Hay un elemento, un valor humano por decirlo de algún modo, que he notado que carece la mayoría de nuestros políticos y ese es: la humildad.
Y no, no me refiero al término “humildad” como aquel en el que nos demuestren que comen en fonditas, que viajan en Metro, que usan aviones comerciales o que traen Jettas o viven en pequeños departamentos.
El significado de la palabra “humildad” va mucho más allá de lo que entendemos de ella solo en la superficie.
Humildad es aceptar que te puedes equivocar, que quizá fuiste duro o dura con alguien e incluso hasta injusto y tener la capacidad de reconocerlo.
Humildad es reconocer que te sientes cansado, desgastado, que francamente piensas que no podrás cumplir tus metas y que tienes miedo y que por eso te anticipas, te rompieras, te confundes, te peleas .
Humildad es poder pedir perdón sin que tengas que explicar que tuviste que pedirle perdón por a alguien porque fue así que te lo sugirieron, porque así te lo recomendaron, porque te viste obligada a hacerlo, porque si fuera por ti, de otro modo no lo hubieras hecho .
Humildad es aceptar que fuiste soberbio o soberbia. Que te ganó el ansía de poder o de ganar y que te descarrilaste de tus principios .
Yo no he encontrado en la mayoría de nuestros políticos un solo gesto de humildad.
Vaya, ni por error.
Es muy extraño que dentro de la cartilla moral que diseñó el gobierno de la Cuarta Transformación no venga el valor de la humildad.
Y es que no, no lo conocen, no lo entienden, Se niegan a comulgar con ese valor porque simplemente la soberbia los carcome.
Jamás podrán aceptar ante ellos mismos y ante los demás que también tienen miedo como todos, desesperanza como todos, incertidumbre o culpabilidad, jamás podrán asumir su responsabilidad y asumir las consecuencias de sus actos.
Siempre los culpables son otros, los otros, este o aquel, los sexenios pasados, los ex presidentes, los ciudadanos que son los malos, los otros siempre los otros.
No ellos. Ellos no. Ellos nunca.
Piden perdón “pero”… siempre con peros... Siempre con justificaciones, siempre evitando mostrarnos que son humanos como tú y como yo.
El día que yo encuentre este valor agregado en alguno de nuestros distinguidos políticos le pondré atención, mucha atención, porque entonces estaré muy segura que ese que dice amar a la patria y quiere gobernarnos, también reconoce, acepta y busca reparar sus fallas y equivocaciones por medio justamente de la humildad y de la humanidad .
Que quede claro: Ya no nos deslumbran comiendo taquitos de guisado en la calle, ni limpiando con un trapito los letreros del Metro.
Ya no nos impresionan porque viven en departamentos muy austeros y pequeños.
Somos mexicanos pensantes que necesitamos verles ese poder que casi ningún político tiene que es LA HUMILDAD.
Reitero, acabo de releer de nuevo la cartilla moral de López Obrador y no viene en ningún lado esa palabra. Para nada aparece el término y su grandioso significado.
¿No les parece muy extraño?
Es cuanto.