AMLO logró regresar las prácticas del viejo PRI, las que él conoció bien, cuando eran partido único y los presidentes gozaban de súper poderes, hoy por hoy, él dice quién es bueno, quién es honesto y también, claro está, quién será su sucesor.
En aquellas épocas del PRI, algunas de las características más importantes de los funcionarios públicos eran la lealtad, la sumisión y el servilismo. Es lo que AMLO exige en su administración, “servidores públicos con 90 por ciento de honestidad y solo 10 por ciento de experiencia”, un Gabinete que gobierne para el presidente y no para el pueblo.
Mantener el control
AMLO no se ha percatado que ahora las cosas son distintas y le está costando trabajo controlar a sus altos funcionarios. A casi la mitad de su administración, ya realizó más de 30 cambios en su Gabinete legal y ampliado y, a su salida, la mayoría de los exfuncionarios han denunciado actos de corrupción, imposiciones, falta de criterios en las políticas públicas y descoordinación, tanto que, podríamos afirmar, no existe una gobernanza por la incapacidad del jefe.
Sobran botones para muestra. Los que han salido y lo que han denunciado:
Simón Levy, subsecretario de Turismo divulgó un audio en donde acusa de corrupción al titular de la SECTUR del gobierno federal, Miguel Torruco Marqués.
Germán Martínez, luego de renunciar a la dirección del IMSS, denunció que funcionarios de Hacienda tienen “una injerencia perniciosa” en la operación del Instituto, lo que, dijo, pone en riesgo la prestación de sus servicios de salud.
La sobrina de Carlos Salinas, Josefa González-Blanco Garrido renunció a la Semarnat luego de un penoso episodio en el que fue detenido un avión comercial. Como no protestó, AMLO la nombró embajadora de México en Inglaterra.
Carlos Urzúa renunció a la secretaria de Hacienda y denunció su desacuerdo con que, en el gobierno de AMLO, se tomen decisiones de política pública “sin el suficiente sustento”. Después la polémica creció y puso en evidencia detalles de la falta de dirección y grandes dificultades en el Gabinete.
Javier Jiménez Espriú renunció a la SCT por las marcadas diferencias que mantuvo con AMLO principalmente porque el Ejército y la Marina controlen las aduanas.
A Víctor Manuel Toledo lo echaron de su puesto como titular de la Semarnat luego de que trascendió un audio en el que pide que no se idealice a la “Cuarta Transformación” porque, según se percató, existen “contradicciones brutales”.
Jaime Cárdenas renunció al Indep a través de una dura carta en la que denunció la corrupción solapada desde Palacio Nacional; reveló que el secretario particular de AMLO, Esquer Verdugo era la fuente de los males en el interior del Instituto por los diversos actos de corrupción en que fue robado patrimonio y se hicieron negocios.
Martha Bárcena, de lo mejor del servicio exterior, renunció a la Embajada de México en Estados unidos por las fuertes diferencias que mantuvo con el canciller Marcelo Ebrard en política exterior y particularmente, en la relación con Estados Unidos. Hoy, de forma leal pero crítica, hace señalamientos objetivos a los retos de la política exterior.
Irma Eréndira Sandoval fue echada de la Función Pública por las fuertes diferencias que tenía con Félix Salgado Macedonio quien, a pesar de su negro expediente, se mantuvo cercano a AMLO.
Julio Scherer también fue echado de la Consejería Jurídica por fuertes diferencias con AMLO después de que no se convocara un periodo extraordinario de sesiones para cumplir el capricho de López Obrador y su revocación de mandato.
Olga Sánchez Cordero, cuando fue relevada del cargo de secretaria de Gobernación, de manera sutil puso los puntos sobre las íes, al señalar en entrevista que, lo que le gustaría cambiar, es la falta de confianza que tiene el presidente López Obrador hacia sus colaboradores.
Ackerman, otrora lambiscón, guarda silencio y su esposa Irma Eréndira, crítica, después de que salió humillado del círculo cercano de Andrés.
Herrera fue hecho a un lado en cuanto advirtió del desastre que sería Dos Bocas y de la falta de recursos para el proyecto.
Cesar Yáñez, pasó de fiel escudero y amigo de Andrés, a ser traicionado y arrinconado.
A estas alturas, AMLO empieza a experimentar la soledad del poder y ni siquiera ha llegado a la mitad de su sexenio, entre los “suyos” existe una lucha soterrada y abierta, principalmente, entre los hombres y mujeres que, por sus aspiraciones, ya ni siquiera se ocupan de atender sus respectivas carteras.
En las relaciones humanas, cuando los ciclos se cierran de forma positiva, se retoman las relaciones, personales, laborales o de otra índole; en el caso de Andrés, todos los que se van, expulsados o por su propio pie, son sometidos y aislados y algo importante, nadie habla bien de su exjefe.
Tal vez, la forma autoritaria de dirigir a su Gabinete y de exigir lealtad en lugar de ganarla, ha llevado a que los que permanecen al lado del compañero presidente y camarada Andrés, sean solamente los serviles, los corruptos o los que desean, a como dé lugar, ser nombrados. Una lamentable forma de dirigir al país.
Manuel Díaz en Twitter: @diaz_manuel