El presidente AMLO reiteró ayer, en su conferencia de prensa matutina, que tiene la esperanza de que el gobierno de Estados Unidos invite a todos los jefes de estado y de gobierno del continente a la Cumbre de las Américas, sin exclusiones.
AMLO dijo que todavía no recibe la invitación. Añadió que tiene confianza en el presidente Biden, “porque es un hombre que busca la conciliación y el diálogo; y creo que eso es lo mejor; no la confrontación, no la discriminación; tenemos que unirnos. Y claro que tenemos diferencias, pero se puede llegar a acuerdos respetando las diferencias, respetando la idiosincrasia de cada pueblo, la soberanía de cada país, buscar lo que nos une”.
El presidente AMLO añadió: “Suceda lo que suceda, de todas formas, México va a estar presente, va a estar el canciller, nuestro secretario de Relaciones, Marcelo Ebrard. Pero yo no iría porque pienso que necesitamos la unidad de América, y ya es tiempo de los hechos; hechos, no palabras”.
Y habló una vez más sobre Cuba:
“cuando se trata lo del bloqueo a Cuba en Naciones Unidas sólo dos países votan en contra, todos a favor de que se quite el bloqueo. Es como un ritual cada año y ya quedan libres de conciencia. No, no, porque es un pueblo que está sufriendo por una medida que todos debemos de calificar injusta, no sólo al momento de votar. Es como hablar de independencia, hablar de soberanía y aceptar que no se respete la independencia y la soberanía de los países, eso es una incongruencia”.
AMLO
AMLO finalizó: “Y además están muy claros en nuestra Constitución los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos, solución pacífica de las controversias, cooperación para el desarrollo, respeto a los derechos humanos; entonces, ésa es la política de México y es la que vamos a aplicar”.
Me quedé muy preocupado. Creo que el presidente de México tiene ideas fijas; ve sólo hacia el pasado pero no intenta imaginar el futuro. Inmediatamente recordé un ensayo que leí recientemente, de Lydia Kostopoulos, “Emerging Domains of Conflict in the 21st Century”, de la serie de “The Raisina Files”, una publicación anual de ORF (Observer Research Foundation) que reúne una colección de estudios sobre cuestiones contemporáneas clave.
La autora nos explica cómo el primer cuarto del siglo XXI ha sido testigo de un cambio tremendo. Internet alcanzó una masa crítica. Avances tecnológicos acelerados en varios campos clave de la ciencia, informática, inteligencia artificial, nanotecnología, baterías, biología y física. La convergencia de estas tecnologías ha mejorado exponencialmente nuestro conocimiento, capacidad y comprensión de nuestro ADN, microbioma, sistema solar, captura de energía renovable, sentimiento social, diseño industrial y mucho más.
La autora enfatiza que, con el cambio tecnológico, viene el cambio social y un cambio en los sistemas de organización que supervisan cómo se gobiernan nuestras comunidades. Y destaca cinco dominios emergentes de conflicto que caracterizarán el resto de la primera mitad del siglo XXI:
- Tensiones de gobernabilidad del Estado-nación: conflicto derivado de la necesidad de la democracia de modernizar su propuesta de valor y las luchas modernas de la autocracia con el control.
- Restricciones ambientales: los cambios climáticos están forzando la migración, exacerbando los conflictos y la escasez de recursos, y avivando las llamas del “nacionalismo ambiental”.
- Fricción continua con las estructuras omnipresentes de gobernanza tecnológica supranacional: el choque entre la gobernanza corporativa supranacional y la gobernanza estatal soberana aumentará con la Web 3.0 y la web espacial. Las organizaciones autónomas distribuidas (DAO) y las criptomonedas también desafiarán las estructuras de gobierno con economías paralelas y sistemas de organización.
- Armas no basadas en intereses estatales: el mercado para mercenarios organizados o reclutas voluntarios de colaboración colectiva que ofrecen medios financieros, capacidades tecnológicas ofensivas o violencia cinética tradicional que se puede aprovechar en la causa de un conflicto de interés superior está creciendo.
- Espacio contencioso: a medida que más empresarios persigan y desarrollen intereses comerciales en el espacio, habrá tensión entre los países y las empresas para regular y crear estándares. Por separado, las armas espaciales continúan amenazando la paz en el espacio y los desechos plantean amenazas a un entorno congestionado de activos espaciales vitales.
Estos cinco dominios emergentes de conflicto crecerán en las próximas décadas y, si no se gestionan a mediados del siglo XXI, se convertirán en conflictos arraigados y agravados.
Y en México, seguimos con una retórica nacionalista. Aunque las ideas estén fijas en la mente del presidente AMLO, y no quiera ver el futuro, es inevitable que el cambio tecnológico tendrá un impacto en el cambio social.
Y esas dos transformaciones –esas sí, transformaciones reales—provocarían un cambio en los sistemas de organización del gobierno de nuestras comunidades. Es evidente que la eficacia del gobierno ha disminuido. El sistema, tal como lo intenta implantar el gobierno de la 4T, está al final de su vida útil.
Quiéranlo o no el presidente AMLO y su equipo, el sistema de organización gubernamental está al borde de un cambio dramático. Nadie podría negar, por ejemplo, que Google, Amazon, Apple, IBM, Microsoft, Facebook, Twitter, TikTok han influido en la nueva configuración de la sociedad. El poder de la tecnología se ha convertido en una especie de estructura de gobierno que cruza las fronteras soberanas internacionales y tiene impacto en las vidas de miles de millones de personas. Son una red de infraestructura crítica para todos los países.
En la mente del presidente AMLO todavía opera el modelo de soberanía estatal de Westfalia. Para él, vivimos en un sistema global basado en el principio del derecho internacional de que cada estado tiene soberanía sobre su territorio y asuntos internos, con exclusión de todos los poderes externos, en el principio de no injerencia en los asuntos internos de otro país, y que cada estado es igual en derecho internacional.
Ese modelo está hoy en peligro, o, al menos, en transición. Hay tensiones en la gobernabilidad del estado-nación. Se cuestiona a las democracias, pero también se pone en duda a los gobiernos autoritarios. Hay una estructura de gobierno tecnológico supranacional que ejerce poder y tiene influencia en la gobernabilidad de las naciones soberanas.
Ante las crisis, son las empresas las que imponen sus propias medidas de restricción económica. Las criptomonedas y las organizaciones autónomas descentralizadas (DAO) son nuevos jugadores. El cambio ambiental avanza más rápido que los. Los eventos climáticos no están separados de la economía y la política. Hay ya 20 millones de refugiados climáticos que requieren hogares, trabajos y recursos en los nuevos países a los que han emigrado. Hay quien habla ya del “nacionalismo ambiental”: proteger el acceso a valiosos recursos ambientales dentro de la soberanía territorial y excluir a los extranjeros que pueden amenazar su acceso a estos recursos.
En México podríamos llegar a un conflicto emergente entre las ciudades y el gobierno federal. La rápida urbanización y el surgimiento de las megaciudades es un hecho. ¿Han pensado en la autosuficiencia? Las ciudades que se vuelven menos dependientes de los gobiernos nacionales y de la comunidad global para su energía, alimentos y bienes, y desafiarán al estado-nación. Las personas pueden participar en conflictos, independientemente de su nacionalidad, raza o religión, en todo el mundo en defensa de los intereses con los que se sienten indentificadas.
Será una pena si el presidente de México decide desairar la invitación del presidente de Estados Unidos a participar en la Cumbre de las Américas. Perderemos una gran oportunidad. El presidente AMLO tendrá que desaprender mucho de sus ideas fijas sobre las relaciones internacionales. Será mejor que abra su mente y observe las nuevas formas en que se crea valor y entienda las estructuras de poder emergentes. El futuro es más complejo que lo que él describió ayer en su mañanera.
Javier Treviño en Twitter: @javier_trevino