Cuando la tensión acrecentó en un clima de turbulencias y vendavales en medio del anuncio de incremento a los aranceles, México, como nación independiente, fijó su posición clara en defensa de la soberanía y, con ello, la evaluación de respuestas inmediatas para resarcir el impacto que esto pudiese haber provocado. Desde luego, esto comenzó a ser un tema sustancial para la presidenta, Claudia Sheinbaum; sin embargo, lo anticipamos en este espacio, la jefa de Estado, con esa capacidad política que ha demostrado, esperó paciente que las condiciones fueran propicias para negociar un acuerdo con el vecino país. Eso, en el fondo, fue también producto de los pronunciamientos que hizo en las mañaneras, y la multitud que fue convocada para este próximo fin de semana para informar las decisiones que se tomarían.
Supongamos que no se hubiese llegado a un acuerdo, y que EU, ante la espiral de amenazas por el cobro de impuestos, hubiera aplicado el aumento a los aranceles. Eso, desde luego, no estuviera en las manos de Claudia Sheinbaum, sino del mismo presidente Trump. Muchos esperaban que así sucediera, inclusive la misma oposición, que mostró sus bajos valores de patriotismo, brincaba de alegría para que esto se pusiera en marcha. Si observamos de cerca las propias opiniones de los líderes del conservadurismo, nos podemos dar cuenta el grado de cinismo que deslizaron al alentar esa posición a favor. La mala noticia para ellos, dado el potencial que ha mostrado Claudia, es que la sagacidad de la jefa de Estado, a la par de los buenos oficios de Marcelo Ebrard, fue la clave para abrir los canales de la negociación. A la par de ello, evidentemente, otro de los grandes méritos, además de resistir la oleada mediática, fue esperar a que la tormenta aminorara para buscar un acuerdo bilateral que, como sabemos, se concretó para que ambos países ganaran.
Lo cierto es que, más allá de eso, Claudia Sheinbaum, que es un fenómeno de corte mundial, jamás se precipitó en tomar decisiones aceleradas. El punto, desde luego, era buscar una salida para solucionar esa política económica. Eso, de tanta importancia para el desarrollo, merecía toda la concentración detallada por el interés y el posible impacto que esto hubiese provocado. Cualquier otro gobierno de otro país hubiera replicado con esa misma magnitud. Pero ese patrón de medidas, a la postre, nos llevaría afrontar otro tipo de coyunturas, sobre todo en los tratados comerciales. Y Sheinbaum, consciente de todo ello, esperó con mucha sobriedad y, de manera exacta, supo amortiguar el golpe y la presión para concretar salidas que a una y otra nación les convienen, pues la presidenta, desde que asumió el poder, tomó con responsabilidad el desafío que significa suceder a una figura como Andrés Manuel López Obrador.
Y Claudia Sheinbaum, al más alto nivel político de una negociación, hace que todo parezca sencillo cuando hay voluntad y capacidad de por medio. Pero eso, tras bambalinas, requiere una operación política muy detallada y quirúrgica para determinar los acuerdos por conducto del diálogo eficaz que ha implementado Sheinbaum. En pocas palabras, una sapiencia que, a través de los años, vas adquiriendo, sobre todo cuando te has enfrentado a las causas de los que más necesitan el apoyo. Siendo así, Claudia es la continuidad que requería el país para continuar profundizando las políticas públicas de la nación, eso sí, que sacará adelante con las reformas constitucionales que impulsan los grandes aliados del legislativo federal.
Es preciso, dado el contexto de los acuerdos que se alcanzaron con el vecino país, que la concentración de este fin de semana, que traerá una oleada de apoyo, se convierta en una fiesta popular en esa democracia participativa que de la que siempre ha sido partidaria nuestra presidenta constitucional. Y sí, con un marco abarrotado ante el imponente escenario de Palacio Nacional, la jefa de Estado saldrá ante la militancia y población en general para detallar la cooperación que se establecerá para fortalecer los lazos económicos con el vecino país del norte, pues nos encontramos, podemos decirlo así, en una fase de consolidación de una sociedad que nos ha ligado por muchos años con los Estados Unidos para beneficio de ambos.
Y mañana, en todo los alrededores que conducen a la plancha del Zócalo de la Ciudad de México, desfilarán, a la par de miles de simpatizantes del pueblo, muchos precursores del movimiento que son claves para este proceso de transformación. Uno de ellos, evidentemente, la eficiencia negociadora de Marcelo Ebrard, que nuevamente ha demostrado su oficio para temas de relación bilateral. También acudirán, desde luego, protagonistas que están marcando un precedente importante como Luisa María Alcalde, Andrés Manuel López Beltrán, Rosa Icela, Santiago Nieto, y muchos otros cuadros que marchan siempre en acompañamiento de estas causas. Entre ellos, por supuesto, todos los gobernadores emanados de Morena que, ante la opinión pública, jugaron un papel sustancial. Entre ellos: Alfredo Ramírez Bedolla de Michoacán, Alfonso Durazo, Delfina Gómez, Alejando Armenta y Eduardo Ramírez, calificado como uno de los mejores mandatarios estatales de México. A propósito de ello, el decreto que publicó Ramírez Aguilar debe ser ejemplo para varios servidores públicos, especialmente para aminorar la carga de trabajo al reformar el horario laboral los días viernes y, con ello, no asignar tareas extras que limiten la convivencia familiar. Esto es la 4T.