Antes de enfrentar un proceso de juicio político, o “impeachment” por acusaciones de abuso y acoso sexual, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, anunció su retiro de la gubernatura de su estado en un plazo de dos semanas.

Andrew Cuomo, protegido hasta el final por los medios corporativos entre los que se encuentra CNN, en donde su hermano Chris Cuomo es comentarista y no se cansó de defenderlo, tuvo que dar el paso al costado no porque se encuentre arrepentido, sino porque así puede evitar el juicio y seguir aspirando a otro puesto político en el futuro.

Entre las acusaciones de las mujeres se encuentran tocamientos innecesarios en partes privadas por parte del gobernador, cuando ellas se desempeñaban como empleadas de la oficina del gobernador. En otras ocasiones, las obligó a desnudarse como “juego”, o las obligó a besarlo en la boca.

Tanto el presidente de Estados Unidos Joe Biden, como varios de los principales senadores y líderes demócratas comenzaron a ejercer presión para que Andrew Cuomo renunciara. En el contexto posterior al movimiento “Me Too”, Cuomo no pudo resistir y dio, muy a regañadientes, su brazo a torcer.

Lo increíble es como, en lo peor de la primera ola de Covid-19 que azotó a Nueva York en 2020, se intentó posicionar a este criminal como una “alternativa” a Donald Trump en el manejo de la pandemia, con todo y el conocimiento de sus agresiones sexuales.

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Peor aún, Andrew Cuomo es responsable de haber enviado al menos 4 mil 500 adultos mayores infectados del nuevo coronavirus a asilos para ancianos, condenándolos prácticamente a la muerte, con un saldo maquillado de al menos 6 mil adultos mayores fallecidos a causa de la peligrosa enfermedad.

Un verdadero genocidio

El gobernador Andrew Cuomo cae como el ídolo de barro prefabricado que siempre fue, pero su estilo de hacer política y el apoyo acrítico de los medios norteamericanos a los políticos demócratas, seguramente perdurarán.