Mediante las prácticas de compra de votos, coacción de militantes y falsificación de firmas, inequidad en recursos, Marko Cortés, actual presidente del PAN que busca la reelección podría lograr quedar como candidato único en la lucha por la dirigencia nacional, o con un simulador de contrincante, dejando fuera a una figura que buscaba que el blanquiazul fuera una verdadera oposición a Morena y al gobierno de la 4T, la tlaxcalteca Adriana Dávila.
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Un remedo del PRIMOR
Resulta muy triste el engaño a la militancia panista y a la ciudadanía en general. Todo indica el regreso de las “concertacesiones” que caracterizaron al PRI de salinas con el PAN de Diego Fernández de Cevallos, de Santiago Creel y de otros que abonaron para que Salinas se empoderara y reformara al Constitución a su capricho, hoy la historia se repite gracias a que la corriente anayista y Marko Cortés se han convertido en comparsa de AMLO.
Las denuncias de las prácticas nefastas con las que Marko Cortés se hace de la presidencia del PAN, son similares a las que se hacían en el PRI y ahora por obvias razones en Morena.
A través de un vídeo difundido en redes sociales, Rocío Teyssier, militante del PAN, aclaró que nunca firmó por el aspirante a la dirigencia del partido; explicó que recibió una llamada del municipio de Xalapa, Veracruz y otra de la Ciudad de México y que en ambas se negó a brindar apoyo a Cortés Mendoza.
La dirigente estatal en Puebla, Genoveva Huerta Villegas, aportó el “voto corporativo” en favor de Marko Cortés, con 5 mil 249 firmas para su registro como candidato a la reelección de la presidencia nacional del PAN, luego que Cortés aseguró que en Puebla la dirigencia será para una mujer, es decir, la dirigente asegura su reelección.
En Puebla no asistieron a la reunión el bloque panista que pide el arribo de un nuevo perfil a la presidencia del CDE, que está liderado por el alcalde electo de Puebla Eduardo Rivera Pérez, el exdirigente estatal Rafael Micalco Méndez y la diputada federal Ana Teresa Aranda Orozco, sin embargo, casualmente, se reunió en privado con cada uno de ellos.
Esta situación, con reuniones cupulares, amenazas y compra de personajes, se repitió en muchas entidades, como en Puebla y en Chihuahua, donde la gobernadora Maru Campos Galván, que en un inicio había apoyado a Adriana Dávila, cambió en el último momento hacia Marko Cortés, según dicen, Cortés le “cobró” el apoyo que le otorgó para ganar la candidatura a Gustavo Madero, el enemigo de su jefe Ricardo Anaya.
En Guanajuato pretenden expulsar del partido a Carlos Arce Macías por atreverse a cuestionar al alcalde de Guanajuato por hacer las prácticas clientelares del PRIMOR, así como la compra de votos y por aliarse al proyecto ultraderechista y xenófobo de VOX.
Una contienda desigual
Por su parte, Adriana Dávila presentó una queja ante la Comisión Organizadora Nacional de la Elección, del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, por la que denunció que Cortés Mendoza difundió spots en radio y televisión promocionando su imagen, hecho que de acuerdo con la convocatoria para elegir dirigencia nacional panista, está prohibido.
Es decir, Cortés recurrió a la misma estrategia sucia de AMLO en las elecciones, donde se autopromocionaba a la par que lo hacía con los candidatos de su partido Morena, retando a la autoridad electoral. Cortés utilizó la misma estrategia, total él es el presidente del Partido y se auto justifica.
Los pobres resultados
Desde que se encuentra en manos de Anaya y su grupo, los resultados no han sido nada buenos, ni en el congreso ni en los gobiernos estatales y municipales. Durante las tres últimas presidencias del blanquiazul, Ricardo Anaya, Damián Zepeda y Marko Cortés, la institución ha tenido un fuerte deterioro, hasta llegar al punto de convertirse en una simulación de oposición frente a la 4T.
En el segundo periodo de Anaya como presidente del PAN, de agosto de 2015 a diciembre de 2017, el partido gobernaba al menos 11 estados, luego vino su amigo Zepeda, a ocupar la presidencia de diciembre de 2017 a agosto de 2018, el PAN pasó entonces a gobernar en nueve entidades. Lo peor para el partido ha sido con Marko Cortés, actual dirigente nacional, donde solo gobiernan ocho estados y han perdido presencia en congresos y municipios, el único incremento fue en el número de diputados federales.
Durante largo tiempo el PAN logró colocarse como la única fuerza en realmente opositora y con la oportunidad de hacer un cambio significativo frente a un gobierno autoritario. Ahora con AMLO y la 4T, que buscan cambiar muchas de las políticas que el PAN tardó años en lograr consolidar, el partido no ha tenido la capacidad suficiente de representar a su militancia y a millones de personas que simpatizan con ellos.
La triada de Anaya-Zepeda-Cortés que se adueñaron del partido, han dado la espalda a su militancia y de paso, han dejado a la deriva la democracia en México, al asumir las prácticas y vicios del PRIMOR.
Al conseguir Marko Cortés ir por la reelección como candidato único, ha terminado por dar un golpe de Estado a su propio partido, rompiendo con la tradición democrática del PAN, el único partido que gozaba de democracia interna.
Que fácil la tiene la 4T con esta oposición a modo.