En el escenario de la transición política de cambio de gobierno, existen riesgos muy altos para la economía y más considerando a un presidente saliente que por buscar mantener el poder, lo entregará con minas y bombas que pueden estallar en cualquier momento.
No podemos negar que desde hace más de 30 años los fundamentos económicos del país son sólidos y han permitido evitar las crisis recurrentes de fin de sexenio, la última, en 1994 al concluir el sexenio de Salinas.
Contexto actual
El crecimiento apenas alcanzó un poco más del 1%, el más bajo de los últimos cinco sexenios. Si bien factores externos como la pandemia afectaron a México, igual que a todo el mundo, ya no es pretexto, porque la mayoría de los países lograron un repunte o recuperación muy fuerte en tanto que México tuvo uno de los peores comportamientos post pandemia frente a América Latina y a su principal socio comercial, Estados Unidos.
A pesar del empeño de AMLO por descarrilar la economía se registraron importantes, pero no suficientes, datos positivos, principalmente en el mercado exportador que tuvo un crecimiento real del 4.6%; también creció el consumo, la inversión social y la inversión extranjera directa se desarrolló bastante bien, con una salvedad, no fue nueva, en su mayoría se trató de reinversión de ganancias de las empresas ya establecidas.
De hecho, la IED no responde a nada excepcional ni está reaccionando a las ventajas que ofrece México para la llamada relocalización o nearshoring, debido a que las condiciones del país no garantizan certeza para la inversión.
Aun siendo positivos, los buenos resultados no tuvieron el impacto que deberían, sobre todo por el manejo poco adecuado de otras variables.
Los retos
En este sexenio se mantuvo un déficit fiscal bastante alto que será afrontado por la siguiente administración; en cuanto a la inversión pública, fue más baja que el sexenio anterior y las obras no generaron desarrollo económico, por el contrario, resultaron un gasto presupuestal altísimo. Por otro lado, la situación de Pemex, como la empresa petrolera más endeudada e improductiva del mundo, obliga a hacer algo radical antes de que precipite al país a una crisis.
Para evitar un colapso económico en los primeros años de su administración, Sheinbaum tendrá que hacer crecer la bolsa de los ingresos, y como ya advirtió que no habrá una reforma fiscal, tendrá que ser bastante creativa para que crezca la inversión privada y para ello, necesita garantizar tres cosas:
Seguridad jurídica, es decir, establecer un marco legal confiable donde la ley sea la ley para todos, dicho lo anterior, apoyar la reforma al poder Judicial que propone AMLO sería la primera bomba que le puede explotar. De aprobarse, la inversión privada nacional y extranjera buscará otros destinos.
Segundo, la seguridad de bienes y servicios. Es decir, hoy por hoy México es uno de los países más inseguros y violentos del mundo, no existen garantías para el desarrollo económico, la seguridad de los trabajadores y sus familias ni las mercancías, existen además la extorsión y el pago de derecho de piso. De no combatirse con efectividad, será otra bomba que llevará al país al fracaso.
Tercero, la falta de energía, sobre todo de energías limpias. Durante estos seis años Bartlett y el agrónomo Octavio dejaron a CFE y Pemex en bancarrota. En esa materia, hay una marcada ineficiencia en generación, distribución y transmisión que provocan el estrés del sistema y apagones. La generación muy cara y Pemex ha tenido la producción más baja de su historia, sobreendeudamiento y una corrupción sin límites.
Si no se atienden estas tres variables la economía de México colapsará de forma irremediable.
Esto lo sabe el sector productivo del país. El Consejo Coordinador Empresarial y el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios que agrupan a casi todos los empresarios del país nacionales y extranjeros, lanzaron sendos comunicados en contra de la sobrerrepresentación y la reforma al Poder Judicial, mismas que se suman al posicionamiento de los colegios de abogados, magistrados, jueces, organizaciones sociales y en general de la sociedad civil.
Esto provocó la ira de AMLO y para tratar de desprestigiar a la contundente oposición a sus propuestas autoritarias y regresivas, pidió a la mafia del poder, de la cual se ha servido y otorgado toda clase de contratos, que lo respalden, por cierto, son los únicos empresarios que no pertenecen a estas agrupaciones ya que tienen el favor de AMLO.
Este martes pidió a los cinco hombres y mujeres más ricos de México, Carlos Slim, Germán Larrea, Ricardo Salinas Pliego, a la familia Baillères y María Asunción Aramburuzabala que opinen públicamente sobre la polémica en torno al riesgo de una sobrerrepresentación de Morena y sus aliados en el Congreso y que están por determinar el INE y el TEPJF.
Hasta la hora de escribir esto, el único que contestó, fue Ricardo Salinas, quien se limitó a pedirle al presidente que “sea serio”.
La moneda sigue en el aire y la economía del país dependerá de lo que decida el viernes el INE y la semana entrante el TEPJF.
Manuel Díaz en X: @diaz_manuel