El término corrupción está asociado al ámbito gubernamental, como la práctica de utilizar indebida o ilícitamente las funciones públicas en provecho de sus gestores; pero en el sector privado no aparece tan claramente. Tal vez porque nuestra legislación tipifica como delitos patrimoniales al fraude, abuso de confianza, robo, despojo, extorsión o daño en propiedad ajena.
Y pareciera que las empresas tienen un aura especial que les impide ser “corruptas”. Pero no quiero hacer una diatriba leguleya, sino más bien semántica, y en ese orden de ideas, ir al significado original de la palabra “corrupción”, entendiéndola como el deterioro de valores, usos o costumbres.
Volaris es la empresa protagonista de esta columna, y es que no puede pasar de noche la manera en que ha extendido sus tentáculos durante todos estos años, que ahora le otorga tal seguridad y confianza como para “despedir” a más de 500 trabajadores en tan solo quince días, solo por hacer valer sus derechos.
¿Qué pasó con los trabajadores de Volaris? es una pregunta que me hacen en días recientes. Y es que trabajadores inconformes con los maltratos y abusos de su empleador, promovieron un “paro de operaciones”, ya que no pueden emplazar a huelga porque su sindicato está en contubernio con la empresa. Durante 15 vertiginosos días la empresa aérea que comanda Enrique Beltranena optó por correr a todo aquel que se quejase, y la cuenta asciende a más de 500 despidos.
Técnicamente no existen tales despidos, pues presionaron para que la gente firmara “renuncias voluntarias”, amenazándolos con que si se negaban a firmar, serían boletinados, y no podrían volver a trabajar en alguna otra línea aérea. Mientras la empresa con una mano hace esta maniobra, con la otra contrata personal “al vapor” para llenar todas y cada una de las vacantes que dejan las “renuncias”. Y todo sucede ante la clara complicidad del Sindicato de Trabajadores de la Industria Aeronáutica, Similares y Conexos de la República Mexicana (STIA), que se presta a esta farsa.
La convocatoria para el paro de operaciones era el pasado lunes 5 de junio a las 04:00 horas; pero quienes estaban organizando este evento, evidentemente fueron corridos con antelación. De esta manera Volaris logró desarticular la manifestación en su contra, aprovechando que sus trabajadores están divididos en diferentes bases: Tijuana, Guadalajara, Monterrey, Cancún y la Ciudad de México.
En mi opinión, es totalmente un movimiento abyecto de la empresa y del sindicato, pretendiendo acallar el descontento laboral que permea en la aerolínea. Se equivocan si creen que de esta manera evitarán que las quejas se sigan generando. Al día de hoy sigo recibiendo correos, la gran mayoría de aquellos que han sido citados en Recursos Humanos para pedirles “su renuncia”. En sus comunicaciones me explican cómo está el ambiente laboral en Volaris y solo puedo confirmar que es un desatino cómo se está manejando esta crisis.
No podemos pensar que se trata de un mero conflicto entre empleado y empleador, como si se tratara de la tienda de conveniencia de la esquina. No podemos pensar que esta problemática le es inocua al usuario final de la aerolínea.
Evidentemente la empresa pretende borrar la relación que existe entre los despidos y el maltrato laboral y la seguridad aérea, pero están íntimamente ligados. Por el momento Volaris tiene “el sartén por el mango”, y es que tiene una escuela de sobrecargos que le provee de “carne fresca”, la misma que gestiona las licencias del personal, aunado a que los mismos trabajadores han denunciando que Volaris tiene gente “a modo” metida en la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC).
No solo en esa dependencia; en este espacio periodístico hemos hecho eco de algunos datos duros y comprobables. Alfonso Ascencio Triujeque, otrora Director del jurídico de Volaris, es el conciliador en el caso de Mexicana de Aviación desde el 2014, a pesar de las quejas de los trabajadores de Mexicana de Aviación por existir conflicto de interés.
Dicho personaje, fue nombrado este mismo año como síndico de la quiebra de Interjet. La pregunta es seria: de todo el catálogo de profesionales que puede echar mano el Instituto Federal de Especialistas de Concursos Mercantiles (IFECOM), ¿tenía que nombrar a la misma persona para tramitar las quiebras de dos empresas, que casualmente eran competencia de su anterior patrón?
Volaris no está jugando, ni sus acciones son desconectadas una de otra. Todo parece indicar que tiene una estrategia muy bien planeada, que no permite los “palos de ciego”. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Turismo, Volaris encabeza la lista de aerolíneas con mayor crecimiento en el periodo de enero a abril del presente año, con 8 millones 169 mil pasajeros transportados, superando a VivaAerobus, Aeroméxico, Aeroméxico Connect, y TAR.
Paradójicamente, esta posición de Volaris en el mercado aeronáutico no se refleja en las condiciones de sus trabajadores. Al contrario, lo realmente notorio es que está aprovechando su posicionamiento estratégico dentro de las instituciones gubernamentales, ejerciendo un factor real de poder, tanto económico como político en detrimento de los derechos laborales de su mano de obra.
El grupo de trabajadores afectados ya se acercó al Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, que tiene como misión vigilar que se respeten los derechos sindicales y los intereses colectivos de los trabajadores, y de la conciliación en conflictos individuales y colectivos de trabajo de competencia federal. Así que, una vez más, hago un llamado a la secretaria del Trabajo y Previsión Social, maestra Luisa María Alcalde Luján, para que los derechos de los trabajadores no sean pisoteados.
Concretamente, ¿qué es lo que piden los trabajadores? Tanto los que siguen laborando como los corridos, exigen que se respete el texto del artículo 225 de la Ley Federal del Trabajo: “El tiempo efectivo de vuelo de los tripulantes no excederá de ocho horas en la jornada diurna, de siete en la nocturna y de siete y media en la mixta, salvo que se les conceda un período de descanso horizontal, antes de cumplir o al cumplir dichas jornadas, igual al tiempo volado. El tiempo excedente al señalado será extraordinario”. Este grupo de trabajadores denuncia que son obligados a hacer jornadas de hasta 16 horas con recesos mínimos (“descanso horizontal”) de entre 10 y 12 horas.
Ellos están denunciando que el tiempo que les da para preparar la aeronave es mínimamente ridículo. Por experiencia propia, en Mexicana de Aviación teníamos que estar a bordo del avión 45 minutos antes de la hora de despegue, y teníamos 15 minutos para revisar el equipo de emergencia, la recepción de comisariato, la verificación de seguridad, el avituallamiento de los baños, entre otras labores que era necesario hacer antes del abordaje del pasaje.
A los sobrecargos de Volaris les dan escasamente 4 minutos para todo ello. En un video que me hicieron llegar se puede ver que la limpieza del avión la hacen entre 3 y 5 minutos, y así lo hace la empresa en aras de acortar el tiempo de plataforma. Entre menos tiempo estén, más barato les sale la misma. Pero hacerlo en ese breve tiempo no garantiza la correcta limpieza del avión, a cargo del personal de Swissport, y mucho menos garantiza que se lleve a cabo una correcta revisión a la aeronave, poniendo en riesgo a los pasajeros en caso de una emergencia.
Aunque existe la posibilidad de favorecer el “rol de mamá” de sus sobrecargos, como lo hacen otras aerolíneas del país, Volaris no los implementa, colocándolas en la disyuntiva de dejar de ser un ente económicamente productivo, y tener que renunciar, pues les asignan bases en distintas ciudades a las de su residencia (“a partir de mañana tu base es Tijuana”), o no permitiéndoles pernoctar en su base para estar al cuidado de sus hijos.
No puedo creer que entre más avanzamos como sociedad, más retrocedemos en derechos básicos. Muchas de estas decisiones llegaron a Volaris junto con un personaje como Guillermo Lagunas “Gerente Senior Sobrecargos y Servicio al Cliente at Volaris” tal y como se describe él mismo en su página de Linkedin, y es que al provenir de Cinemex, no tiene ni la más remota idea del trabajo de un tripulante de cabina.
Él agrega a su presentación: “25 años de Experiencia en Servicio al cliente y Operaciones. Diseño y ejecución de estrategias de mejora continua, estandarización de procesos y rendición de cuentas. Gestión de cambios y supervisión efectiva de equipos de alto rendimiento, enfoque en capital humano como ventaja competitiva primaria. Storyteller disruptivo, arquitecto de lealtades, speaker”. En ningún lado podemos ver que tenga experiencia en materia aeronáutica, y si desconoces que el trabajo de los sobrecargos está catalogado dentro de los “Trabajos Especiales” de la Ley Federal del Trabajo, difícilmente comprenderás la naturaleza del mismo.
No es sencillo, para ser “Gerente Senior de Sobrecargos” mínimamente debe conocer diferentes regulaciones, como la Norma Oficial Mexicana NOM-117-SCT3-2016, que establece las especificaciones para la Gestión de la Fatiga en la tripulación de vuelo. Inexplicablemente, aunque Volaris (CONCESIONARIA VUELA COMPAÑÍA DE AVIACIÓN, S.A.P.I. DE C.V.) participó en su elaboración, no lo aplica en lo absoluto al extender a máximos las jornadas de los tripulantes.
No puede “gestionarse” la labor de los sobrecargos si no se conoce lo que la Ley Federal del Trabajo estipula en sus artículos 221, 222, 223, 224, 225, 226, 227, 228, 229, 230 y 231; así como el artículo 82 del Reglamento de la Ley de Aviación Civil, en relación con la NOM-002-SCT3-2012 y la NOM-064-SCT3-2012. Los sobrecargos no se dan en macetas, debe ser personal altamente calificado, y no sacado al vapor.
Sin duda los números son muy positivos para Volaris, entonces ¿por qué explotar al personal?, ¿por qué poner en riesgo la vida de los pasajeros? El éxito de toda compañía aérea es priorizar la seguridad, y Volaris está jugando peligrosamente con fuego. En el pasado -no muy lejano- hubo otro que jugó de la misma forma, y con ello terminó enterrando a su empresa aérea: Taesa, del Capitán Abed.
Estamos a tiempo de que Volaris detenga ese deterioro de valores, usos o costumbres. Es buen tiempo de que la autoridad laboral enderece el camino en pro de los trabajadores. Es momento de que la 4T revise qué está pasando con algo que no puedo llamar corrupción de Volaris, pero que se le parece mucho.