Me ha dicho el tenor Héctor Palacio que ya no se usa la expresión del título de esta columna. ¿De qué hablo? De “contrafactum, en plural contrafacta, (del latín contrafacere)”, que según Wikipedia es “una técnica compositiva de la música vocal que consiste en la sustitución de un texto por otro sin realizar cambios sustanciales en la música”.
Pedí a Palacio su opinión sobre la versión de La Adelita cantada por Eugenia León en la etapa final de la campaña electoral presidencial de Claudia Sheinbaum. Me la envió por escrito y así supe de la existencia de una palabra olvidada que me pareció muy adecuada para intentar comprender esto que dejo a continuación:
{username} (@Claudiashein) May 25, 2024
En un artículo de Juan Ignacio Fernández Morales, “El reciclaje musical: contrafactum”, publicado en el sitio de internet 90 disonancias leí esta pregunta: “¿Cómo puede una misma música ser adecuada para dos letras diferentes?”. Es interesante la reflexión del catedrático de piano del Conservatorio Superior de Música de Málaga realizada a partir de una ópera de 1711, Rinaldo, de G. F. Händel. Quien desee leerla puede hacerlo aquí: https://90disonancias.com/2018/03/1307/el-reciclaje-musical-contrafactum/
Cito un solo párrafo del texto de Fernández Morales: “Esta breve reflexión apoya la tesis, expuesta por E. Hanslick en De lo bello en la música (1854), de que la música, por sí misma, no puede expresar ningún contenido específico de naturaleza extramusical, es decir, es incapaz de expresar un sentimiento o contenido conceptual concreto y preciso”.
La trascedencia de La Adelita no está en su hermosa música, sino en su letra revolucionaria, doblemente revolucionaria porque habla del papel de las mujeres en la lucha contra la injusticia. En efecto, es importante tal canción porque trata de las mujeres que pelearon una guerra de liberación a principios del siglo XX en México.
¿Qué opino de la nueva letra de La Adelita, dedicada a la primera presidenta de México, Claudia Sheinbaum? Me encantó. A Héctor Palacio no tanto: dice que el contrafactum realizado por Eugenia León solo estará vigente durante los días finales de la campaña electoral. Puede ser que tenga razón, pero creo que habrá, ya con Claudia en la presidencia, nuevas adaptaciones de La Adelita que tendrán más vida. Mi convicción se basa en que La Adelita no solo fue fundamental durante la Revolución mexicana, sino que inspiró a tantas mujeres para no bajar la guardia en los momentos más difíciles del movimiento de izquierda mexicano encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Imposible olvidar a las Adelitas que protestaron contra el gobierno espurio de Felipe Calderón; por cierto, la líder de aquellas aguerridas mujeres fue Sheinbaum —realmente lamento que ya no esté en la 4T una Adelita en aquel tiempo ejemplar, Polimnia Romana.
No puedo evitar una reflexión personal. Pensar en La Adelita me emociona no solo por su significado de resistencia ante la arbitrariedad, sino especialmente porque en Monterrey crecí entre flores y vestidos de novia de dos negocios de mi padre y mi madre, ambos llamados Adelita: el primero, Adelita Arte Floral, y el segundo, Novias Adelita. Así le decían a Adelaida Castillo, mi mamá, nacida en Montemorelos, la tierra de las mejores naranjas. La pobreza y la falta de empleos productivos obligaron a mi papá y a mi mamá a emprender actividades comerciales en muy pequeña escala, al principio en la informalidad. Tenían que alimentarnos y educarnos a mi hermana, a mis dos hermanos y a mí. Les fue bien, muy bien…, por lo tanto a su hija e hijos también nos fue bien. Hasta un patrimonio más o menos valioso hicieron. Quizá por eso defiendo tanto el sistema económico de libre empresa.
Vivíamos en una de las tiendas y con frecuencia las clientas de mi mamá entraban hasta donde yo descansaba, jugaba o hacía la tarea escolar. No pocas de esas señoras, mientras platicaban con mi madre, la interrumpían y le cantaban la parte que se sabían de La Adelita. Cómo no me va a emocionar tal canción, sobre todo ahora que sirve para culminar la larga aventura de Claudia por la presidencia.
Dejo enseguida la reflexión del tenor Héctor Palacio acerca de La Adelita. Él añadió un apunte sobre cierta comparación que alguien hizo: que Claudia Sheinbaum es como Bach y Xóchitl Gálvez como el reguetón. Palacio toca otro tema que la presidenta Sheinbaum deberá tener en cuenta para guiar por el camino de la paz a la transformación de izquierda en su segundo sexenio: una deuda que tiene México con el músico más importante, Beethoven.
Bach, La Adelita y reguetón: Claudia puede con eso y más; ¿y Beethoven? Autor: Héctor Palacio
Dos notas interesantes a comentar. 1. La comparación, a partir del concepto de género musical, de las candidatas Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, realizada por la comentarista Blanca Heredia en el programa conducido por Leo Zuckermann, “La hora de opinar” del 23 de mayo. 2. El lanzamiento de una versión de la canción La Adelita, a cargo de Eugenia León y el grupo HH, compartida por Sheinbaum en su cuenta X el 25 de mayo.
1. Bach vs reguetón
Heredia sostiene que pensando en términos de género musical, Claudia sería Johann Sebastian Bach mientras que Xóchitl sería reguetón. Esto porque el compositor alemán permite “estudiar, relajarse, concentrar la mente”, mientras que el reguetón “se baila mejor”. Es decir, Heredia contrasta música clásica vs comercial (más que popular). Varias contradicciones de Heredia a comentar: A. compara a un compositor clásico, Bach, con un estilo, un ritmo, el reguetón; tendría que comparar entre semejantes: Bach vs un autor de reguetón. B. Supone que lo clásico es mejor que lo comercial/popular cuando son distintos; hay un prejuicio no oculto en este comentario. C. Establece que Bach no se baila, cuando sí se baila en diversas variantes (claro, no concebidas por el compositor): en coreografías de ballet clásico, en coreografías de ballet neoclásico (estilo George Balanchine, por decir), en coreografías de danza contemporánea, en adaptaciones de ciertos temas y giros melódicos que se distorsionan y se convierten en una pieza bailable, como sucede también con Mozart y Beethoven, por ejemplo. D. Heredia supone que Claudia es estilo-Bach porque es más ordenada y estratégica y que no podría bailar como Xóchitl que es estilo-reguetón y un desmadre y un desorden. Lo cierto en este punto es que está demostrado, en diversos videos que circulan por tiktok o youtube, que Claudia es una gran bailadora (recuérdese que estudió ballet clásico y neoclásico) y que Xóchitl es también un desmadre bailando porque ¡es arrítmica!, no da una. Así que Claudia, siendo música y bailarina de formación podría bailar cualquier cosa que le pusieran, Bach o reguetón, salsa, quebradita o cumbia.
Entiendo que Heredia, complaciendo a Zuckermann, diga que Xóchitl “conecta más con la gente” porque “viene de abajo” al contrario de Claudia, que ha tenido que “descender escalones” para igualarse con el pueblo. Este es otro error de Heredia y Zuckermann, ¿han visto en los mítines de Sheinbaum la gran conexión que tiene con la gente?, ¿han visto las encuestas que lo confirman?
Creo que Heredia se ha hecho popular por supuestos comentarios cáusticos, pero yo francamente no comparto su gracia —amargado que estoy, tal vez me podría decir Federico Arreola— porque al contrario de Heredia, yo no invitaría a Xóchitl a una fiesta a mi casa ni a ninguna a la que yo pudiera ir; no creo que la vulgaridad y la llaneza sean divertidas o bufonescas, a menos que se quiera exponer a la invitada al escarnio.
2. Versión de La Adelita
En abril de 2023 escribí en SDPNoticias que la “Canción revolucionaria en la 4T: No existe (¿Sheinbaum la hará posible?)”. El escritor y profesor de crónica, el estimado Gustavo Marcovich, con la carcajada interna que le caracteriza, comentó en el post donde compartí mi texto: “Creo que después de Adelita no hubo otra rola revolucionaria”. Y concedí que tiene razón.
Lo que se ha privilegiado dentro de la izquierda mexicana, y así lo comento en mi texto, es la parodia de canciones hechas con textos nuevos sobre todo de carácter satírico y político; algo francamente facilón. Algo que en la Edad Media se conoció como contrafactum. La secretaria de Cultura del gobierno actual llegó al descaro de convocar no al concurso de nuevas creaciones musicales sino a uno de letras que parodiaran canciones ya hechas, ¡qué desperdicio y qué falta de ambición!
La Adelita, una canción identificada con la Revolución mexicana tiene varias versiones, aunque hay una que ha figurado como oficial, la de 1949; ya escribiré sobre este interesante asunto. Pero mientras tanto, sale esta versión de Eugenia León y el grupo HH (al que no conozco) dedicada a Claudia Sheinbaum. La letra habla del trance político entre esta y el presidente López Obrador y la continuidad con cambio. Versión animada por varias voces, con franqueza creo que tendrá sólo un impacto coyuntural, de aquí al día de la elección. No tendrá los alcances de las parodias de Mi casita o La paloma. Pero bueno se trata de eso: de animar el voto.
3. Beethoven
Añadiré otro punto. Desde hace tiempo, Federico Arreola y yo hemos planteado en este espacio en varias ocasiones la posibilidad de que durante algún evento masivo del presidente López Obrador se interpretara el cuarto movimiento coral de la Novena Sinfonía de Beethoven, por lo que contiene de fraternidad universal. No fue posible, y ya ocurrió en el 2020 el 250 aniversario del nacimiento del compositor (la pandemia oscureció un tanto su celebración en el mundo) y recientemente el 200 aniversario de la sinfonía (estreno: 7 de mayo de 1824, en Viena), pero siempre hay ocasión para ello, ¿lo hará posible Claudia Sheinbaum? Alguna vez sugerí un programa “clásico popular”, a interpretarse en el Zócalo, en que el cuarto movimiento fuera acompañado por piezas mexicanas; lo reproduzco:
Programa preliminar:
1. Sensemayá. Silvestre Revueltas
2. Sinfonía India. Carlos Chávez
3. Huapango. Juan Pablo Moncayo
4. Sones de Mariachi. Blas Galindo
5. Danzón No. 2. Arturo Márquez
6. Salón México. Aaron Copland
PAUSA
7. Novena Sinfonía, Cuarto Movimiento. Ludwig van Beethoven
Posdata de F. Arreola:
No tendría nada de malo un programa así o, al menos, solo el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía en el Zócalo el día de la toma de posesión de la presidenta Sheinbaum. Sin duda son cautivadores en los eventos masivos grupos musicales populares como Firme, pero elevar el nivel cultural podría también agradar a la mayoría de la gente. Sobre todo porque la 4T nada relevante hizo en dos aniversarios relacionados con alguien tan trascedente como Beethoven. ¿Que este no es mexicano y entonces mejor que lo homenajeen en su país? Tampoco es mexicano el iPhone desde el que Claudia y AMLO envían a redes sociales sus inspiradores mensajes. Solo hay algo más revolucionario y progresista que el iPhone: el bellísimo llamado de Beethoven a la hermandad, tan necesaria en el México ensangrentado desde que Calderón se robó las elecciones de 2006 y recurrió a una estúpida guerra para intentar ocultar su falta de legitimidad.