“Como México no hay dos”.
Reconocimiento universal
Nunca ha sido una buena opción política compararnos con los países más desarrollados para poder llegar a ser igual que ellos, el mejor ejemplo al respecto fue la comparación del sistema médico mexicano con el de Dinamarca durante todo el sexenio pasado, pero sí podría resultar útil socialmente hablando comparar los logros que tienen las grandes potencias mundiales con los que quisiéramos tener en México, y uno importante sería el de la situación actual de los taxistas mexicanos.
En los países que son potencias mundiales los taxistas pertenecen a la clase media, ganan buen dinero y ayudan a estabilizar la economía de dichos países de alguna manera, además de que son parte fundamental en cuanto a la vialidad y comunicación de las grandes ciudades.
En cambio en México, los taxistas cada vez son sometidos a más leyes y restricciones, algunas de ellas sobrepasando las garantías individuales tan magistralmente redactadas en nuestra Carta Magna, incluyendo a los taxistas de los aeropuertos, sobre todo desde que se les obligó a pintar sus taxis de rosa a los de la Ciudad de México, cuando antes eran amarillos con negro u otros colores neutros como lo son en la gran mayoría de los países del mundo.
Por todo lo anterior sería interesante proponer que en México los taxistas tengan representatividad en el Poder Legislativo, que ellos puedan proponer sus propias leyes, para que puedan, entre muchas otras acciones, competir honradamente con las plataformas como Uber y todos las demás que están invadiendo al mundo, que puedan tener mejores precios de compra en las agencias de coches extranjeros cuando éstos sean destinados para ser taxis, y que incluso pueden tener ellos sus propias gasolinerías, y más ahora que México va a refinar gasolinas nacionales en “Dos Bocas”.
Y más adelante también sería muy conveniente que estas iniciativas se puedan aplicar a los demás sistemas de transporte privados que existen en México, incluyendo a los famosos “peseros”, cuyos chóferes, en general, son hombres y mujeres de bien y de buenas costumbres.
Logrando estas iniciativas, que hasta el momento sólo son sueños, si podíamos ampliar con los taxistas la clase media en México, con beneficio para todas y todos los mexicanos, como es y ha sido uno de los principios fundamentales de la Cuarta transformación.