Se han encendido los focos rojos para México en el sector energético y todo por las decisiones gubernamentales que se basan en las obsesiones del compañero presidente y por la incompetencia de sus subalternos. Esta vez no solo se trata de energías renovables, sino decombustibles como gasolinas y diésel.
La Ley de Hidrocarburos
La SCJN aceptó la acción de inconstitucionalidad en contra de la Ley de hidrocarburos.
En dicho recurso, los senadores consideraron que la reforma viola los principios de legalidad y seguridad jurídica ya que permite la acción arbitraria y unilateral de la autoridad. estimaron también que vulnera una serie de derechos tutelados en la Constitución al facilitar la extinción de derechos patrimoniales sin garantía de audiencia de los concesionarios.
Advirtieron que la reforma es contraria a los principios de libre competencia económica e igualdad, trastoca el principio de retroactividad, confianza legítima y estabilidad regulatoria y constituye un golpe al libre mercado y a los derechos de quienes participan activa y legalmente en el sector y que favorece el resurgimiento del monopolio.
Los efectos del autoritarismo
Sin embargo, estos argumentos no le importan al gobierno. La respuesta autoritaria no se hizo esperar e inmediatamente después de conocerse el fallo de la SCJN, el SAT lanzó un acto de autoridad brutal: Suspendió del padrón de importadores a grandes compañías que ingresan combustible al país, como los gigantes ferroviarios Ferrosur y Kansas City Southern de México (KCSM) y las petroleras Repsol y Total.
En un comunicado conjunto emitido la noche del 19 de julio, la Secretaría de Hacienda, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) y la Secretaría de Energía, dieron a conocer la suspensión de 82 compañías del padrón de importación y exportación, por no cumplir “con los requisitos demandados”. Las dependencias no dieron más detalles sobre las faltas o los requisitos que no fueron cubiertos por las empresas.
El gobierno federal sin criterios de legalidad y fiel a su costumbre autoritaria, al no tener argumentos económicos ni jurídicos, actuó conbarbarie. Como en cualquier país bananero, las autoridades acataron a como diera lugar los caprichos del compañero presidente y, como no pudieron por la vía legal, aplicaron la clásica “chicaneada”, suspender del padrón de importadores a las principales empresas que ingresan combustible al país.
Los efectos se harán presentes a corto plazo, por un lado, obliga a que Pemex de nueva cuenta se convierta en el único importador de gasolinas, con los costos e ineficiencias que esto conlleva y por otro, propicia el regreso al monopolio estataldonde los expendedores de gasolina serán, de nueva cuenta, los franquiciatarios de Pemex, es decir, los cuates del régimen.
Es muy factible que el precio de la gasolina se mantenga por un tiempo, principalmente conbase a subsidios que otorgue el gobierno, lo que de paso hará que la deuda de Pemex, ya de por si impagable, siga creciendo.
El otro efecto es que, ante la situación actual de Pemex, tarde o temprano empezaremos a tener desabasto de gasolina.
El impacto
Los riesgos que medidas como esta acarrean a la economía nacional, la seguridad energética y el comercio internacional, aunado a las implicaciones negativas por la emisión de carbón al medio ambiente, son cada vez más patentes.
Voces dentro y fuera del país cuestionan al jefe del Ejecutivo y a los encargados del sector, Rocío Nahle, Octavio Romero y Manuel Bartlett.
Destaca la opinión de Kenneth Smith, el ex jefe del equipo negociador del T-MEC quien explicó que los diversos cambios regulatorios del actual gobierno en materia energética -en contra de la participación privada en el sector- podrán desatar disputas comerciales entre los socios del Tratado.
Por otra parte, está la afectación a la cadena productiva y a las exportaciones quese verán frenadas por ser producidas con energías contaminantes. Cabe recordar queSenadores demócratas acordaron incluir un impuesto sobre las importaciones de países que carecen de políticas agresivas contra el cambio climático como parte de un amplio presupuestario de 3.5 billones de dólares, destinado a reducir la contaminación por combustibles fósiles en Estados Unidos.
Por su parte, Larry Fink, CEO del fondo de inversión más grande del mundo y personaje del que AMLO presume su amistad, señaló en la Conferencia Internacional sobre Medio Ambiente, en el marco de las reuniones del G20 en Venecia que, para lograr los objetivos de cero emisiones y compromisos ambientales frente al cambio climático, es necesario pensar en un esquema que apoye a las economías emergentes, pues su desarrollo dependerá de la transición energética.
El argumento del gran amigo del presidente, Larry Fink, cobra mayor importancia a partir de qué SENER reconoció que se quedará por debajo de la meta de 35% de generación de fuentes limpias para 2024, compromiso que pactó México en el Acuerdo de Paris.
Cada vez es más evidente que las políticas de la 4T en materia de energía son un verdadero tributo a la oficialización de la incompetencia, al continuar con una alta contaminación y por encarecer el proceso productivo de México, sin importarles las afectaciones brutales que traerá al sector exportación del país.
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