Cuando inicié en estos periplos del periodismo hace casi una década y media, asumí la titularidad de la sección de deportes de un medio básicamente porque nadie quiso hacerse cargo y yo era el único que seguía de alguna manera el deporte nacional e internacional.
Durante un par de años lo seguí haciendo, hasta dedicarme a otras áreas editoriales de más responsabilidad, pero siempre cubriendo eventos especiales como olimpiadas y mundiales. Sin embargo, en especial en el caso del fútbol, me era cada vez más difícil concentrarme en hacer bien mi trabajo. Conforme los inversionistas de las petromonarquías árabes y de los fondos de inversión extraterritoriales se apoderaban de cada vez más y más equipos, me era imposible dejar de ver la influencia obscena de los capitales en el deporte, principalmente en el sueldo de los futbolistas.
Es obsceno que personajes como Cristiano Ronaldo, Messi, Neymar y muchos otros ganen cientos de millones de dólares, cuando los creadores de las vacunas que están salvando millones de personas, o los médicos que trabajan en las comunidades más desprotegidas no tengan ya no digamos una fortuna, que dudo sea lo que esperan, sino los recursos necesarios para poder hacer su trabajo y seguir ayudando a los otros.
Messi tuvo una relación de provecho mutuo con el Barcelona: lo “descubrieron” en Argentina. Le dieron trabajo, hogar y comida a él y a su familia. Le curaron de su problema de desarrollo físico. A cambio y junto con la ayuda de otros genios que no recibieron tanta alharaca tras su partida, Xavi e Iniesta, ganaron prácticamente todo lo que se podría ganar.
El jugador argentino podrá llorar lo que quiera, pero se va con una fortuna suficiente (misma que seguramente se duplicará, o aún más, en su paso por el PSG o cualquier otro club que lo reciba) para que sus nietos y bisnietos no tengan ninguna carencia.
Vaya sistema en el que vive la mayoría del planeta en la que los pobres le lloran al hombre blanco, rico y privilegiado que se va a otro equipo, a seguir enriqueciéndose pateando una pelotita, mientras que España tiene la mayor tasa de desempleo entre jóvenes en la Unión Europea y la gente come de los contenedores de basura.
No lloren por Messi, es millonario. Lloren por ustedes, ridículos desclasados.