Decía George Orwell que quien controla el presente, controla el pasado; y quien controla el pasado, controla el futuro.
En México, la historia se ha manipulado para diversos fines. Nuestra clase política ha utilizado esta disciplina desde para generar identidad, hasta para legitimar gobiernos. Lo hicieron los novohispanos con el mito de la Virgen de Guadalupe, que luego sirvió como ícono para cohesionarnos en la revolución de independencia; las efigies de Hidalgo es sabido que son ficticias. De acuerdo a Lucas Alamán, historiador que se preciaba de haber conocido al cura Hidalgo, éste era una persona encorvada, de hombros anchos, morena y de ojos verdes.
Así como la ceremonia misma del Grito de Independencia fue un acto que devino de una tradición que inició Porfirio Díaz, muchos acontecimientos que se nos han venido narrando desde hace siglos, se han adornado y adaptado en beneficio de quienes han detentado el poder en nuestro país: Maximiliano, Juárez, Díaz y los gobiernos priistas.
Durante décadas lo que ha fungido para las juventudes como manantial de conocimientos históricos por antonomasia han sido los libros de texto gratuitos. Una institución creada por Jaime Torres Bodet en 1959 y que sirvió como herramienta para educar e instruir a los niños y jóvenes mexicanos en todas las disciplinas académicas.
Es cierto que el contenido de estos libros en materia de historia siempre pudo cuestionarse, por tratarse de una ficción a partir de una forma de hacer historia que se le conoce como historia de bronce.
La historia de bronce equivale a una entelequia imaginaria creada para enaltecer el pasado de los países. Es la creación de una narrativa heroica que sustenta el orgullo patriótico. Son las proezas de los ancestros que moldean los acontecimientos del pasado para idear una mitología. Constituye una interpretación amable que persigue la nobleza de los orígenes. Pero que de ninguna manera pretende comprender lo que realmente sucedió.
Ahora bien, esto no quiere decir que los libros de texto gratuitos se hayan empleado para adoctrinar a las juventudes ni para promover ideologías determinadas.
Hoy el oficialismo pretende utilizar estas publicaciones para politizar no la historia como tal, sino la materia en el ámbito académico.
Afortunadamente, el proyecto se delegó a un mentecato fundamentalista del populismo selvático obradorista. Lo que se traduce en una obra panfletaria y ramplona que lejos de ideologizar, causará burlas entre los niños y adolescentes tan ajenos a nuestra vida pública y a la política nacional.
El arquitecto de esta bazofia es Marx Arriaga, un papanatas intelectualmente acomplejado y con delirios de grandeza, que padece esquizofrenia de estupidez. Su proyecto adoctrinador no preocupa, pues parte del error y la ignorancia. Incluso su autoría es un yerro. Trae de nombre de pila un apellido.
Estoy convencido que a Andrés Manuel López Obrador este tema de los libros de texto gratuitos no le importa. Pero le ha funcionado para polarizar y arrebatarle los reflectores a la opositora cuya popularidad en ascenso tiene angustiado a todo Palacio Nacional, Xóchitl Gálvez.
Xóchitl se le salió de las manos a AMLO. Primero la promovió para darle una alternativa fuerte a las clases medias y a los entusiastas de la oposición. Esto lo hizo para dejar sin posibilidades ni opciones a Marcelo Ebrard.
Hoy en día los detractores del obradorato no depositan sus esperanzas en que Ebrard Casaubón se cambie de bando. Ya no es necesario hacerlo pues cuentan con la figura de Xóchitl Gálvez que promete serle competitiva al oficialismo.
De esta manera López Obrador dejó el camino libre a su favorita y a la favorita en todas las encuestas, Claudia Sheinbaum Pardo.
Xóchitl fue una trampa que le tendieron a Marcelo. Pero éste no se dio cuenta.
Una vez que se logró el objetivo de quitar a Ebrard del tablero para la oposición, al presidente de la República ya no le beneficia en nada seguir popularizando a Gálvez Ruiz, por lo que necesitaba de un nuevo foco de atención. Lo encontró en los libros de texto gratuitos y la historia continuará hasta el inminente desacato.
Ahora Xóchitl Gálvez tiene que encontrar la manera de anteponerse nuevamente en la agenda. De momento, la polémica entorno a los libros de texto gratuitos se ha venido adueñando de las primeras planas y del debate. Y mientras así sea, los oficialistas no quitarán el dedo del renglón. Tocará a la oposición saber darle vuelta a la página, que esto no significa grabarse arrancándole páginas a estos libros.
AMLO sabe jugar este juego mejor que nadie. Eso es un hecho.
Twitter: @HECavazosA