EN CONTEXTO

Como resultado de las pasadas elecciones, Morena, el partido en el poder, gobernará once estados de la república que se sumarán a los seis que ya mantenía, considerando que en Baja California continuará de manera formal.

Prácticamente tendrá el control político, social y económico de más de la mitad de los estados del país, con lo que se refuerza el poderío estratégico del gobierno federal, y esto puede significar avanzar o no en dos temas esenciales para los mexicanos: dedicar su arrolladora presencia en la consolidación de su proyecto político para arraigarse en el poder o promover realmente la transformación nacional.

Con su presencia ampliada en la república, Morena tomará el control directo sobre las haciendas públicas de los gobiernos locales y podrá definir el desempeño del federalismo mexicano.

La carta de navegación se escribirá en el Paquete Económico para 2022 que, junto con la “reforma fiscal” sin cambios en las tasas de los impuestos, será esencial para poder observar qué cambios se incorporarán y cómo se pretenderán administrar y distribuir los recursos que el gobierno federal otorgará a las entidades federativas y a los municipios. Ahí veremos si hay o no transformación y cuál será su calidad.

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Especialmente habrá que poner atención en qué y cómo decidirá el Presidente distribuir las transferencias a través de las participaciones federales, conocidas como el Ramo 28, y mediante las aportaciones federales, o Ramo 33. Ambas son parte de los cimientos del federalismo fiscal y del carácter republicano (el Modelo de desarrollo) que está íntimamente ligado con la equidad, la justicia y la democracia, asuntos que deber favorecer a todos los mexicanos, independientemente de sus preferencias políticas.

¿Por qué es importante el federalismo fiscal?

Porque precisa las potestades tributarias de los estados y municipios, que constituyen la facultad para cobrar determinados impuestos o derechos, así como la soberanía para ejercer el gasto público que tiene el gobierno federal, al igual que los gobiernos estatales o locales.

Los recursos que integran las participaciones se forman a partir de la recaudación federal de algunos impuestos que van a dar a una bolsa conocida como la Recaudación Federal Participable (RFP) que se integra principalmente con los ingresos tributarios (ISR e IVA y algunos derechos sobre hidrocarburos. Entonces, con parte de la RFP se componen tanto el Fondo General de Participaciones (20 por ciento de la RFP), el Fondo de Fiscalización (1.25 por ciento) y el Fondo de Fomento Municipal (1 por ciento) y también se reparte, por otros fondos y partidas, parte de la recaudación del IEPS y otros ingresos federales.

Mediante un esquema normativo de coordinación, busca garantizar la distribución más eficiente de las potestades tributarias y de ejercicio del gasto entre gobierno nacional y gobiernos locales.

Si en el pasado este esquema se utilizó para promover, presionar o ahogar a gobiernos estatales, con la fuerza de Morena en el territorio nacional el tema resulta más complejo que nunca por la polarización sociopolítica promovida por el Presidente López Obrador y magnificada por sus seguidores.

El federalismo fiscal está, pues, en observación porque puede entrar en terapia intensiva.

Sobre todo, porque histórica y políticamente las aportaciones fiscales son transferencias cuya finalidad constitucional es apoyar el proceso de descentralización de las facultades y obligaciones del Presidente de la república hacia los estados y municipios.

Pero también, porque las aportaciones buscan que el suministro de los servicios públicos se canalice a todos los mexicanos para atemperar las disparidades entre regiones, din distingos partidistas.

El paquete económico para 2021, mostrará si en verdad vamos hacia una verdadera transformación nacional que beneficie a todos, o solamente a unos cuantos… Como siempre.

@lusacevedop