Uno de los problemas más fuertes de la 4T es la falta de profesionalismo y conocimiento de Los funcionarios que tienen a su cargo diversas dependencias y oficinas del gobierno central y, a casi tres años de esta administración, queda claro que no pueden con el paquete ni con la responsabilidad que les fue conferida.
La 4T arribó con altísimas expectativas de mejorar las cosas, pero lo que se ha visto es una incompetencia brutal y la única solución, destruir todo y crear una nueva dependencia con personal completamente desconectado de la realidad.
Lo más lamentable es que dijeron que iban a “barrer” la corrupción y en lugar de combatirla, prefieren acabar con las instituciones. Eso pasó con el tema de la distribución de medicamentos, en el campo con Segalmex, CFE Telecomunicaciones y ahora, con la ocurrencia del “Gas Bienestar” y la militarización de la seguridad pública y así nos vamos.
La experiencia de militarizar las Aduanas
Lo que viene ahora afecta el espíritu del comercio exterior y de tratados comerciales como el T-MEC. Según ha trascendido, el compañero presidente está a punto de promulgar un decreto que separa la administración de Aduanas del SAT para convertirla en un órgano desconcentrado de la Secretaría de Hacienda.
En este caso, como en todas las nuevas oficinas creadas por AMLO, la justificación es la misma, se trata de agilizar la “limpia” de la corrupción en las aduanas del país.
Como primer intento para frenar la corrupción, hicieron lo supuestamente “fácil”, militarizar las aduanas. En mayo del año pasado, AMLO ordenó que todas las aduanas ubicadas a lo largo de la frontera con Estados Unidos fueran administradas por la Secretaría de la Defensa Nacional. Antes había entregado las aduanas de Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo, Tamaulipas y Colombia, Nuevo León.
Sobre la medida, el propio mandatario reconoció que, si bien dar a la Sedena el control de esos puntos fronterizos trajo resultados positivos en cuanto a la recaudación, se detectó que los contrabandistas de gasolina y diésel comenzaron a traficar autotanques por las aduanas adyacentes.
Además, aumentaron los testimonios de corrupción. Por ejemplo, Julio Almanza Armas, presidente de la Federación de Cámaras de Comercio de Tamaulipas (Fecanaco), denunció que tres meses después de que el Gobierno Federal entregó a militares la administración de las Aduanas de Reynosa y Matamoros, la corrupción se agravó con la complicidad de la Guardia Nacional. “(Los militares) salieron igual, sigue sin haber ningún cambio”.
También trascendió que el General secretario, Luis Crescencio Sandoval se quejó porque parte de su fracaso en el control de las Aduanas se debió a trabas burocráticas en la contratación de personal, porque quien dirige la oficina de las contrataciones, Paloma Aguilar, una exintegrante de la Ayudantía presidencial no dio seguimiento al trámite correspondiente.
Por otra parte, está la jefa de SAT, Raquel Buenrostro, quien quizá “no dio el ancho”, porque la corrupción en Aduanas está peor que nunca y en lo que va del sexenio, lleva tres Administradores: Ricardo Peralta, Ricardo Ahued Bardahuil y Horacio Duarte y las cosas continúan de mal en peor.
O bien, se trata de que el nuevo titular de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, quiere poner orden o quizá pretenda hacer el “cochinito”para la elección de 2024 y de ahí la disputa por la “caja chica”, como se considera la jugosa recaudación por comercio exterior.
Lo que no quedó claro es ¿qué se pretendió realmente al militarizar puertos y aduanas?
Para los funcionarios cuatroteros lo que está en juego, entre otras cosas, es cómo y quién manejará los recursos que genera la operación del comercio exterior en las aduanas y estamos hablando de la mayor fuente de ingresos fiscales.
Desde su llegada al SAT, Raquel Buenrostro tiene la mira puesta en el Fideicomiso para Administrar la Contraprestación a que se refiere el artículo 16 de la Ley Aduanera, el famoso FACLA.
La “caja chica”
Finalmente, se trata del regreso a la visión salinista de la “caja chica” que financiará la propaganda política personal. Existe el antecedente del FACLA, con la Integradora de Servicios Operativos (ISOSA), empresa pública que en 1993 creó el entonces subsecretario de Ingresos, Francisco Gil Díaz.
Gil Díaz tuvo que liquidar ISOSA en 2004, luego de que la Auditoría Superior de la Federación detectara movimientos discrecionales por unos 10 mil millones de pesos, lo que dio paso a la creación de FACLA.
Mucho se ha comentado acerca de la opacidad en el manejo de los recursos captados por Aduanas, pero las cosas no han cambiado con la 4T. Enrique Peña Nieto adjudicó a Kio, de María Asunción Aramburuzabala, el Proyecto de Integración Tecnológica Aduanera (PITA), un contrato por 8 mil 500 millones de pesos y en la 4T, Ricardo Peralta, quiso asignarle a Seguritech, de Ariel Picker, un nuevo contrato por un monto de 14 mil millones de pesos.
Las ocurrencias de la 4T en materia de comercio exterior ya se están notando, como lo comentó Javier Treviño en un excelente artículo donde dio cuenta de la Regla 2.4.1 relativa a la autorización para la entrada o salida de mercancías del territorio nacional por lugar distinto al autorizado.
No será sorpresa que el resultado para México sea desastroso y pasar de ser una potencia en comercio exterior a ver cómo la industria exportadora y de importaciones se apague como una velita, eso sí, con devastadoras consecuencias para la economía nacional.