobiernos estatales al poder federal, y muy en particular, a la persona del presidente de la República.

¿Dónde ha quedado entonces aquel principio contenido en el artículo 40 de la Constitución que estipula que la República representativa está constituida por estados libres y soberanos? Morena y sus políticos violan nuevamente el espíritu de la constitución.

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En este orden de ideas, los gobernadores de la 4T, en contravención de la letra constitucional, resucitan lo que en su momento Jorge Carpizo llamó “facultades meta constitucionales del presidente”, a saber, la mañosa utilización de su posición como jefe del partido para manipular, mediante el ejercicio de su poder para la selección de candidatos, los destinos de las entidades federativas en favor de los intereses del gobierno central.

Si bien es verdad que los gobernadores de la 4T deben el cargo a AMLO (pues nadie hoy en su sano juicio se aventuraría a sugerir que las candidaturas de Morena se definen mediante un proceso democrático) los gobernadores del partido oficial y de sus aliados deberían – al menos- disimular que respetan la integridad jurídica de sus entidades y que no están sometidas al presidente de la República. Como bien se ha señalado, Morena replica los actos del viejo PRI. Cada día resulta más difícil diferenciarlos.