En el oficialismo, Andrés Manuel López Obrador puso las reglas del juego simulador para nombrar a su sucesor, ellos se han dedicado a lambisconearlo para “continuar con la transformación” y cómo niño, emberrinchando, se ha negado a ser presidente para jugar a proyectarse como candidato moviendo las reglas y a sus fichas.

Así, desde hace más de un año, AMLO se ha dedicado a jugar con sus “corcholatas”, ha hecho campaña por ellos, ha utilizado los medios por ellos y hasta ha hablado por ellos.

Mientras, por parte de la oposición, se cuestionó que no se pronunciaran dentro de los tiempos adelantados del oficialismo, eso en parte era bueno para el presidente, pero requería que le hicieran sombra, lo necesitaba para seguir impulsando a sus candidatos porque al no tenerlo, quedaba en evidencia lo desaseado y antidemocrático de su proceso de “selección”.

Finalmente, la oposición definió sus tiempos y por iniciativa propia muchos se apuntaron para participar en el proceso, buenos, malos, traidores, charlatanes, busca chambas, troyanos e impresentables que no tienen la mínima posibilidad.

En la oposición hay de todo

Algunos muy preparados y con experiencia como la senadora Beatriz Paredes, el ex secretario de Turismo y ex diputado Enrique de la Madrid y el ex secretario de Economía, negociador del T-MEC y actual diputado federal, Ildefonso Guajardo. Tres grandes cuadros, dignos de dirigir al país aunque con poco atractivo para ganar el voto en las urnas.

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En cuanto a preparación, por el oficialismo, el único que podría hacerles frente es Marcelo Ebrard, el resto, Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y el relleno están muy por debajo.

El fenómeno Xóchitl

Pero, haciéndose de un lugar, apareció la senadora Xóchitl Gálvez, quien hoy por hoy es la más competitiva por varias razones, aunque algunas me hacen sospechar que Andrés lo sabe y lo utiliza pero aún así, ya no la detiene nadie.

Xóchitl posee un perfil muy interesante y “pegador” que ningún otro candidato tiene. Es muy competitiva, disruptiva, sin perjuicios ni miedos, que no teme responder y atacar cuando lo considera necesario, que se le ha puesto al tú por tú a AMLO sin amedrentarse por los furibundos ataques que le dirigen desde Palacio Nacional.

Los de rudeza innecesaria

Hay otros precandidatos de los que podría decirse que su tiempo ya pasó, un extraordinario economista y funcionario ex secretario de Hacienda y secretario general de la OCDE por tres periodos, José Ángel Gurria y Juan Carlos Romero Hicks que arriesga su prestigio al mendigar estar en una contienda que sabe que no tiene posibilidades.

Ambos podrían aportar mucho en un gobierno de coalición, son talentos que bien podrían trabajar en la construcción de políticas públicas y en la propuesta de gobierno, pero no como candidatos.

¿Santiago Creel?

Personaje poco claro, aburrido, que juega a que surgió de la sociedad civil o como panista cuando opera con cuadros del oficialismo populista como la familia Durán y algunos ex panistas como Manuel Espino, que juega con el mejor postor y pondrá a su disposición a la organización Ruta-5, como lo hizo con Calderón en 2006, con Peña en 2012 y con AMLO en 2018. Creel fue compañero de gabinete de dos cercanos a AMLO como Alfonso Durazo, presidente del consejo de Morena y actual gobernador de Sonora y del Fiscal General, el impresentable, Alejandro Gertz Manero.

Los come cuando hay

Están también los que solo van por sus cinco minutos de fama, oportunistas que poco o nada aportan al Frente Amplio, como lo son el inhabilitado Gabriel Quadri y Jorge Preciado.

Y los que se bajaron de la contienda, algunos, por fortuna del bloque opositor, como Alejandro Murat, hijo del ex gobernador de Oaxaca y aliado de AMLO desde el priismo, José Murat Casab, quien además es asesor del dirigente del PRI, Alejandro Moreno y mantiene amistad y alianza política con personajes como Ricardo Monreal y varios morenistas del más alto nivel.

Como sea, el movimiento opositor ya dio muestras de que si tiene con qué competir por la presidencia de la República, por la CDMX y por el Congreso y, de paso, parece que el procedimiento para la elección del candidato también funcionará como una verdadera “purga” para los partidos políticos de la oposición. La desbandada de priistas en el Senado obedece a las diferencias con Alito, que poco a poco quedará solo e inservible, porque sin base, ya no le servirá a AMLO.

¿Veremos también desbandada de panistas? Quizá, el error fue dejar a los actuales líderes y apostar a una alianza a pesar de los excesos de las dirigencias, las traiciones del voto por la militarización, el doble juego del Estado de México y las corruptelas impunes por los pactos con el poder.

Twitter: @diaz_manuel