Mientras al presidente y sus secretarios de gobierno se les hace bolas el engrudo tratando de resolver cómo meter huevos a las cajas de despensas para los damnificados por el huracán Otis en Guerrero, integrantes del crimen -más y mejor- organizado, se han apoderado del estado y son los responsables de los saqueos a comercios, gasolinerías, tiendas de conveniencia, departamentales y trasnacionales, así como de los robos y destrozos en instituciones bancarias.
El gran problema con que se topó el mandatario tabasqueño y los flamantes integrantes de su gabinete fue la entrega de huevos, algo que les resultó muy complicado, según el primer ejecutivo de la nación.
“Es muy complicado porque en la bolsa meter los huevos correspondientes para cada una significa, pues mucho riesgo de que se rompan. Entonces, la Secretaría de Marina aceptó que entreguen las cajas y ellos van a ir entregando aparte de la despensa, como complemento. Pero sí queremos que se entreguen huevos, por los nutrientes, por lo que significa en la alimentación”, precisó.
Ahora bien, conociendo a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), no es difícil suponer que el tema de su problema con los huevos sea simplemente un distractor más para desviar la atención de lo verdaderamente importante, que es la lentitud, la ineptitud, la incompetencia y la torpeza con que su gobierno ha enfrentado la devastación y desolación que dejó principalmente en el puerto de Acapulco y otras localidades de la entidad el paso del huracán categoría 5 la noche del pasado 24 de octubre y madrugada del 25.
Y es que, al cumplirse hoy 15 días del trágico suceso, el gobierno de López Obrador sigue pasmado, sin capacidad de reacción y sin resolverles a los afectados sus necesidades más primigenias como es la alimentación, la salud y los servicios de agua, luz, gas y comunicaciones.
En ese contexto fue que la tarde de ayer arribó a la Ciudad de México una caravana de comerciantes provenientes de Acapulco quienes buscaban llegar a Palacio Nacional para plantear al presidente las severas afectaciones que sufrieron sus negocios en espera de ser escuchados y atendidos. De hecho, la caravana, que partió el domingo desde el puerto de Acapulco, tiene el objetivo de exigir al gobierno federal un mayor presupuesto y apoyo para la gente afectada por el huracán, que hasta el momento ha dejado un saldo de 48 muertos y 53 desaparecidos, según las cifras oficiales, aunque los lugareños aseguran están maquilladas porque son muchas más.
Sin embargo, hasta el momento de escribir esta columna, los medios informativos y las redes sociales reportaban que, como suele ocurrir bajo la égida de Andrés Manuel, policías les han impedido el acceso al Zócalo capitalino, donde vive el primer mandatario de la nación quien, como se recuerda, siendo oposición, no tuvo empacho en bloquear la avenida Paseo de Reforma y montar un plantón en el primer cuadro de la ciudad durante 47 días, causando pérdidas por miles de millones de pesos para comercios, hoteles y restaurantes, así como generando el despido de más de mil empleados.
El mismo personaje que se negaba a aceptar la derrota electoral en 2006 y que generó el caos ya descrito, es el mismo que la mañana de ayer desacreditó la manifestación de acapulqueños y los tachó de “hacer politiquería”.
“Hay libertad para que todo mundo se exprese, pero hay mucho oportunismo, politiquería. Muchos de los que vienen en la marcha son de los partidos que están en contra de nosotros. El que convocó es este señor Naranjo, del PRD y la señora (Xóchitl) Gálvez, pero hay recursos, dijo.
El gobierno de México estimó el miércoles pasado en 61 mil 313 millones de pesos el costo para las reparaciones y apoyos sociales tras el paso de Otis.
Lo más preocupante de todo este asunto, como ya lo mencionaba al principio, es que ante la incompetencia del gobierno federal los carteles están ocupando las posiciones que les permite el desgobierno de Evelyn Salgado, -quien se escondió mientras pasaba el huracán y se llevaba a cabo la rapiña y el saqueo en las localidades golpeadas por el fenómeno climatológico-, con la complicidad e ineptitud del gobierno amloísta.
El periodista Héctor De Mauleón, en su columna de este lunes 6 de noviembre, titulada “El crimen organizado ya se apoderó de Acapulco”, refiere que fueron estos grupos los que dirigieron y coordinaron los saqueos y la rapiña:
“El saqueo y la rapiña que se desataron sobre Acapulco tras el paso del huracán Otis no fueron espontáneos. Los dirigió y coordinó el crimen organizado, de acuerdo con reportes militares y fuentes confidenciales de la Asociación de Bancos de México.
Más de 20 sucursales fueron saqueadas en el puerto. En algunos casos, los cajeros automáticos fueron extraídos, o más exactamente arrancados, con cadenas que eran jaladas por camionetas. En varias sucursales, los criminales lograron llevarse la totalidad de los cajeros.
En otras, los delincuentes emplearon sopletes para intentar extraer el efectivo. Su objetivo principal, luego de romper las puertas blindadas sin que autoridad alguna hiciera acto de presencia, eran las bóvedas.
En algunos casos, lograron ingresar en estas.
Según la Asociación de Bancos de México, 30 sucursales bancarias, de 86 que existen en el estado de Guerrero, fueron víctimas de la rapiña.
Entre ellas figuran BBVA, Santander, HSBC y Citibanamex.
Las mismas organizaciones criminales, fundamentalmente el CIDA (Cártel Independiente de Acapulco) y la organización conocida como Los Rusos (dependiente del Cártel de Sinaloa), coordinaron el asalto a los almacenes y las tiendas departamentales de alta gama.
‘Ellos decían dónde, cuándo, cómo. Por radio avisaban por dónde y a qué hora’, reveló una fuente de seguridad del gobierno estatal.
Desde las primeras horas posteriores a la tragedia (aunque hay una fuente que señala que los saqueos comenzaron desde las 10 de la noche del 24 de octubre, dos horas antes de la llegada de Otis), el crimen movió a taxistas, transportistas y comerciantes ambulantes que se hallan bajo su control.
Del mismo modo dirigió el robo de combustible, que hoy es vendido en la Costera a plena de luz día a bordo de camionetas provistas con anuncios (Gasolina $$$$), donde se expende hasta en 40 pesos el litro. Medios locales han comenzado a llamar a estos vendedores “los huachicoleros del huracán”.
Al saqueo del 24 de octubre se sumaron, según los reportes, unidades de la fiscalía general del estado de Guerrero, así como elementos de la policía municipal y turística.
En un informe enviado por el ejército se advierte que el crimen organizado ha comenzado a apoderarse ya de departamentos abandonados por sus propietarios en las exclusivas torres del Acapulco Diamante.
Al llamado del CIDA y Los Rusos se sumaron miles de habitantes que rápidamente hicieron la situación incontrolable”.
De Mauleón concluye: “Al borde del hambre, de un desastre sanitario y de la violencia social, Acapulco está en manos de “los huachicoleros del huracán” y del crimen organizado que encontró en el desastre una forma de ampliar y de asegurar el control que ya tenía sobre el puerto”.
Así que, en este contexto, más valdría al presidente López Obrador dejar de buscar cómo acomodar los huevos en las despensas, y junto con sus secretarios reunir los necesarios para impedir que los damnificados y el estado mismo queden a merced de los cárteles.
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