El pasado 25 de mayo, aquí en SDPNoticias escribí, respecto a la adquisición de la refinería Deer Park en Houston Texas, que con este tipo de compras y las políticas energéticas del compañero presidente López Obrador nos convertimos en el basurero de Estados Unidos al consumir la basura que ya no les sirve y que ya nadie en el mundo requiere.
Comenté que en realidad la negociación fue parte del sometimiento que AMLO tuvo con Donald Trump para convertir a México en el “basurero” de Estados Unidos, comprando chatarra, autos, mercancías que desechan y, hasta industrias obsoletas.
Lo peor es que AMLO nos quiere vender esto como un logro medible, como si fuera la panacea.
El pasado fin de semana en Tijuana, el compañero presidente anunció que muy pronto el gobierno federal dará a conocer el mecanismo para regularizar los automóviles importados conocidos como chocolate. Dijo que la medida es importante porque en una buena parte de los delitos que se cometen en la frontera norte están relacionados vehículos introducidos al país de manera ilegal.
Los autos “chocolate”
Estos vehículos son prácticamente las carcachas de los gringos, los que en aquel mercado ya no tienen valor y los revenden a México. Son carros de combustión interna, consumidores de gasolina y altamente contaminantes. De hecho, como en Estados Unidos las leyes ambientales y de seguridad son muy estrictas con automóviles de 10 o más años de antigüedad, son introducidos al país de manera ilegal.
El tema de los autos chocolate inició en la administración de Carlos Salinas y fue operado por Fidel Herrera, entonces coordinador de Asesores del secretario de Gobernación, Jorge Carpizo, para más señas Herrera fue quien le dio un salvoconducto a Raúl Salinas emitiéndole pasaportes falsos y quien impuso a Javier Duarte de Ochoa como su sucesor en el Gobierno de Veracruz.
Fox, el payaso
Durante la administración de Fox el problema se agudizó y su salida fue el aprobar una ley para permitir la legalización de autos que de manera ilegal fueron internados a territorio nacional, dicha medida aumentó en más de seis millones el número de coches y redituó ganancias millonarias a los intermediarios.
La mayoría de los autos que entran irregularmente al país, no cumplen con las mínimas revisiones de rigor, los pedimentos aduanales se limitan a investigar a fondo que el auto y/o partes no tengan reporte de robo en la unión americana. Una vez introducidos a México son enviados a lotes de autos en varias ciudades principalmente en el centro del país, donde son vendidos a precios que van desde los 15 mil hasta los 60 mil pesos con costos de mantenimiento de cinco mil pesos mensuales promedio.
La mayoría de estos vehículos tienen serias fallas mecánicas difíciles de reparar para el comprador final porque se requieren autopartes cuya venta es limitada en México, son costosas y hay pocos talleres especializados en este tipo de reparaciones. Cabe destacar que en su mayoría son carros descontinuados por las firmas automotrices por lo que carecen de respaldo o garantía.
Atentan contra empleos formales
El efecto para las armadoras instaladas en México es muy nocivo, de hecho, gracias al desarrollo automotriz México se convirtió en uno de los principales países en armar y exportar vehículos a casi todo el mundo, desplazando a Brasil y la población nacional empezó a comprar automóviles nuevos que minimizan la contaminación, con garantía y autopartes para sus reparaciones.
La regularización de los autos chocolate traerá consigo retroceso. México había avanzado en las legislaciones medioambientales y en los requisitos para los automóviles, al grado de estandarizar las legislaciones a las de Estados Unidos. La propuesta de AMLO -como todas las que ha enviado del sector energético- resulta violatoria del marco legal vigente, nuevamente se está pasando por el arco del triunfo la ley y todo por el afán de mantener el compromiso que adquirió con Trump: convertir a México en el basurero de los gringos.
Esta iniciativa desplaza al comercio formal, fomenta y regula la ilegalidad, promueve la evasión de impuestos, impacta la economía familiar, es altamente contaminante y abre un negocio enorme para la clandestinidad de autopartes “hechizas” que estarán sustituyendo las refacciones que las armadoras ya no producen.
El “chalán” del imperio
Es importante señalar que, en la visión imperialista de Trump, México es el país que requiere como basurero, porque, por una parte, se construye una refinería como la de Dos Bocas y se adquiere la de Deer Park y por otra, se compra la basura ecocida que producen las refinerías que son los autos chatarra.
La propuesta de AMLO para retomar la legalización de los autos chocolate como lo hicieron Carlos Salinas y Vicente Fox traerá efectos perniciosos en la economía y la salud de los mexicanos, aumentará el desempleo, la contaminación y afectará la calidad de la movilidad de la ciudadanía.
Y de la “brillante” propuesta de vender la mercancía decomisada, ya hablaremos después, pues prácticamente se trata de convertirse en intermediario entre ladrones, fayuqueros y ambulantes para destruir mercados legales.
¿De qué tamaño habrá sido el compromiso que adquirió AMLO con Trump y las empresas petroleras de Texas, que no solo construye, sino compra refinerías para un mercado caduco, altamente contaminante y poco o nada rentable?