Como sabemos, estamos inmersos en un proceso interno de Morena que, en unas semanas, definirá el destino político de quién será el coordinador de la defensa del voto. O sea, el futuro candidato que represente al lopezobradorismo en la boleta del próximo año. Falta poco para que ese momento llegue y, con ello, someterse al termómetro social que lleva el título de la encuesta. De hecho, el anuncio oficial se hará en la primera semana de septiembre y, posterior a ello, entrará al clima de los reflectores el ejercicio por la carrera de las candidaturas a las nueve entidades federativas que estarán en disputa.
Y como estamos prácticamente en la antesala de ese proceso, el escenario preelectoral vive una efervescencia que, dicho sea de paso, lleva meses entrando en un terreno donde las figuras que se asoman muestran su capital político en los distintos estados. Con ello, la atmósfera que se genera ha provocado que también las acusaciones, el fuego amigo y la guerra sucia, sean otro factor inherente a un ejercicio de esta naturaleza. Es muy común que esto suceda, incluso, eso lo han protagonizado las estructuras de las propias corcholatas que, hoy en día, se están jugando el pase a la coordinación.
De hecho, el gran mediador de ese proceso ha sido el presidente López Obrador, que, como buen estratega, reunió a los cuatro aspirantes presidenciales en un cónclave y, con ello, calmó la disputa que, por cierto, estaba escalando a otro nivel de descalificación. Antes de que se agudizará esa tensión, AMLO cohesionó y podemos decir que, pase lo que pase, la unidad está garantizada y, para ello, ha tomado a todos en cuenta. Es decir, la totalidad de aspirantes a la coordinación jugarán un papel clave y, posterior a ello, se abrirán las puertas a distintas posiciones que, a la postre, resultan fundamentales, como el caso del legislativo federal.
Eso le funcionó al presidente, pues al finalizar el proceso no hay duda que se notará la unidad. Incluso, es un hecho que esa postura se trasladará a cada una de las entidades federativas donde habrá transición del ejecutivo estatal. En particular, me ha llamado mucho la atención el proceso interno en Chiapas. En ese sentido, recordemos que la competencia ha vivido matices que, en un momento de definiciones, no abana al interior. Hablo no solamente de la guerra sucia, sino también de las estrategias de persuasión que manchan la esencia de un movimiento democrático con el de Morena.
No sé de dónde vino la calumnia que montó el periódico nacional Reforma, pero es un hecho que tuvo la intención de debilitar una aspiración legítima de competir. Recordemos que, en días pasados, la manipulación tocó la puerta de Eduardo Ramírez, actual coordinador de los senadores de Morena en la Cámara Alta. Incluso, la maquinación del diario no tuvo el efecto que ellos esperaban porque el Jaguar, como lo conocen, salió prácticamente ileso y, con ello, fortaleció más su liderazgo como favorito a quedarse con la candidatura de Chiapas.
Pero para que la coyuntura tenga un cauce de civilidad, la propia secretaria de Gobierno, Luisa María Alcalde Luján, reunió a quienes son, no hay duda de ello, los dos aspirantes más fuertes del proceso interno de Morena en Chiapas. Hablo de Eduardo Ramírez y Zoé Robledo. De hecho, la cena tiene un mensaje muy claro de que, más allá del clima que se forme, la unidad será el punto clave a fin de salir fortalecidos.
Era necesario que este encuentro se llevará a cabo, especialmente para calmar las tensiones internas y, de paso, mostrar fortaleza al interior del movimiento. Seguramente esa fue la instrucción de Palacio Nacional, a través de la titular de Bucareli, que está mostrando buenos dotes de mediadora, sobre todo en un momento crucial como el que vive el país. Incluso, Luján lo ha hecho muy bien y, contribuir a mediar el proceso interno, es una buena determinación, máxime si se trata de dos figuras de peso como Eduardo Ramírez y Zoé Robledo.
A propósito, Eduardo Ramírez, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, pinta como el favorito para quedarse con la candidatura de Morena en Chiapas. No lo digo yo, sino las propias encuestas que muestran datos a favor del Jaguar. Sin duda lo fortaleció la designación como líder de los legisladores en la Cámara Alta. De hecho, esa nueva encomienda la ha sabido capitalizar, pues la entidad del sur del país, tiene en sus manos a un fenómeno social que mueve multitudes.